Rompiendo el caparazón de silencio

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La tarde caía en la universidad, y Owayne y Chris caminaban fuera del campus. Las hojas otoñales crujían bajo sus pasos, reflejando la melancolía que envolvía a Owayne. Aunque solían relajarse fumando entre clases, Owayne había estado notablemente callado.

—Estás muy pensativo hoy —comentó Chris con su habitual preocupación—, aunque supongo que es normal en estas fechas.

Owayne le miró extrañado mientras buscaba en su memoria. Cuando cayó en cuenta del día que era, una sonrisa nostálgica se formó en su rostro. Hacía tres años que se había marchado de su casa.

—En realidad no recordaba qué día era hoy. Estaba pensando en otras cosas.

—¿Y esas cosas son...?

Owayne apartó la mirada y exhaló el humo de su cigarro recién consumido. La colilla, aún tibia en sus dedos, se deslizó hacia el suelo.

—Eché todo a perder. Estuve por besar a Seere y ahora no deja de evitarme.

En cuestión de días, todo había cambiado. Aunque comprendía que Seere necesitara espacio, le dolía no poder disculparse siquiera. Algunas cosas permanecían iguales: compartían la habitación durante guardias y disfrutaban de partidas de videojuegos, pero cualquier intento de Owayne por abordar el tema era esquivado por Seere.

—Vaya peculiar manera de confesarse —ironizó Chris—. Deberías darle algo de tiempo para procesarlo, seguro que no eres el único con un montón de pensamientos.

Owayne suspiró por lo bajo y tiró la cabeza hacia atrás.

—No sé qué hacer. Solo quiero disculparme y que las cosas vuelvan a ser como antes.

—Oye, la clave aquí es hablar con él. No puedes asumir cómo se siente.

—¿Y si estropeo todo? —preguntó Owayne, con un atisbo de ansiedad en sus ojos.

—A veces, las cosas no salen como esperamos, pero al menos no te quedarás con la duda de qué habría pasado. No temas arruinarlo, preocúpate por haber hecho lo que creías correcto. Habla con él, explícale lo que sientes y discúlpate si es necesario, a veces, eso es suficiente para encontrar la paz contigo mismo.

Una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Owayne se sintió reconfortado y agradeció el gesto. Aun si no resultaba como esperaba esta vez quería hacer las cosas bien.


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El resto del día, su mente fue un torbellino de pensamientos sobre cómo disculparse con Seere. Una y otra vez, su imaginación lo arrastraba a escenarios desagradables, donde sus palabras no eran suficientes y las cosas solo empeoraban.

Cuando finalizaron las clases y se dirigía a la salida, Owayne sintió a Carly rodear su cuerpo desde atrás en un abrazo. Sin embargo, no logró encontrar consuelo en el gesto de su amiga.

—Oye —dijo Carly en un tono gentil—, has estado muy distraído. Todo el día has tenido mala cara, pero sé de algo que te pondrá de buen humor.

La chica tomó su mano y él se dejó arrastrar afuera. A medida que sus pasos frenaban, su confusión crecía, y cuando Carly se detuvo totalmente le señaló con disimulo a una chica que parecía de grado superior.

—¿Intentas presentarme a una de tus amigas? Creo que paso —musitó dando la vuelta, pero Carly se le adelantó y se colocó frente a él.

—Por favor, solo ve a saludarla, le gustas y se armó de valor para pedirme que le ayudara. Hazlo por mí —imploró poniendo su mejor cara suplicante—, ¿Sí?

Rompiendo el caparazón de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora