Capitulo 15: La fiesta

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(Sábado)

Era las ocho de la tarde, y me encontraba arreglándome para ir a la fiesta que daba un compañero de su casa.
De pronto me mire en el espejo, iba vestida con una falda vaquera y un top negro a conjunto de mis vans, pero había algo en mi piel que no me gustaba nada, mis marcas, mis cicatrices, ese año podría haberme muerto por cortarme, y aún lo seguía haciendo en secreto, solo que esta vez nadie podría controlarme para que no lo hiciese más, era como una droga, cuando te enganchas no puedes dejar de hacerlo, y eso era lo que me provocaba cortarme, cuando había algo dentro de mi que no podía sacar a fuera, y tenía bastante rabia y coraje como para soltarlo me despejaba conmigo misma, después me sentaba en el suelo del cuarto de baño y miraba lo que había hecho, y era horrible, pensaba que así podía saciarme, pero después me sentía peor. El caso es que nunca estuvieron hay para levantarme y decirme que todo iría bien, porque hasta mis compañeros se metían conmigo, y al llegar a casa nadie estaba para contarle lo sucedido.

Me senté en el suelo y me empecé a llorar, lo seguía haciendo, y cada vez iba a peor, ya ni si quiera podía parar, me estaba destruyendo, y esta vez nadie podía salvarme, recordé lo sola que me había sentido todos estos días y el vacío que llevaba dentro de mí, hasta que fui al baño y cogí la cuchilla, me senté en el mismo lado del espejo y la puse sobre mi piel, a nadie le importaría verme unos cortes profundos, en ese momento recordé todo mi odio y apreté aquella cuchilla, una y otra vez hasta dejarme sin fuerzas y lo suficientemente llena de sangre, y me miré de nuevo en el espejo, me estaba arruinando por dentro y por fuera, y no podía parar, pero ya no me importaba.

Ni si quiera me moleste en curarme las, solo bastó un poco de agua para quitar la sangre, me aliste de nuevo y espere a que Caroline viniera a recogerme, cogí una chaqueta fina y me la puse por encima. A los veinte minutos paró en frente de mi casa, pero no iba sola, si no que con Karther, aunque no me molestaba, me agradaba que por una vez hubiese elegido enfrentarse a mi como es debido, la echaba de menos, en como estaba a mi lado apoyándome y dándome todo su cariño, que ya no importaba que estuviese con Alex, lo que realmente me hizo más daño es que todo este tiempo estuvieran ocultándomelo como si fuese una cosa mala, los quería a los dos y quería lo mejor, y ellos decidían que estar juntos estaba bien pues mejor.

- Hola chicas.-salude al entrar.
- ¡Cuanto tiempo, ya te echaba de menos!- exclamo Caroline, Karther ni si quiera se digno a mirarme, como hacía de costumbre, al sentarme vi como Caroline le daba un codazo en forma de regaño, pero aún así no dijo nada.

En unos quince minutos lleguemos a la casa de Tommy, todos estarían allí, incluido mi hermano con sus amigos, y para ser sincera después de haber hecho aquello y de sentirme como una mierda no tenía ganas de nada.

- Hey, alegra esa cara, estamos en una puta fiesta, ¿ qué quieres de beber? - intentó animarme y sacarme de mis pensamientos Caroline.

- De momento algo relajado como una cerveza o algo así..- le respondí.

- Vuelvo enseguida.- me guiño un ojo.

Para ser sincera después de aquello no la volví a ver, y mira que me quede en el mismo sitio, al estar esperando tanto tiempo decidí irme, y que les dieran por el culo a todos esos gilipollas, pero antes de eso fui a la barra libre y me tome una buena ronda de unos tragos que iban hasta el mismo cogote de alcohol, una vez borracha y fuera de pensamientos me dispuse a salir de aquella horrible fiesta e irme a casa a dormir para nunca despertar.
Cuando llevaba un buen rato andando me entró calor y me quite la rebeca*, tenía todos mis sentidos en alerta y escuché unos pasos tras de mí, me di la vuelta pero en una milésima de segundo ya lo tenía a mi lado.

- Hola.- sonrío David.
- Em.. hola supongo.- me puse nerviosa.
- Se que vas pero, por eso vengo tras de ti todo el rato y si hubieses querido ir a tu casa no te la hubieses pasado hace ya cuatro calles ¿ no crees? - siempre tan seguro de sí mismo, capullo.
- Voy pensando en otras cosas, creo que volveré y tú- le señalé- ya puedes dejar de hacer de mi guardaespaldas, gracias.
- No voy de tu guardaespaldas, solo quería acompañarte.- sonrío, hasta que pare enfrente de él y quería darle un guantazo por lo idiota que se veía haciendo eso, hasta que levante la mano menos indicada y lo vio.
De repente el mundo se calló y entre en pánico, lo miré, me miré y no sabia lo que hacer, pero su cara reflejaba ¿decepción? No, pena era lo que sentía por mí.

- No falta hace que digas nada, haz como si no tuvieras ni corazón ni ojos y vete.- le ordene y me puse la chaqueta. Y eche a andar de nuevo, pero esta vez a la dirección correcta, pero sus manos me atraparon y volví hacia donde estaba él.
- No pienses ni por asomo que voy a juzgarte por lo que has echo, pero solo respóndeme a una pregunta.- dijo con seriedad como si de verdad le importase lo que me pasaba.- ¿ Te has curado?

-No.- nunca estaba acostumbrada a curarme las heridas.
-Vamos a mi casa, no hay nadie y allí tengo todo lo necesario para curarte.- dijo como una orden.

Lo obedecí por una única razón, porque se había preocupado más en menos tiempo, que toda aquella gente de mi alrededor en todos estos años, y eso era lo que me importaba.

¡¡Y hasta aquí!! Estoy súper contenta por haber escrito capítulos y haber tenido la inspiración suficiente para que os guste el capítulo de hoy, os confesaré una cosa, entre nosotros, esta novela tiene algo de secretos y no es que esté basada en echo a reales pero algunas cosas que relata son verdad y experimentada en carne propia. Espero que os guste y que segáis apoyándola como desde el principio.

Un beso, mel☺️

¡Eres Mio Imbecil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora