Siete

1.4K 138 117
                                    


Cruzas la línea que no hay que cruzar para ti no hay reglas,
me estoy cayendo al fondo del placer, tu vienes conmigo.
Igual, ya es tarde pa dejarnos ir solo corta el hilo.


Las estanterías de cristal, la alfombra de piel y las señoritas pisando nuestros talones mientras atienden cualquier deseo de mi amiga.

A tan solo unas semanas de la boda y a un par de días del viaje a Jeju, Seolhyun me había arrastrado a comprar los zapatos para la boda.

Y ahora me encontraba admirando cientos de zapatos de diferentes diseñadores y marcas de prestigio. La tienda había incluso, sido cerrada para nosotras dos. Era un día
por así decirlo de mejores amigas, y aparentemente Seolhyun tenía semanas planeando este momento. No puedo evitar sentirme terrible, porque mientras mi amiga se ha esmeraba en este día tan especial, yo me veía con su prometido en la oficina. Y la peor parte de todo es que mientras estoy con él, me siento tan embriagada el momento. Que olvido que Seolhyun lo espera con ilusión para elegir el color de los manteles.

-¿Que te parecen estos?-Decía con una amplia sonrisa iluminando su rostro, no había duda de que esta chica era la más feliz cuando se trataba de su boda.

-Pienso que los primeros que te probaste van más acorde a tu vestido.

-Tienes razón ¿Por que mejor no te los pruebas tú?

-¿Yo? ¿Para que?-Dije extrañada mientras miraba otros zapatos.

-Porque tu serás mi dama de honor, y debes verte increíble al caminar hacia el altar.-Mi amiga me abrazaba por detrás, mientras movía insinuante esos zapatos hacía mí. Yo prefería evitar el regalo, no quería otro motivo para sentirme culpable.

Ya tenía demasiados.

-No lo sé Seolhyun, han de ser impagables para mí. Aún tengo deudas que el precio de esos zapatos pueden saldar.

-Por eso no te preocupes, es mi boda y debo procurar que absolutamente todo quede perfecto. Por favor, por favor, por favor pruébatelos.-Me arrastra al sillón y pide mi número de zapato, sabía todo de mí. O al menos creía saberlo.

Esos zapatos eran increíbles, un tacón de aguja dorado que apoyaba el charol rosa decorado de una ligera línea de encaje blanco al rededor.

No los merecía, pero por un momento me vi con ellos al espejo y olvidé quien soy, de donde vengo y adonde alguna vez quise ir.

Por un momento el mundo de Seolhyun no me hacía sentir tanto rencor, ni era ajeno a mi cotidianidad.

-Se te ven increíbles, una vez te quites ese feo traje de oficinista y uses el vestido que está en proceso para ti. Vas a tener que contratar un par de escoltas porque se te van a abalanzar todos los solteros de Seúl.-Seolhyun bromeaba mientras me tomaba por los hombros y me admiraba en el espejo.-Vamos por un helado como en los viejos tiempos, tengo un par de cosas que hablar contigo.-Si bien su sonrisa no abandonaba su rostro al decir esto su semblante cambió a uno un poco más serio.

Caminamos con las bolsas de nuestras compras al rededor del centro comercial, mirábamos distintas ventanas y recordé cuando teníamos unos diecisiete años y evitábamos entrar a aquellas porque yo no podría comprar nada a diferencia de Seolhyun. En algunas ocasiones obtenía para mis cumpleaños alguna de aquellas cosas que detallaba con gusto en nuestras salidas.

No había duda de que Seolhyun había sido una gran amiga, y todavía lo era.

Tomamos asiento en la misma heladería con temática de los cincuentas que frecuentábamos en aquellos días, fresa para ella y crema de limón para mí.

Thief | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora