Hoy fue un día extraño, fuí al gym como de costumbre, todo estaba como siempre, hasta que entró ella. Posé mi mirada desde que llegó, tenía una coleta muy linda, el pelo castaño claro y ojos pardo, junto a ella estaba Tania, a ella si la conocía, pero solo su nombre, pues muchas palabras no cruzamos.
En lo que iba, ella entró y comenzó a observar cada máquina del lugar, mientras Tania le explicaba todo, parecía confundida, pero eligió la elíptica.
Yo la observaba mientras estaba haciendo pesas, cuando paró, literalmente estaba tan roja como un tomate y sudada hasta el cuello, todos la miraban así que también me sumé al club. Parecía muerta, pero me miró a mi, y rápidamente se fué corriendo al camarín.
Cuando salió, se sentó en la banquita de afuera del camarín, y cuando yo acabé, fuí hasta donde ella y cruzamos un par de palabras. Era un poco sarcástica, pero a la vez simpática. No hablamos mucho, porque justo llegó Tania del camarín, mirandome a mi con especial odio.
Comenzó a hacerme preguntas rápidas, pero gracias a Mar, pude librarme de su extenso cuestionario. Se despidió de mi y se fue.
Que linda y agradable chica.
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Por Una Apuesta
Teen FictionMariela es una chica muy poco atlética, y gracias a una mala apuesta debe comenzar a ir al gimnasio. Nunca se hubiese esperado que encontraría un tesoro mayor que un abdómen de chocolate