Horatiu.

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Locura no salía de su asombro: aquel relato de Amor la había conmovido de sobre manera y le había abierto una esperanza que, posteriormente, no había tenido. Ni siquiera el hecho de pensar en que esa posibilidad existiera. Pero que Amor, que él,…

- ¡Di algo! – le suplicó Amor.

- Muy interesante. – respondió para ocultar sus verdaderos pensamientos –. No eres tan cabezota como te ves. – eso no estaba del todo fuera de sus pensamientos.

- ¡Por supuesto que no! ¡Soy todo un experto! – replicó orgulloso subiendo y bajando las cejas.

- Tampoco exageres. Si fueras un experto no habría corazones rotos ni tantos “Don Juanes todas mías”. – dijo haciendo el gesto de las comillas en el aire con sus dedos.

Por supuesto, aquello hizo que Amor se sintiera ofendido. ¿Cómo podía duda de sus habilidades? ¿De él? ¿Del mismo Amor?

- Soy el mejor de todos los que alguna vez fueron Amor. – argumentó Amor cruzándose de brazos.

- ¡Ajá! – exclamó Locura para molestarlo –. Eres el tercero, no es una comparación justa. Tu antecesor seguramente podía controlar cualquier situación. Hasta un rompecorazones.

- ¡Ni siquiera lo conociste! – espetó Amor –. Además, tuve un Don Juan. Ya verás.

Amor abrió nuevamente su diario y pasó las hojas con cuidado, muchísimo cuidado ya que para él era una reliquia, buscando el siguiente relato, demostrándole a Locura que él sí que podía controlar cualquier situación y tratar a “Don Juanes todas mías”.

Locura, por su parte, comenzaba a desesperarse al verle pasar las hojas con tanta lentitud. Así pues, optó por lo más sencillo: le arrebató el diario de las manos.

- ¡Hey! – se quejó Amor.

- ¿Cómo se llama? – preguntó Locura pasando hojas sin sentido –. Yo lo encuentro. Eres peor que una tortuga.

- Se llama Horacio. – contestó resoplando, ya que sabía que sería inútil pelear con aquella loca.

- Un hombre, ¿eh? ¡Qué picarón! – se burló Locura dándole un pequeño codazo.

- ¡No fue de ese modo! – exclamó enojado.

- Tú dijiste tuve un… - se interrumpió ella misma y preguntó en voz alta –. ¿El Amor es gay y yo no sabía?

- ¡Cállate, burra! ¡Y dame eso! – exclamó intentando quitarle el diario, pero sin mucho éxito.

- Aquí está. – comentó como si nada mientras se ponía de pie y comenzó a leer –. Corría lo más rápido que…

- ¡Dámelo! – exclamó intentando quitárselo de nuevo, lográndolo finalmente –. Yo leo, es mi diario. Además te saltaste datos…

- Me salté datos, me salté datos… - repitió Locura burlona –. Lee ya, ¿quieres?

Así, Amor, únicamente para dejar ya de escuchar a esa loca desquiciada, comenzó a leer en voz alta. Desde el principio…

<< Julio de 2012.

Madrid, España.

Horacio.

Corría lo más rápido que mis piernas me permitían. Honestamente, no rompería ningún tipo de récord, pero era más rápido que mi perseguidor y con eso me bastaba y me sobraba.

Miré hacia atrás y me percaté de que, finalmente, me libré de ella. A veces se me pasaba por la cabeza hablar con Mr. Fate y proponerle poner a ella como el sentimiento de Locura, ya que estaba mucho más loca que la propia… Aunque, cuando lo pensaba mejor, rechazaba esa posibilidad. Si Mr. Fate me hiciera caso, tendría que pasar más tiempo con ella, y gracias – mentira – pero no. Prefiero a mi Locura actual. >>

Diario de las Pasiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora