Después de tantas horas en caminar, por fin decide en tomar un descanso. Los pies le duelen como infierno y el calor no ayuda en nada, tiene que limpiar la ligera capa de sudor que se ha formado en su frente.
Se puede notar el verano en la gran ciudad de New York, no son más de la una para que este cansado y desee dormir por largas horas en su tan preciada cama.
Desordena sus cabellos rubios hacia atrás y suelta un bostezo, buscar el mejor sitio para capturar una fotografía que al momento de verla pueda transmitir los sentimientos, puede ser cansado.
Demasiado, vaya que si.
Frustrado por no obtener su objetivo dispone de guardar su cámara profesional en su maletín especial para ella.
Fue allí cuando una pelota roja cae en sus pies.
—¿Esto es tuyo?— preguntó tomando la pelota en sus manos y la extendió hacia el pequeño niño, quien asintió dudoso. —¿Cual es tu nombre?— alzó sus comisuras en una sonrisa tranquila.
El pequeño duda un poco en contestar, pero al final sonríe de vuelta para el hombre y contesta.
—Keith— sus mejillas se tornan rojizas cuando se acerca extendiendo sus brazos para tomar su juguete. —¿Y el tuyo?.
—Niall— dijo enternecido por la diminuta figura del niño. —¿Dónde está tu madre?.
—Mi papi esta allá— Niall le toma la mano y lo encamina, sonriendo por la simpatía del niño.
—¿Cuantos años tienes?— bajo su mirada para verle responder, dándose cuenta de los hermosos ojos almendra que poseía.
—¡Cinco! Y soy el hombre de la casa— responde con orgullo haciendo que el hombre suelte una risa. —Vicky dice que soy grande y debo cuidar a papi.
—¿Y lo haces?— Keith asintió.
—Mira, allí está, ¡Papi!— el pequeño se suelta de su mano y corre sin ser cuidadoso con la gente que camina.
Dirige la mirada hacia una banca, donde un hombre y un chico están sentados a cada extremo. El hombre de piel bronceada sostiene un bebé en sus piernas, mientras lo arrulla con el movimientos de sus rodillas.
Niall se acerca un tanto nervioso, espera que el padre no lo acuse de ladrón de niños o pedofilia.
—Disculpe, creó que este pequeño es suyo— dice amable, sonriendo incómodo.
El moreno alza la mirada hacia él y después mira a Keith.
—Se equivoca— negó. —Es de él— señala con un asentimiento al chico del otro lado de la banca.
—Papi, hoy conocí a un hombre—logra escuchar la voz aterciopelada del pequeño y se indigna a voltear.
Un castaño de piel blanca es quien tiene en sus brazos a Keith, de ojos brillantes y sonrisa bonita.
Hermoso.
—Keith Payne, ¿Que te he dicho de no hablar con extraños?— regaña, más no se escucha molesto. Su voz no es ronca, más bien es suave.
Niall queda allí, admirando la belleza del chico con la boca abierta.
— Pero él es amable— contradice sacando su labio inferior en un lindo puchero. Niall decide interferir.
—Hola, soy Niall— por fin sale del sueño y se presenta, dándose un golpe mental por quedarse como una estatua.
Él levanta su mano que segundos después es aceptada por el castaño, regalandole una sonrisa tímida.
—Liam— da su nombre en una hermosa envoltura. —Gracias por traerme a Keith— su delgada mano sujeta la suya y la recarga en el hombro del pequeño.
—No es nada, se había ido la pelota y yo solo la devolví— ambos sueltan una risilla tonta, no saben como actuar ante la extraña situación.
—Papi, ¿me compras un helado?— el pequeño interrumpe la burbuja que han creado sin intención. Keith señala el local del otro lado de la calle con entusiasmo.
—Vamos— Liam gira para tomar el libro que dejo a un lado y vuelve su mirada al rubio. Sonríe por última vez haciendo que el otro grabe esa imagen en la mente. —Gracias, otra vez.
—Nos vemos, Liam.
El castaño solo asiente en un lindo rubor de mejillas, similar al de su pequeño.
—Muy joven para tener un hijo, ¿no creé?— el hombre de la banca habló.
Niall frunció el ceño, confundido por el comentario.
—¿En verdad es su pequeño?.
—Si, viene muy seguido aquí— alzó el bebé y lo metió dentro de la carriola, cubriéndolo con las mantas amarillas. —Alguna vez menciono tener veintidós años— Niall suspiro para no hacer una expresión de sorpresa. —Realmente es un chico dulce, pero se que detrás de esos encantadores ojos hay un pasado triste.
Niall giro al escuchar una campana timbrar a lo lejos, sonriendo al mirar justamente a Liam entrar al local tomado de la mano por su niño.
¿Cual seria su pasado? Se preguntó.
Liam aparentaba a lo máximo diecinueve años, no un joven de veintidós y con un hijo de cinco.
Niall sacaba conclusiones rápidas, podrían ser miles de motivos pero ¿Cuál de todas seria?
Jaz ❤️
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Él es Liam
Fiksi PenggemarNiall tiene una cámara fotográfica Liam tiene una hermosa sonrisa Esta historia me pertenece Prohíbo la adaptación sin mi permiso