T R E S

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—¿Qué diablos le hiciste a la cliente? —demandó Dahyun antes de que Felix tuviera la oportunidad de quitarse el arco y colocarlo en su escritorio.

Felix hizo un gesto de molestia. —¿Ya llamó?

—¡Estaba furiosa!

—Es demasiado prepotente. Ese tipo debería correr cuando aún tiene la oportunidad. Porque antes de que lo sepa, se volverá James Caan y ella Kathy Bates, y ella lo exprimirá mientras lo llama asquerosa ave. La referencia no fue entendida por Dahyun. La dejó pasar como muchas de las cosas que Felix decía.

—Sólo le dije que no le podía decir el nombre del tipo, que era un asunto de privacidad.

—No parece que se lo dijeras de manera amable, es todo.

—Debido a que mis funciones especifican dicen que no debo ser amable con los clientes, no veo cual sea el problema —argumentó Felix.

—Con algunos clientes, —señaló Dahyun—. Sólo cuando el cliente lo pide. Y este era un admirador secreto, no un rompimiento. E incluso con un rompimiento, deberías ser amable.

Felix se dejó caer sobre su silla y colocó los pies sobre el escritorio. Dahyun tuvo que seguirlo alrededor del cubículo para poder hablarle directamente.

—Eso no tiene sentido, —dijo Felix tranquilamente.

—Díselo a tu cheque.

El teléfono timbró y Felix fue salvado de esta discusión.

Mientras encendía su computadora y comenzaba a jugar corazones para matar el tiempo, su colega, Jisung, se acercó a la pared que dividía sus cubículos y le susurró. —No entiendo cómo es que conservas este trabajo.

Felix le dio la vuelta perezosamente a su silla y le sonrió. —Hyun y yo hemos trabajado juntos por mucho tiempo. Nos herimos, pero nunca de muerte.

Jisung sacudió su cabeza. —Dios, espero que no trabaje aquí tanto tiempo como para terminar así.

Se sorprendió por un momento mientras desparecía detrás de su pared. Jisung, obviamente, era capaz de matar.

Pero hasta que le asignaran otro trabajo, el juego de corazones lo estaba llamando por su nombre.

Abrió la aplicación, riendo ante la ironía de que estuviera jugando un juego con ese nombre en esta fecha específica. No había avanzado mucho en el juego cuando pudo escuchar una bocina y gruñó por ello.

—¡Ochenta y seis! —Dahyun gritó, bajando el auricular con fuerza—. ¡Ochenta y seis!

Felix podía escuchar el descontento de sus colegas detrás de él mientras saltaban a hacer algo, tratando de fingir que no estaban disponibles para el peor trabajo que podía ser asignado.

Algunos incluso corrieron al servicio con la esperanza de que el trabajo ya hubiera sido asignado a alguien más cuando regresara.

Sabía que le tocaría a él. Lo sabía.
Lentamente, miró de reojo.

Dahyun se encontraba parada frente a él, sus imperfectas uñas chocando contra la partición de su escritorio.

Incrustada en una de sus garras se encontraba la hoja.

—No, —dijo sin éxito—. He roto con muchas más personas aquí de las que lo he hecho en mi vida personal. Odio hacerlo.

—Lo siento, —dijo.

—¿Acaso existe alguien en este mundo que no quiera mostrarle el dedo a su jefa? —Felix preguntó desesperanzado. Esos eran sus favoritos, aunque los clientes no tendían a ser tan originales en sus sentimientos y lo único que tenía que hacer Felix era cantar: “Recibe el trabajo y métetelo donde mejor te quepa” con el nombre del cliente insertado en el coro. Al menos su trabajo nunca era aburrido, aparte de que por lo general tenías que usar un disfraz, lo cual siempre era divertido, a menos que fuera verano.

—Has sido asignado con el ochenta y seis.

El término nunca lo hacía mejor y podía jurar que Dahyun estaba de muy buen humor. Sabía que no había nada que pudiera hacer, así que suspiró y tomó el papel. —¿El corazón de quién voy a romper?

—Seo Changbin. Vive en el 84 Oeste.

Felix estudió los detalles del telegrama e hizo un gesto. —Dejame adivinar, ¿el cliente lo escribió?

—¿Cómo supiste? —preguntó Dahyun, aunque demasiado fingido.

—¿En verdad se supone que tengo que cantar esto?

—Eso definitivamente está entre tus funciones, por lo tanto sí. Colocándose la chaqueta, Felix preguntó: —Si me rompen la nariz, lo cubre el seguro, ¿cierto?

Dahyun ignoró su pregunta. —No me molestaría en eso si fuera tú, —dijo, refiriéndose a su chaqueta.

Felix la miró hostilmente. —La orden no dice que tenga que llevar un disfraz.

—¿Acaso olvidé escribirlo?

Felix formó la palabra ¡Perra! con los labios.

Sin embargo, esta también lo ignoró. —Quiere que rompas con él gentilmente con un oso de felpa.

Felix lanzó su chaqueta al escritorio con un gesto melodramático. —Sí, nada reduce el dolor de un rompimiento, como cuando un extraño vestido de oso con olor a moho te ofrece un abrazo.

—¿Los abrazas? —preguntó Dahyun genuinamente interesada.

—He descubierto que eso reduce el número de los que tienden a llorar.

—Tomaré esa nota y lo diré en nuestra siguiente reunión de empleados.

—Sí, hazlo. —Felix dijo berrinchudamente mientras se dirigía a la habitación de disfraces.

—Ah, por cierto, —gritó Dahyun—. ¡Nuestros disfraces no huelen a moho! ¡Los mandamos a limpiar cada tres meses!

Pero para ser honestos, ella tampoco querría usarlos.

DON'T SHOOT THE MESSENGER  ꒰ CHANGLIX ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora