Desde el comienzo de su incipiente relación, dos semanas habían transcurrido entre conversaciones furtivas y encuentros esporádicos. Owayne anhelaba el momento en que pudieran pasar más tiempo juntos, sin embargo, el vaivén de sus horarios disonantes había sido un obstáculo que parecía conspirar para mantenerlos separados.
Pero ese día finalmente los cambios en los horarios laborales les habían concedido una oportunidad cuando, además de coincidir para tener los mismos descansos, Demian les asignó la tarea conjunta de hacer compras para la funeraria.
Aunque el supermercado no era el lugar que Owayne había imaginado para pasar tiempo juntos, la experiencia no dejó de ser especial. Pese a que Seere no expresaba entusiasmo, su simple presencia le traía una sensación de conexión. Owayne se sentía cómodo, como si una paleta de colores disolviera la soledad que solía teñir su vida.
Sus nuevos días no se sentían solitarios y vacíos: ahora cada cosa común parecía extraordinaria en su compañía. Owayne suspiró al aire y dejó la bolsa que sostenía sobre el carrito de compras. Al acercar su mano a la de Seere y unirla, notó cómo el otro se apartaba instintivamente.
—Lo... siento. Creo que no debí hacer eso —desvió la mirada, arrepentido.
Dio unos pasos más cuando sintió la mano de Seere sujetarse a la suya y frenó, sabiendo que seguramente le sería difícil expresar aquella muestra de afecto.
—No es que me moleste, pero no estoy acostumbrado a ello —confesó bajito, recargando su mejilla sobre el carrito de compras—. Lamento si es problemático.
—Estoy feliz de poder estar a tu lado, así que te aseguro que procuraré ir a tu ritmo —musitó Owayne con suavidad, mientras soltaba suavemente la mano de Seere.
Una sensación de calma llenó el aire entre ellos, y Owayne sonrió con ternura, sabiendo que este momento era igual de especial incluso sin el contacto físico.
Seere le miró confundido y entonces él le obsequió una sonrisa, transmitiendo su comprensión y su disposición a esperar todo el tiempo que fuera necesario para que Seere se sintiera cómodo en su presencia.
•✦•┈┈┈┈┈┈•✦• ❀ •✦•┈┈┈┈┈┈•✦•
Con las compras terminadas, las tenues gotas de lluvia salpicando el techo del auto y la persona que quería a su lado, Owayne se sentía rodeado de felicidad.
—Deja de dibujar cosas en los cristales —regañó a Seere con tono amable—, la gente te mira como si no fueras normal.
—Obviamente, ¿por qué querría serlo?
—De verdad que eres todo un caso —se rindió.
Seere apartó su vista con una gran sonrisa y recargó la cara sobre su mano. Owayne le miró un instante y regresó la vista al semáforo que continuaba en rojo.
—Por cierto, ¿puedo hacerte una pregunta? —inquirió de pronto.
—Ya lo estás haciendo —masculló el otro con burla—. Adelante, puedes hacer las que quieras.
—No lo sé, en realidad quiero saber muchas cosas, quiero conocer más de ti.
—Nunca he sido bueno hablando de mí —confesó Seere, evitando la mirada de Owayne—. No creo que haya algo demasiado emocionante.
Owayne no pudo evitar reír.
—Ahora sí estás sonando como alguien normal.
Seere sacudió la cabeza y le dio un suave golpe con sus nudillos.
ESTÁS LEYENDO
Rompiendo el caparazón de dolor
RomansaOwayne es sonrisas, calidez y positividad. Seere es sarcasmo, frialdad y hastío. Cuando ambos comienzan a compartir su rutina, las diferencias se ven aminoradas y, aunque Seere odia la idea de lidiar con relaciones, no puede ocultar que el alegre Ow...