El bar, que se encontraba bajo el suelo, tenía un techo bajo, sin ventanas y en las paredes habían fotografías de gente bebiendo y bailando. En una de las treinta pequeñas mesas se sentaba Camarada Ossipon. Frente a él había un pequeño y sucio hombre que bebía tranquilamente de un gran vaso lleno de cerveza. Usaba lentes y a los lados de su cabeza pequeña tenía orejas que eran muy grandes para su cara. Era conocido como el Profesor, y al sentarse junto a él, Ossipon no se sentía muy importante. Miró al Profesor, preguntándose como obtener la información que quería del pequeño hombre.
'¿Has salido mucho hoy?' dijo finalmente.
'No. Me quedé en cama toda la mañana. ¿Por qué?'
El Profesor vivía lejos en un sector pobre de Londres en donde rentaba un cuarto en el cual, parecía que cosas misteriosas pasaban. Su más grande pieza de mueblería era un gran armario que mantenía con llave en todo momento. Siempre se quedaba en su habitación cuando la patrona iba a limpiarla y cuando él salía cerraba la puerta y se llevaba la llave.
'¿Has escuchado las noticias?' preguntó Ossipon.
El Profesor sacudió su cabeza. Ossipon esperó por un momento e intentó de nuevo.
'Dime, ¿das tus explosivos a cualquiera que te los pida?'
'Sí, ¿por qué no?'
'¿Alguna vez se los has dado a un detective, por ejemplo?
El hombrecito sonrió. Era muy seguro de sí mismo. 'La policía no se acercaría a mí.'
'Pero podrían obtener explosivos de ti y luego arrestarte.'
'No lo creo. Ellos saben lo que siempre traigo conmigo.' El Profesor tocó su abrigo ligeramente.
'Sí, suficientes explosivos para matarte a ti mismo y a todos cerca tuyo,' dijo Ossipon con una voz llena de maravilla y miedo.
'Siempre tengo mi mano alrededor de la pelota de goma dentro de mi bolsillo. Activa el detonador dentro del tarro de cristal. El tubo sube aquí.' Mostró con rapidez el tubo de caucho café que desapareció dentro del bolsillo de su abrigo.
'¿Explota inmediatamente?'
'No. Se demora veinte segundos a partir del tiempo que toco la pelota.'
'¡Veinte segundos!' Ossipon no lo podía creer. '¡Eso es terrible!'
'Es la parte débil de este sistema. Estoy intentando inventar algo mejor. Un detonador realmente inteligente.'
'Veinte segundos,' repitió Ossipon sacudiendo su cabeza.
'Nadie en este espacio podría esperar escapar,' dijo el hombrecito mirando a su alrededor.
Ossipon sacudió su cabeza otra vez mientras se imaginaba la terrible destrucción de una bomba allí. Pero el Profesor siguió hablando con calma.
'Otras personas creen que usaré mi bomba. Eso es lo que me hace libre. Ellos necesitan orden y vida. Yo no necesito nada más que muerte - y eso me hace fuerte.'
'Karl Yundt dijo algo así hace poco tiempo.'
'Karl Yundt no sabe nada. Ninguno de ustedes gente sabe algo.'
'¿Pero que quieres que hagamos?' preguntó Ossipon enojado.
'¡Inventar el detonador perfecto! Sobre eso es de lo que deberías estar pensando. No eres nada mejor que la policía. Me encontré con el Inspector Heat el otro día. Pensaba muchas cosas - su jefe, su dinero, los periódicos - y tú y tus amigos son iguales a él. Hablas y hablas y no haces nada. Yo trabajo catorce horas al día inventando el detonador perfecto. Si es necesario, no como. Y trabajo solo.'
El rostro de Ossipon se enrojeció. 'Dejemos todo eso. ¿Qué hay sobre las noticias, eh?' Sacó un periódico de su bolsillo. 'Había una bomba en el Parque Greenwich esta mañana a las diez y media. Dejó un gran agujero en el suelo bajo un árbol y habían pedazos del cuerpo de un hombre por todas partes. Se voló a él mismo. ¿Tuviste algo que ver con eso?'
El Profesor dijo 'Sí', casi sonriendo.
'¡Lo sabía!' exclamó Ossipon. '¡Le das tus explosivos a la primera persona estúpida que te los pide!'
'¡Cierto! ¿Y por qué no? ¡No tomo órdenes de ti! No eres lo suficientemente importante.'
'Tu detonador no fue muy bueno esta vez,' dijo Ossipon frío. 'Mató al hombre.'
El Profesor lucía un poco incómodo. 'Sí, bueno, alguien tiene que probarlos.'
'¿No puedes describir a la persona a la que se los diste?'
'Puedo hacer más que sólo describirlo. Fue Verloc.'
'¡Verloc! Imposible.'
'Sí. ¿No era él un hombre importante en tu grupo?'
'Bueno, no en realidad. Él usualmente recibía camaradas que venían a Inglaterra, pero no era muy importante. No tenía ideas. Años atrás, solía hablar en reuniones en Francia. Creo, pero no lo hacía muy bien. La policía lo dejó solo, no sé porqué. Estaba casado, sabes. Supongo que comenzó esa tienda con el dinero de su esposa. Parecía que hacía todo correctamente.'
Ossipon pausó y habló casi para él mismo: 'Me pregunto ¿qué hará la mujer ahora?'
'Verloc me dijo que quería destruir un edificio,' dijo el Profesor. 'Le di un frasco de vidrio grueso lleno de explosivos dentro de una vieja lata. Tal vez activó el detonador y luego olvidó el tiempo. Tenía veinte minutos. O quizás se le cayó. El detonador estaba bien, estoy seguro.'
Ossipon estaba preocupado. 'Todo esto no es bueno para mí, ' dijo, mientras el Profesor llamaba al mesero para pagar la cuenta. 'Karl ha estado enfermo en cama por una semana y Michaelis está en el país escribiendo un libro. La policía se podría interesar en mí.'
'No sé qué le pasó a Verloc. Es un misterio,' dijo el Profesor. 'Pero se ha ido. La policía sabe que no lo ayudaste.'
'No estoy tan seguro. Pero tal vez nuestro amigo Michaelis nos apoyaría cuando hable en una de nuestras reuniones. Michaelis es estúpido, pero a la gente le agrada. Y yo podría hablarle a algunos periódicos.'
Ossipon pensó en la tienda de Verloc en la calle Brett. ¿Ya estaba la policía allí, haciendo preguntas? Luego, se preguntó cómo la policía identificaría a Verloc después que la bomba haya hecho su violento trabajo. Quizás estaba a salvo después de todo. O tal vez no.
'¿Qué debería hacer ahora?' se dijo un poco a sí mismo.
'Obtén lo que puedas de la mujer,' dijo el Profesor, que había escuchado sus palabras.
El pequeño hombre terminó su cerveza, se levantó y se alejó de la mesa, y Ossipon, sorprendido por las palabras del Profesor, se sentó solo por un momento pensando. Cuando salió del bar a la calle gris y sucia, el Profesor ya se había ido.
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El Agente Secreto
Mystery / ThrillerAdolf Verloc es un doble agente, trabajando para la policía británica y un país extranjero. Él pretende vivir una vida normal con su esposa, Winnie, y tiene una tienda en Londres, la cual en la noche, se vuelve un lugar de reunión para anarquistas...