Trigésima sexta parte

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Era martes y Jennie se acercó al muelle esa mañana. Caminaba con la cabeza bien alta y con una sonrisa en sus labios, deseando ver a Lisa y poder saludarle. Aunque sólo fuera un saludo, eso ya le bastaba a Jennie.

Jennie sonrió al sentir la brisa marina golpeando su piel con suavidad. Nunca pensó que fuera a echar tanto de menos estar en un lugar como este, pero se sentía emocionalmente atado a él.

Cuando Jennie se adentró en el restaurante. Su madre sonrió al verle y, sin necesidad de que ella lo pidiera, le trajo lo de siempre.

Jisoo no tardó en aparecer. Pidió un desayuno consistente, añadiendo como excusa que iba a ser un entrenamiento duro, y se sentó justo delante de Jennie, quien le regaló una sonrisa nada más verle.

—Le echo de menos —murmuró Jennie—. Sé que hoy la veré. Tal vez podamos hablar, ¿sabes? No sé, aunque no le diga nada sobre lo de Sungkyung... extraño hablar con ella.

—Es obvio que le eches de menos, la quieres.

Jisoo lo sabía todo sobre la relación que tenían. Jennie tuvo tiempo de explicarle todo lo que sucedió entre ellas —incluyendo el beso en el barco y la noche que pasó con Lisa en Southampton— y Jennie, como era de esperar, no podía estar más contenta por su amiga.

—Mucho —respondió Jennie—. Decirle que no la quería, dejarla marchar, fue lo más duro que he hecho en toda mi vida.

—-Todo va a salir bien. Te lo prometo. Ya te lo dije.

Rosé entró en el restaurante y Jennie la divisó enseguida. Pensó que, ahora que las cosas estaban tan calmadas —y dado que Jisoo se pasó una hora hablando de lo genial que es— podría darle una oportunidad. Podría comenzar a volver a ser cercana a ella, por muy duro que fuera lo que hizo.

—Hola, Rosé —le saludó Jennie. Se dio cuenta de que se sorprendió porque le estaba hablando voluntariamente y no porque tuviera que hacerlo de algún modo. Rosé le sonrió casi al instante—. ¿Te sientas con nosotras?

Asintió con la cabeza, sentándose justo al lado de Jisoo, quien le observaba con una especial admiración que a Jennie le resultaba demasiado familiar.

—Buenos días a todas —dijo, con su delicado tono de voz, siendo igual de educada que siempre—. ¿Qué haces por aquí, Jennie? Pensé que no volverías...

—Tras saber todo lo que hay detrás, creo que no tengo nada que perder —Jennie bebió de su refresco mientras miraba a Rosé con una sonrisa—. Estoy bien, de verdad, gracias por preocuparse. Las dos. Si no fuera por ustedes ahora mismo, creo que me sentiría miserable, especialmente por ti, Jisoo, por ser... una acosadora profesional —rió armoniosamente.

— ¡Hey! Prefiero el término... espía profesional —justo después guiñó un ojo, y se unió a sus risas.

//

Los entrenamientos acabaron y divisó a Lisa a lo lejos, recibiendo unas palmaditas en el hombro. Por todo el muelle se podía escuchar lo mismo una y otra vez: "Lisa Manoban es un fenómeno", "Estoy seguro de que Lisa Manoban va a ganar el campeonato", "Esa Manoban es una vencedora nata"... y los comentarios seguían y seguían, y Jennie no podía evitar sonreír con orgullo.

Lisa le vio y su corazón le dio un vuelco al hacerlo. Acongojada tan sólo por su silueta y el movimiento de sus cabellos con la brisa marina, se quedó quieta mirándole. Jennie miraba al frente —o más bien, le miraba a ella— y sonreía. Sonreía como hacía tiempo que no le sonreía, con los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas.

— ¡Lisa!

Un sentimiento de frustración se apoderó de su cuerpo. Se acordó del abrazo que compartieron Jisoo y Jennie por la noche y se imaginó a Jennie haciendo todas esas cosas que hizo con ella, pero con la propia Jisoo. Se acordó, también, de cuando Jennie dijo que la había conocido y que le parecía bonita.

Hermoso pájaro de verano → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora