» Louis Tomlinson.
Salí de casa por un rato. Tenía la impresión de que quizá me despejaría un poco de esto tan extraño que me estaba pasando. ¿Cómo era posible que un demonio me acosara?
¿Y como era que yo no sintiera un miedo tan brutal? Digo, si me asuste al principio por la impresión, pero, no hasta el punto de cagar mis pantalones. Era como si se tratase de algo normal. Lo cual no era para nada normal.
A lo lejos vi una señora de la iglesia repartiendo algunos folletos que supuse trataban del cristianismo.
Camine hasta ella y trate de evitarla lo más que pude. No podía ser hipócrita y decir que estaba interesado en los Ángeles si en el fondo, quizá en fondo me gustaba el infierno.
Y más sus habitantes.
- ¡Louis! -me llamó desde lo que parecía ser una mesa.
Me giré y la mire con la sonrisa más linda que pude expresar.
- ¿Sí señora D?
- ¿Tienes unos minutos? -me pregunto amablemente.
¿Unos minutos? Claro que no.
Ella no quería unos simples minutos, ella quería lo que vendría siendo una hora aproximadamente para hablarme sobre el cristianismo y la importancia de asistir todos los domingos a la iglesia.
Ella realmente quería eso. ¿Porqué simplemente no lo decía?
-Claro. -asentí como la niño bueno y obediente que era.
Entonces ella se acercó a mí con un folleto en la mano y cuando llego a mi lado comenzó a mirarme de una forma realmente extraña, como si yo fuese alguna clase de humunculo extraviado.
- ¿Hay algo malo en mi? -le pregunte medí curioso medio molesto. Ella me miraba de una forma tan mal que me hacía sentir asquerosa.
-Si. -asintió y se quedó callada unos segundos antes de volver a hablar-. Tienes una vibra bastante mala, como si estuvieses tratando con algo sumamente maligno. Dime, ¿haz estado jugando a la ouija?
Abrí mis ojos y negué con la frente ligeramente arrugada por las preguntas tan incoherentes. Bueno, no del todo. Yo sí e estado tratando con algo muy maligno. Pero ella claramente no tenía que saber eso.
-Me tengo que ir señora D.
Tantas religiones y en todas me voy al infierno.
«🌩»
Eran las 2:50 de la madrugada y yo aún no lograba consolidar el sueño. No sabía si era por qué no podía dormir o porque estaba esperando a alguien que solía ser Harry. Al parecer eran las dos.
Comencé a trazar algunas líneas en mi cuaderno de dibujo. Siempre que algo venía a mi mente lo trazaba en mi cuaderno de la forma más delicada que podía haber.
Comencé por sus ojos, esos ojos que me encantan, por alguna extraña razón cada vez que los veía sentía que me decían, "De la misma manera que puedo hacerte sentir en el cielo, puedo hacer que te quemes en el puto infierno".
Algo se movió detrás de mí y me espante por unos ligeros segundos. Me giré para confirmar que se trataba de Harry.
- ¿Me extrañaste tanto que ahora me dibujas? -me pregunto con una egocéntrica y superior voz.
- ¿Quién puede afirmar eso?
- ¿Entonces miento? -alzó una ceja y con una sonrisa socarrona gano la partida.
Mi silencio me había delatado.
- ¿Hay algún problema en que te dibuje?
-No, está bien, está bien. -alzó sus manos denostándome que se rendía y que la pequeña pelea no se hiciera más grande.
Se acercó a paso lento hacia mí pero se detuvo tan solo dos metros de distancia.
Me miro detalladamente y arrugo su frente. Esto era tan similar a lo que había pasado con la señora D. Me miraba como ella lo hacia, como si yo fuese un bicho raro.
- ¿Qué?
- ¿Fuiste a la iglesia? -preguntó mirándome ahora a los ojos exigiendo una respuesta rápida y clara. Pero yo no hice otra cosa que negar. No, yo no había ido a la iglesia.
Harry despego su mirad de mí y recorrió cada espacio de mi habitación.
Se acercó a mí mesa y tomó el folleto que la señora D me había regalado. Lo arrugo y busco mi mirada, cuando la encontró sentí un vuelco en el estomago. El lucía molesto-. No quiero que tengas estas mierdas en tu habitación, ¿me escuchaste?
Yo solo me limité asentir. Mi garganta se había quedado seca.
Todo fue tan rápido que me quedé impactado por lo que comenzaba a pasar.
Los ojos de Harry comenzaban a tornarse rojos y él literalmente sacaba chispas. Bueno, lo creí literal hasta que el de verdad sacaba chispas.
Sus manos comenzaba a prender fuego, el folleto se quemo por completo pero las llamas de fuego seguían presentes. Yo estaba tan concentrado en ellas, cada vez que bajan y cada vez que subían. El color rojo, amarillo y naranja formaba parte de esta increíble visión.
Harry me dijo que me acercara y así lo hice. Podía sentir el calor, sin embargo este no ardía del todo. Era un calor agradable. De repente Harry quiso tomar mi mano y hacer que tocase el fuego. Aleje mi mano y negué. Él volvió a tomar mi mano pero esta vez había logrado lo antes fallido.
Ahora justamente me encontraba tocando llamas rojas y potentes con mis manos. ¿Por qué no me quemaba?
No supe ni en qué momento mi habitación se había incendiado.
No me había percatado de aquello hasta que vi el reflejo en los ojos de Harry. Las llamas abundaban como gotas de agua.
Harry hizo un movimiento extraño con las manos y apago el fuego.
- ¿C-cómo hiciste eso? -pregunte aturdido.
-Yo no hice nada, fuiste tú.
- ¿Qué? No juegues conmigo. -negué con una sonrisa de incredibilidad.
-Tienes el cielo en tus ojos, pero mire más allá y puede ver el infierno en tu mirada. Tú eres tan malditamente perfecto que duele sabes. Vives en un paraíso que no te das cuenta que existen paraísos disfrazados de infiernos, y a eso vengo yo. A demostrártelo, -me tomó del brazo y me llevó hasta la ventana-. Saldremos y te mostraré el mundo con en verdad es, voy hacer que sientas el infierno tu hogar.
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3:00 AM. ADAPTACIÓN || L.S ||
Action¿Qué ocurre a las 3:00 am? Las 3:00 de la mañana no es cualquier hora, ya que alrededor hay muchos misterios e incluso demonios. Probablemente en alguna ocasión te ha pasado algo raro, por ejemplo despertar a esa hora exactamente... ¿Curioso no? Pue...