Capitulo 9: Negro

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Un disparo.

Fue lo que escucho chocar contra el borde de la columna donde estaba oculto, ¿como demonios había terminado metido en ese lío?, Conan sujeto a su hermano entre sus brazos tratando de protegerlo, mientras buscaba por donde salir de allí divisando una puerta al fondo de aquel hangar, si recapitulas cada una de las acciones que le había llevado a aquella situación, llegas a entender cómo estaba en ese extremo de la historia, y aunque para algunos fuera casi surrealista, todo comenzó por una mañana normal, la única diferencia es que se había levantado tarde, bajo a desayunar junto con sus padres notando que al fin consideraban su opinión como algo importante, decidiendo al fin ir a Tokio para retomar un poco de su vida incluso Shuichi a pesar de estar en contra tuvo que aceptar que debía dejarle libertad de decisión, le gustara o no, aunque sabía que no podría estar con sus padres por mucho tiempo debido a sus apretadas agendas pero tardarían, al menos dos meses en irse antes, por lo que lo pensaría con detenimiento lo que iba a pasar a partir de ese momento.

Después había decidido jugar con el pequeño Shino a fútbol, al parque trasero del hotel, y juro que fue solo unos segundos que se despisto, los detectives Team le llamaron y giró la cabeza para saludarlos, momento en que aquellos dos aprovecharon para cargar a su hermano menor y salir corriendo con el, sin perder tiempo corrió detrás, antes de que arrancaran sujeto la puerta y la abrió, notando esa pistola apuntar a la cabeza del pequeño moreno, el cual apretó con sus dos manitas la pelota, tiraron de su brazo para introducirlo al coche y salir a toda velocidad de la zona, Shino no dejaba de hipar y el durante todo el momento se mantuvo quieto. Si analizamos la situación en ese momento, sabían que no iban a salir vivos de allí, más bien todo lo contrario porque les daba igual que le viesen las caras, y su vestimenta llamaba la atención, estaban vestidos completamente de negro, por alguna razón eso encendió todas sus alertas

Durante una hora estuvieron en silencio hasta que el coche aparco cerca de un hangar, Conan apretó los puños tratando de coger valor, observó que aquel rubio discutía con el conductor, referente a la manera de comunicarse para pedir un rescate por Shino, al notar el despiste, aprovechó el momento para arrebatarle a su hermano menor y darle una patada en la cara, abrió la puerta para salir disparado hacia aquel hangar, era la mejor opción, el primer tiro fallo contra aquella puerta, no, mas bien escucho lo de que había a su alrededor gracia al sonido sordo en el choque, bidones de gasolina, rodeando un enorme hangar, sin lugar a dudas era una reserva del aeropuerto. Se ocultó detrás de aquella gruesa columna y era en ese momento en el que estaban, si pudiera hacerse con un arma, podría al menos salir de allí, a fin de cuentas Shuichi le enseñó a disparar cuando pudo ponerse en pie.

La puerta se abrió ruidosamente, y escucho como con el mismo sonido se cerraba tras de sí, Conan se puso en guardia haciendo callar a su hermano menor, el cual inocentemente le imito, poniendo el dedo delante de sus labios.

-Ríndete no tienes donde huir...-Era la voz de aquel tipo rubio, como le había llamado el otro, a si, Arrak, pero eso era una bebida alcohólica, porque le sonaba tanto.- me has oído muchacho...¡entrega al chico kudo y te dejaremos ir!...

Debía buscar una salida, si solo tuviera el cinturón que en antaño el profesor Agase le hizo, solo tenia el estúpido reloj en su muñeca y las zapatillas, si podía potenciar sus patadas pero nada más, la única opción era buscar algo con lo que desequilibrar a ese par, escuchaba los pasos y por cada sonido más nervioso se ponía cuando vio que Shino aun llevaba su pelota entre las manos, era pequeña pero lo suficiente para hacer que una persona perdiera por ejemplo, un arma.

-Shinochan dejame la pelota...-El menor asintió, dándole el objeto emocionado e hizo la mímica de silencio, escucho otro paso y se asomo un poco para calcular el tiro, la fuerza e distancia.- un poco más...- giró la ruedecilla de sus zapatillas sonriendo al escuchar ese típico sonido -un poco más - ese era el momento, lanzó primero con la mano una tuerca para que sonara en la pared de chapa y al verlos despistados, colocó la pelota en el suelo y dando una patada lanzó el juguete de goma contra la mano del tipo rubio , el cual dejó salir volando la pistola por la inercia, vio como el otro trataba de sujetar a su compañero, cuando el, dio un salto y pudo agarrar al vuelo la pistola, sin dejar reaccionar a esos dos raudo sujeto a su hermano para correr hacia la puerta no dando oportunidad a ese par de dispararle, salió por la puerta divisando los bidones de combustible.

El Sacrificio del DetectiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora