Capítulo 18

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Salí de mi habitación. Leah, Melody y Jake estaban sentados en el sofá. Ellos me miraron, pero pasé de ellos y me dirigí a la puerta

—¿A dónde vas? —me preguntó Leah

—A entrenar

Me fui del cuarto sin decir nada más, no era necesario.
Viajé entre las sombras hasta la sala de entrenamiento.
Estaba vacía, era normal ya que era una sala sólo para el grupo número uno

—Bienvenido, Ender —dijo una voz

—¿Quien ha dicho eso?

—Oh, percibo sorpresa. Soy Vayne, tu asistente de entrenamiento personal

Me fijé en que la voz salió de mi brazalete

—¿Qué nivel de entrenamiento deseas?

—Difícil

—Vale. El entrenamiento empieza en 3... 2... 1... ¡Ya!

Aparecieron hologramas naranjas armados.
Supe que tenía que hacer, desenvaine mi espada y corrí hacia ellos mientras despertaba el ojo de las sombras. Veía los movimientos que iban a hacer y podia anticiparme a ellos.
Le hice un corte en el pecho al primero y uno en el cuello al segundo, enfundé la espada y empecé a pelear cuerpo a cuerpo con otro holograma.
Paré un golpe directo a mi cabeza y se lo devolví cargado de poder oscuro para hacer el doble el doble de daño, se llevó a tres con el y se estampó contra la pared.

"Concentra tu poder oscuro en tus piernas y tu espada y ya verás"

—Ok, Rhaast. Lo probaré

Lo hice y cargué hacia los enemigos, iba mas rápido de lo normal y podia mover la espada mas rápido. Degollé a tres más mientras corría, paré un golpe y le corté el brazo a otro para luego cortarle el pecho.
Seguí así hasta que no quedó ni uno y me quedé parado en el centro, me sentía fuerte y ágil. Decidí volver a hacerlo

—¿Vayne?

—Si, ¿Ender?

—¿Puedes repetir la fase de entrenamiento?

—Claro

Estuve entrenando hasta que Vayne me habló desde el brazalete

—Ender, es hora de que dejes de entrenar

—Una vez más, aún no es suficiente

—Llevas seis horas y media entrenando. Tus constantes vitales se están debilitando

Tenía razón, me estaba debilitando, pero no podía mostrar debilidad

—Está bien, dejaré de entrenar

Viajé entre las sombras hasta mi habitación.
No había nadie, tampoco notaba ningún latido, así que supuse que no habían llegado. Dejé la espada en mi cuarto y me senté en el sofá, me di cuenta de que había una estantería con libros.
De repente me sentí mareado, así que me puse mi pijama. Miré los progamas del brazalete y vi que había un modo despertador, lo puse a las seis de la mañana y me acosté.

La vida no es un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora