004 | Bloqueo de pantalla

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Me quedé completamente helada cuando lo ví

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Me quedé completamente helada cuando lo ví. Hace ya tiempo, para ser exacta un mes o más, no nos veíamos; sí, hablabamos por WhatsApp o hacíamos llamadas en FaceTime, pero personalmente no lo veía desde hace mucho.

Con mucho me refería a cuatro semanas.

El primero en darse cuenta de su presencia fue mi corazón, éste, empezó a bombear mucha sangre por su cercanía, aunque la verdad, como ya les dije antes me congelé y no puse resistencia en hacer un espacio personal como barrera entre nosotros.

Sus labios, al verme surcaron una media sonrisa, sus ojos pequeños se juntaron más y me examinó con ellos, fue un vistazo rápido, si no lo conociera tan bien posiblemente no me habría dado cuenta de eso. Sentí como el color rojo subía a mis mejillas, solo, porqué el me veía con mofa.

Y no sabía el por qué.

—Al fin te encuentro. —todo su cuerpo se pegó al mío en un abrir y cerrar de ojos, pensé que me iba a abrazar o algo, pero al ver como el cerraba la puerta con su brazo libre y se separaba de mí, me quedé más tranquila.

—¿Me estabas buscando? ¿Por qué? —mordí mi mejilla, era una pregunta estúpida, pero si me llenaba de curiosidad saber la respuesta.

Ya qué, el estaba muy ocupado con Anastasia cuando lo llamé.

Mierda.

—Quería hablar contigo, para aclarar lo de... Ésta mañana —no sé le notaba nervioso o tenso, más bien estaba muy relajado al hablar conmigo, por lo qué, con toda la fuerza del mundo, tomé una postura indiferente, y coloqué mis manos sobre mis caderas para que empezara a hablar, como inteligente que es, captó mi mensaje. —No diré esa mierda de las cosas no son lo que parecen, —quise reírme por el tono con el que lo dijo, pero sí estaba tratando de ser mala o indirectamente, tenía que hacerlo bien. —pero exactamente eso es. —Fruncí el ceño, sin saber a qué se refería.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, quería adoptar una pose madura ante la situación, después de todo el solo era un muy buen amigo y compañero de trabajo, estaba mal echarle en cara lo de Ana, aunque quisiera gritarle todo lo que sentía debía contenerme, tenía que saber cuál era mi lugar.

—Cuando me preguntaste si Anastasia y yo teníamos algo —me recordó, pasó por mi lado y siguió su camino hasta más dentro del cuartito, en uno de los tocadores, con silla giratoria se sentó, y me miró a través del espejo. —No te mentí, no teníamos nada. Pero...

De mi garganta brotó una risa seca.

—Está bien, no digas más. —me límite a decir, tenía que estar clara en mi posición y no hacer el ridículo...

Suspirando Deseos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora