Paso cuatro semanas saltándome las clases de Hugo, no ha llamado a mi casa, no ha habido quejas, nada de nada. La tregua se la tomó en serio. Solo me presento a los exámenes. El último viernes antes de Semana Santa tengo el último de lengua de la segunda evaluación.
-Señorita Ruiz.- Dice poniendo el examen encima de mi mesa. Lo ha reservado para el último momento. Soy la última. Me reparte cinco folios más, aunque, si lo hago todo correcto, podría caberme en las tres hojas que componen el examen.
-Creo que me has dado demasiados folios.- Se agacha para que yo solo pueda verlo y escucharlo mejor.
-Señorita Ruiz.- Asiento, mientras muerdo el tapón del bolígrafo. Me voy a plantear seriamente poner un mordedor y no un tapón.- Más le vale rellenar todos esos folios que la he dado, porque sino, los demasiados, van a ser los problemas que vas a tener.- Me quedo perpleja, pero antes de que pueda responder el se levanta y se va a su mesa.
No levanta la vista de mi en todo el examen. No puedo copiar de ninguna manera, y lengua, es la asignatura que peor se me da con diferencia al resto. Aunque en concreto ninguna se me da exactamente bien.
A diez minutos de terminar la clase y el maldito examen, el tapón de mi bolígrafo parte y me corto el labio inferior.
-¡Joder...!- Hugo levanta la cabeza de unos papeles y me mira. Intento chupar la sangre pero ésta sale demasiado rápido.- ¿Puedo ir al baño?.- El niega.
Se levanta y coge una pequeña gasa de un bolsillo de su mochila.
-Si sales te tengo que quitar el examen.- Asiento. Huele de maravilla y me está aturdiendo hasta el sentido común. Dobla en varias partes la gasa, se agacha y se sienta en el pequeño banzo que hay delante, desde el que los profesores dan clase. Alarga la mano y pasa la gasa por mi labio. Estoy hipnotizada, tiene los ojos azules cristalinos, parecen dos lagos. Le sale una pequeña arruga en la frente por la concentración y suspira.- Sujétalo aquí hasta que termines.- Asiento embobada. ¿Que coño me pasa?. Termino la última el examen, nadie está dentro de clase ya.
-Buen fin de semana.- Le digo mientras sale por la puerta guardando mi examen.
-De fin de semana nada.- Guarda el bolígrafo en un bolsillo de su mochila y me mira.- Vas a venir a la clase de hoy, a las de los tres días que quedan.- Abro los ojos como platos, pero antes de poder rechistar sale volando por la puerta.
-Mierda...- Suspiro. No he venido en chándal, solo tengo un pantalón culot negro que es térmico del fútbol y la camiseta de tirantes que llevo debajo de la camisa de cuadros. Tendrá que valer.
-Estás muy guapa.- Fulmino con la mirada a Laura. Odio realzar mi figura. Me gustan las cosas anchas, holgadas, gruesas, calientes. Por lo contrario lo que llevo puesto es como una segunda piel y escaso de tela. Aunque tenga un cuerpo de envidia, vientre plano, culo terso, piernas estilizadas y el busto bastante acorde con el resto del cuerpo, odio que nadie me mire.
-Cállate, van a ser los cincuenta minutos más largos de mi vida.- Laura se carcajea y dos chicas más también, es muy raro verme así.
Salimos al gymnasio y los ojos de todos los tíos parecen platos. Tengo ganas de entrar y ponerme la camisa, pero "no es la ropa adecuada". Hugo sale de la pequeña sala donde tiene todo y pasa lista sin levantar la cabeza. Cuando llega a mi nombre la levanta y se queda igual de perplejo que el resto. Pero no dice nada y en segundos retoma lo que estaba haciendo. Diez minutos después estamos corriendo las vueltas de calentamiento. Mientras la mitad de los chicos de clase solo van detrás de nosotras para mirarnos el culo.
-Señorita Ruiz.- Miro a Hugo y freno. Lanza la orden de calentar las articulaciones mientras me hace entrar al almacén del material.
-¿Qué quieres ahora Hugo?.- Respira profundo mientras tiene los ojos cerrados y cierra la puerta. Los abre, son demasiado bonitos para ser reales.
-¿Como narices se te ocurre venir así a mi clase?.- Alzo las cejas.
-¿Así como?.- Con una mano hace un gesto de arriba abajo señalándome.
-Así.- Mueve la cabeza.- Un pantalón minúsculo.- He de decir que el culot es más corto de lo que me gustaría.- Una camiseta de tirantes que no deja ni volar a la imaginación.- Pongo los ojos en blanco.- Y con deportivas de suela dura.- Dice indicando a mis vans. ¡Lo mato!.
-No soy yo la que ha decido que tenía que venir a esta clase, cuando yo había venido vestida en vaqueros y camisa.- Me mira.
-Vale.- Asiente. Se da la vuelta y abre una pequeña taquilla. Saca la sudadera que yo le devolví.- Póntela.- Niego con la cabeza. El la sostiene entre los dos con una mano.
-No me la pienso poner.- Me mira, no va a dar su brazo a torcer.
-¡Póntela!.- Me estremezco por el golpe que ha dado en la taquilla.
-No me pienso poner tu sudadera Hugo. Me voy a morir de calor.- Suspira.
-Póntela, por favor.- Se muerde el labio inferior mientras me mira.
-¿Por qué?.- Frunce el ceño y sigue sin soltar su labio hasta que decide responder. Sus ojos están medio negros, las pupilas son enormes.
-Porque no puedo seguir viendo como te miran todos los demás.- Lanza la sudadera sobre la mesa que hay y sale fuera dejándome anonadada por la respuesta.
Decido hacer lo que me ha pedido, por su bien, por el mío, porque me encanta su olor y porque me encanta su sudadera. Es de color gris un poco clara, lisa, gruesa, calentita, grande y holgada. Salgo y están con las figuras de acrosport, a la vuelta de Semana Santa será el examen.
-El apoyo que tienes que hacer con Arzu es en el culo.- Dice Laura a Omar, uno de los cuatro chicos, el más guapo y buenorro de hecho. Han estado practicando sin mi, ahora tienen que hacerlo ya conmigo. Omar intenta sostenerme con las manos, pero no lo consigue. Hugo no para de observarle como intenta colocar las manos de alguna manera para que no caigamos.
Omar esta tumbado en el suelo con las piernas flexionadas, yo tengo que estar sostenida por el con sus manos en mi culo y un poco apoyada en sus rodillas para que Laura haga lo mismo y sostener los dos pinos que hacen los otros dos chicos que restan.
Veo como Hugo se desespera cada vez que nos mira, Omar no para de buscar en qué zona de mi culo tiene que agarrarme, y creo que ya me ha palpado cada centímetro, lo peor es que yo misma le estoy dejando para ver qué hace Hugo.
-Estamos en una clase de educación física, no de exploración de la anatomía de su compañera.- Me lo quedo mirando perpleja.- Parece que estáis haciendo más el kamasutra que una figura de acrosport.- Respira rápido y se que está nervioso.
-¿Le molesta algo, profesor?.- Me fulmina con la mirada.
-No Arzu, pero os voy a enseñar como es.- Se tumba en la colchoneta y se prepara. Miro a Laura para que sea ella quien tenga que ponerse con el, pero esta niega con la cabeza burlona.
Hago acopio de todo mi autocontrol. Hugo tiene algo que no me gusta, y cada vez que me toca siento descargas, pequeñas chispas, y no me gustan. Me coloco en su manos y el me agarra fuerte. El corazón me va a mil por hora, hasta que conseguimos la postura perfecta.
Dos segundos después toca el timbre. Recogemos todas las colchonetas y me quedo sola en el gymnasio casi. Voy al almacén para devolverle la sudadera. Cuando entro está de espaldas a mi. Empiezo a quitarme la sudadera pero me cuesta sacármela por la cabeza, se me enredan los brazos y me quedo sin visión alguna.
Noto como Hugo se mueve, no lo veo, pero lo sé. Le siento como si estuviésemos conectados. Cuando noto que estira de la sudadera, también noto sus labios sobre los míos y me da un pequeño mordisco, el labio inferior me quema.
-No podía resistirme.- Abro los ojos y veo su cara de culpabilidad.
Me cambio rápido y salimos prácticamente a la vez del instituto. La diferencia es que a el le está esperando una chica rubia, a la que nada más ver besa. ¿¡Que?!. Las pulsaciones se me ponen por las nubes. Lo coge de la mano y caminan en la misma dirección que yo. Me arden las venas. Y no quiero identificar porqué, aunque lo tengo muy claro.
Más que andar corro, quiero llegar a casa lo antes posible y perderlos de vista.
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¿Qué pasó profesor?
Teen Fiction«A veces podemos pasar años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida, se concentra en un solo instante» Oscar Wilde