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❣ Parte Cuatro ❣

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Transcurrieron cuatro meses más en la vida de ambos góticos, aquella mañana de junio KyungSoo se estremecía entre las finas sábanas de la gran cama. Mantenía una leve sonrisa en sus abultados labios y los ojos los traía cerrados; se encontraba desnudo y solo entre las sábanas con una pierna flexionada y la otra estirada, una imagen exquisita de la desnudez del peliazul, sensual y locamente irresistible.

La sonrisa de KyungSoo se iba convirtiendo una una mucho más grande llegando a incluso a morderse los labios ya que esa misma mañana, una hora antes, JongIn lo había despertado con un húmedo beso negro.

El pene de KyungSoo volvió a recuperar la dureza tras recordar la lasciva sensación de sentir la lengua de su novio invadiendo su interior. JongIn había separado las nalgas del contrario y de un sólo movimiento introdujo toda su lengua obteniendo como regalo el placentero gemido de KyungSoo. JongIn era un pervertido de primera, se encontraba muy al traje listo para trabajar en una imponente compañía que le proveía de todo pero, de modo que era el hijo del CEO más importante de la ciudad, se daba sus lujos para llegar tarde de vez en cuando. A KyungSoo le excitaba en sobremanera ver a su hombre enternado todo de negro e incluso el maquillaje bajo los ojos regalándole un despertar excitante.

El moreno había colocado a KyungSoo en la posición del perrito y le ordenó severamente que no exigiese nada, que era él quien mandaría en aquel momento, KyungSoo obedeció y le dejó a JongIn seguir lamiendo y relamiendo su ano. Recibió húmedos lengüetazos, un par de nalgadas puesto que eran necesarias y también una sesión de masturbaciones por parte del más alto.

El peliazul se revolvió una vez más en las sábanas moviendo insconcientemente su pelvis porque el roce de la suavidad de las mantas contra su pene se sentía genial y mucho más cuando recordaba a JongIn. Estaba ya perdidamente enamorado de él.

Recordó que el moreno estuvo al rededor de veinte minutos lamiéndole la entrada, diciendo porquerías, alabado su glorioso cuerpo sensual y provocándole la eyaculación a chorros. KyungSoo juró que fue el mejor de los despertares, JongIn jamás lo había despertado de tal manera. El moreno, sonriente por su lujurioso triunfo, le aventó una nalgada y finalmente le dio dos serenos besos en las nalgas ya rosadas por los manotazos; pronunció un "te amo" y salió de la habitación directo hacia el edificio en el que trabajaba.

KyungSoo abrió por fin los ojos, se sentó en la cama y estiró los brazos hacia arriba haciendo que sus huesos tronaran. Bajó de la cama y caminó desnudo hacia el baño, ya era hora de despertar completamente. En la soledad de la ducha, mientras el agua chorreaba por todo su cuerpo, KyungSoo iba pensando en todo el giro que su vida había dado desde que empezó una vida con el moreno. No podía quejarse de nada, JongIn lo trataba como un príncipe en todo momento. Había renunciado a la porquería de trabajo que tenía y JongIn era quien se hacía cargo de él cosa que aún le molestaba, KyungSoo pese a todo no deseaba ser un parásito.

Su vida con JongIn no estaba pareciéndole una mierda, mientras el sexo era bueno, todo era bueno. JongIn era tan experto para hacerle llegar al orgasmo y cada jodido orgasmo que tenía era tan distinto al anterior.

Su pene volvió a ponerse rígido.

KyungSoo introdujo dos dedos a su boca lamiéndolos enteros mientras que la otra mano envolvía el ancho de su pene para empezar a masturbarlo. Introdujo su dedo medio en el ano. KyungSoo iba recreando imágenes sucias de JongIn, de JongIn la vez en la que se amarró así mismo el día de su cumpleaños... de la vez en la que JongIn había dejado que KyungSoo se corriera en sus pies... de la vez en la que JongIn le había colocado un collar de perro en el cuello y lo paseó desnudo por todo el departamento mientras el bajo traía un consolador en el ano. JongIn era fascinante para KyungSoo, todo lo que él siempre había deseado conseguir en un hombre.