Capítulo 2 - El Regreso

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22.03.2052
Las gotas de agua golpeaban intermitente la pequeña ventana de la habitación. Los focos de la vía parpadeaban de vez en cuando, y un letrero gigante LED que iba intercambiando imágenes, revelaba de improvisto el cuerpo semi tapado de él.
Cuando el silencio era lo idóneo, aquel escándalo de la música a través de los auriculares se lograba apreciar.
Tarareando, con un brazo sobre su rostro, Senichi intentaba contener su desacierto.

Las calles del distrito de Loura, atiborradas de voces humanas, y el zumbido de los vehículos que parecían ataúdes de vidrio espacial, se presentaba frente a los ojos de miles.
Loura era el distrito más grande, envuelto por los dos más que existían y conformaban la ciudad de Ecsil.
La vida en éste lugar era a su menos, cómoda, no tenías grandes lujos cómo en Lucyren, pero sobrevivir era sencillo, agradeciendo de esa manera, no estar tras los grandes muros de acero que separaban la "capital" de la pequeña isla de Nao.

Aquel paraje verde pantanoso, deprimente y con un promedio de vida cruel.
Por la mente de Senichi invadía el recuerdo recurrente...

-¡Vámonos juntos! -
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-... ¿Serás un borrego más de esas basuras?-
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-Ver tu rostro sería lo último que desearía... Sechi-

Un sobresalto golpeó la laguna mental de él, cuando su hermana encendió la luz del cuarto.

-S-sinira- tartamudeó por un momento-

-La cena está lista, hermano- dijo con una dulce voz-

Ahí estaba ella, la mujer que me ha cuidado desde aquel monstruoso incidente, hace diez años.
El hecho de sólo tener nueve y haber soportado la muerte injusta de mis padres, me hace pensar confusamente acerca de mi constante vivir. Pero creo darme cuenta, que hay algo en el presente que de verdad me acompleja.
Y es ella.
Trato exhaustivamente de comprender que sucede en mi corazón y mi descerebrado pensar.

Sinira es unos centímetros más baja que yo, aunque me hace sentir muy pequeño al recordar que tiene veintidós y yo sólo diecinueve.
Una cabellera negra le invade hasta su cintura, y un diminuto flequillo intenta desesperadamente ocultar su ojo derecho, mientras que su mirada penetraba los rincones de tus pensamientos... Siempre aprecié su manera de vestir, tan delicada con cada prenda...

-¿Aló? Tierra llamando a Senichi- dijo mientras movía su mano frente a su hermano -

-¡Perdón! Sólo estaba divagando en mi mente- respondió apresuradamente, mientras llevaba una cucharada de café a su delirante boca -

-¿Sigues pensando en ese... cómo decirlo... Ese episodio?- preguntó con cautela, intentando no sorprenderlo -

-¡No! Claro... que no. Estoy bien, te tengo a ti, Sinira- sonrió forzosamente -

Sinira siempre estuvo preocupada en los años que continuaron desde aquella desgracia. Se esforzaba de forma cansina en hacerme olvidar esos detalles que me atormentaban; la verdad es que lo ha hecho bien... No podría comparar el rostro que tuve en ese momento, al que tengo ahora, sin embargo, sigo siendo muy inestable.
Quizá mis ojeras tampoco han cambiado tanto, paso la mayoría de las noches en vela, mirando a través de la ventana y pensando que probablemente, una tormenta similar a aquella de esa vez, se avecina.

-Sabes y debes tener claro que estaré contigo. Además, recuerda que ellos fueron orgullosamente a defender la ciudad.
Pero aun más importante, fueron para protegernos a nosotros-

-¡¿Acaso valió la pena sus muertes por un borrego como yo?!-

-¡No eres un borrego Senichi! - gritó, y al instante suspiró con calma y avergonzada.

... No lo eres -

Sé que querías huir con Válentin, sé que no querías vivir aquí conmigo en Loura, sé muy bien que no te dejé ir...
Pero todo fue por tu... Por nuestro bien. Eras mi hermano hace diez años y lo eres ahora, tenías que estar aquí.
No había otra manera.
Morirías en Nao.

Los ojos de Senichi se oscurecieron y por un segundo, su corazón se detuvo. El silencio bañó la mesa y el timbre del moderno microondas lo terminó por hacer hablar.

-V-válentin está... ¿Muerto?- preguntó con una voz casi inaudible.

Mientras que la de Sinira cambió a una seca y fulminante.

-Probablemente sí, y tú también lo hubieras estado -
Se levantó de la mesa, caminó hacia el microondas y trajo un biscuit extraño, uno que cuando se exponía al calor, se inflaba cómo un muffin. Lo dejó al lado de su hermano y se acercó a su rostro.

-Pero ya sabes como era él, no moriría tan fácilmente- dijo su hermana, junto a un beso en la frente.

-Sinira...-

Su voz se quebró, la abrazó con fuerza quedando en su pecho, mientras las lágrimas rodaron por su mejilla.

-No quería dejarlo ir... No quería saber que sufriría...
Iré por él, hermana, lo encontraré aunque él golpee mi rostro y me derribe al piso... Me bastaría con saber que sigue vivo -

Decía sollozando, cuando al momento fue dramáticamente interrumpido por sonidos que resultaron muy familiares.
Entre gritos de personas, el agujero de bala en la ventana delató la situación.
Ellos habían vuelto.
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Siguiente capítulo: 28 de Agosto!😼

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