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—¿No son lindos? Jamás me imagine verlos así.

—¿Cuando crecieron tanto? Hace unos años eran sólo unos niños corriendo en el parque.

—Aww mamá, se están abrazando.

Me removí incómoda en el pecho de Andy, escuchaba voces lejanas que comenzaban a molestarme. Escondí aún más mi cara en su pecho tratando de dejar de escuchar los murmullos y seguir durmiendo, sus manos me apretaron la cintura a medida que me abrazaba y sentí su respiración en mi frente.

—¿Los dejamos dormir?

—Despiértalos, aunque se vean lindos mi instinto de madre celosa esta a punto de salir.— Lauren soltó una carcajada y escuché los pasos de la señora Strucker saliendo de la habitación.

—¡Despierten, tortolitos!

Andy gruñó y me apretó más contra él, yo por supuesto encantada me apegué más y cerré los ojos. Nuestras piernas están entrelazadas y puedo sentirlo en todo mi cuerpo, aspiré su olor y nos abrasamos ignorando a Lauren. Hasta que sentí algo raro en mi estómago.

Mis ojos se abrieron como platos y vi a Andy frente a mi igual de impresionado, me separé de un salto y terminé en el suelo, muy sonrojada y con ganas de que me tragara la tierra.

—Perdón por asustarlos, desayunen y bajen.— si se dio cuenta de la situación lo disimuló muy bien. Lauren salió de la habitación y quedamos solos, en incómodo silencio.

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No puedo decir que después de eso las cosas transcurrieron con naturalidad, porque solo le siguió incomodidad. Entiendo la situación, tengo un hermano y sé que es algo que pasa todas las mañanas cotidianamente, y que es algo que no se puede controlar, eso no es lo que me hizo reaccionar así.

Me di cuenta de que Andy es un hombre. Ya no es El Niño que me enamoró por su ternura e inocencia, es un hombre como cualquier otro, capaz de hacer eso que los hombres hacen.

Fue como una revelación, una nueva imagen de Andy se extendió en mi y me confundió. No sabía que pensar y tampoco tenía a nadie a quien comentárselo, Polaris ya no está y a Lauren probablemente le incomodará que hable sobre su hermano en ese tipo de situaciones, aunque...

—Vamos, cuéntame.— me sorprendí al escuchar la voz de Lauren frente a mi.— No has tocado tu comida, y desde ayer no te he visto con Andy. ¿Qué sucede?

—Cuando dormimos juntos...

—¡No me digas que tuvieron s...!

—¡No! ¡Lauren, por Dios!— comencé a reírme al ver su cara de alivio— Tuvo una... ya sabes, cuando se despertó. Por eso me caí de la cama.

—¿Hablas de una erección, pequeña Juliet?— se burló de mi.— Es asqueroso que proyectes eso en mi mente pero, sabes que es algo normal.

—Sí, lo sé pero... es Andy.

—¿Y? Es un chico, Jules. Como cualquier otro... No me digas que ahora resulta que solo lo querías como un hermano y eso te descolocó o algo así...

—Para nada. Es solo que me di cuenta, de que... lo deseo.— terminé con voz baja.

—Y eso te asusta.— afirmó.

—Mucho.— concluí.

—Solo te pido que consideres el hecho de que mi dulce hermano tiene 15 años, Jules.

—Oh.— susurré— Es cierto que es menor.

—Aunque sean sólo dos años, no es lo mismo tener 17 a tener 15, y lo sabes. Sin embargo, te entiendo y sé que él piensa lo mismo, así que no tienes de que preocuparte.— me sonrió.

—¿Y cómo lo sabes?— pregunté, Lauren me miró divertida.

—No eres la única que me pide consejos. Deberías hablar con él, cree que piensas que es un niñito inmaduro y precoz, en su mente de quinceañero este es el fin de su mundo.— rodó los ojos dramáticamente y ambas reímos a carcajadas. La abracé antes de ponerme de pie.

—Gracias.

Pasé un buen tiempo buscando a Andy seguido de eso, al final lo encontré en el balcón donde todo volvió a comenzar. Me acerqué silenciosa a él y me senté a su lado. Él ni siquiera me dirigió una mirada, incomoda traté de ponerme frente a él para captar su mirada. Fallé y me rendí.

—Sé que es algo normal, Andy, eso no me preocupa y no debería preocuparte a ti.—comencé.

—¿Entonces por qué te alejaste así?

—Yo...— de repente mi boca se había secado, y mi garganta parecía no querer hablar.— Me di cuenta de que, ya no eres un niño. De que ya no debo "suprimir" como me comporto contigo o las cosas que quiero hacer, porque ya eres un hombre, Andy. Y eso me asustó.

Andy se mordió el labio inferior, al fin dándome el placer de ver sus hermosos ojos azules. Distinguí un brillo travieso en su mirada cuando tomó mi mano y metió un mechón de cabello en mi oreja.

—¿Y qué son esas cosas que quieres hacer, Juliet?

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Es corto! Pero de nuevo, sentía que si seguía lo dañaba.

Espero que les guste, y de nuevo me disculpo por las faltas, mañana de día y sin sueño lo corrijo y tal vez arregle más cosas.

¡Un beso!

OppositeWhere stories live. Discover now