Trigésima séptima parte

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Jisoo y Rosé estaban cerca del club náutico. Había recibido un mensaje en el cual Jennie le decía que iban a hablar fuera, delante de la puerta, así que sin que ella lo supiera, decidió estar vigilando la escena.

Se metió las manos en los bolsillos y se sentó en el bordillo de la acera junto a Rosé, quien permaneció en silencio con Jisoo.

—Creo que Jennie te ha perdonado en su cabeza —susurró—. Me alegro mucho por ti.

Rosé se giró y le miró con una sonrisa.

—Gracias, Jisoo. Creo que sin ti, no lo habría conseguido.

Las dos se miraron durante unos segundos —segundos que se les antojaron eternos, por supuesto—. Jisoo acabó riéndose y miró al frente.

—No tienes que agradecerme nada, Rosé. Me gusta ayudar a la gente.

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Jennie salió de casa con una chaqueta puesta. Por las noches, en Lymington solían bajar las temperaturas y una simple camiseta no era suficiente. Sacó su cadena de dentro de la chaqueta y besó el ancla.

Se metió las manos en los bolsillos y caminó con los hombros encogidos hasta el club náutico. No había planeado nada en absoluto, sencillamente iba a decirle todo. Iba a usar todas sus armas, las mismas que Sungkyung utilizó contra ella.

Sonrió tan sólo al pensarlo. No podía esperar hasta poder sentirse como una vencedora.

Le esperó delante del club náutico. Ella no lo sabía, pero Rosé y Jisoo estaban cerca. Miró a los lados y divisó una figura que se acercaba desde la lejanía. Tenía un cigarro en la boca y caminaba tranquilamente, dirigiéndose hasta Jennie.

A Jennie le sorprendió que fuese sola.

Antes de llegar hasta Jennie, lanzó el cigarro y lo apagó con su pie, restregándolo contra el suelo, y volvió a caminar en dirección a ella con una sonrisa maliciosa en los labios.

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—Están ahí —susurró Jisoo, observando la escena—. Estoy nerviosa.

—Jennie ha madurado bastante. Sabrá defenderse. No dudo que Sungkyung se atreva a pegarle. Por hacer uso de una conducta violenta con un miembro del club náutico, ya sea regatista o no, podrían penalizarle.

Jisoo se quedó en silencio observando la escena con el teléfono móvil en la mano y un mensaje en el borrador. Sólo lo enviaría si fuera necesario.

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—Con eso de "si eres tan osada" pensé que habrías traído a Lisa contigo para que me pegase... Oh, cierto que has tenido que alejarte de tu chica... —se echó a reír delante de Jennie, quien mostraba un semblante serio.

— ¿Dónde has dejado a tu chico, Sungkyung? Normalmente siempre te veo con él —respondió, levantando la barbilla y enfrentándole con la mirada.

— ¿A mi chico? —Sungkyung enarcó una ceja algo enfadada—. ¿De qué demonios me estás hablando?

—Al que llevas a todas partes o el que te lleva a ti. El mismo al que convenciste para que me condujese al vestuario para que me chantajeases, por ejemplo.

— ¿De qué me estás hablando? —Sungkyung repitió, esta vez más enfurecida—. Habla, Kim —gruñó, crujiéndose los nudillos.

—Tengo en mi mano —sacó de su bolsillo su teléfono móvil—. Siete grabaciones impresionantes en las que tú misma te delatas, pasando por engreída, homófoba y una completo imbécil. Pero, no sólo eso... —Jennie sonrió con malicia, mirándole fijamente—. Tengo trece sorprendentes fotos de ti y de él.

Hermoso pájaro de verano → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora