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Chavela:

Luego de que Heath aceptara mi súplica por dormir con él, se hizo a un lado, dejándome un espacio considerable en la cama de mi hermano.

El silencio me incomoda –creo que no escucho su respiración de lo callado que está-, trato de disimularlo, pero de vez en cuando subo mi mirada, sólo para ver su espalda marcada. Hace veinte minutos que estoy aquí y no hemos cruzado palabra, lo único que hizo fue voltearse, dejándome "sola" –no seas melodramática-. Un movimiento capta mi atención, vuelvo a dirigir mi vista hacia él, y noto que está dándose la vuelta. Antes que pueda hacer algo, un par de ojos celestes se encuentran con los míos.

-¿No puedes dormir?-sonríe.

Niego.

-¿Desde cuándo le temes a la oscuridad y a las tormentas?-inquiere.

-Creo que era una niña. A veces cuando la lluvia es insoportable, suelo irme a la habitación de mamá. Antes, cuando Karl aún vivía aquí, intentaba colarme a su lado en la cama, pero me corría en cuanto se daba cuenta.

-No sabía eso.

-Bueno, no es que lo vaya contando por ahí con orgullo-digo y esta vez ríe.

-Tienes razón.

Pasan los minutos y es él quien vuelve a tomar la palabra:

-Oye, ¿Chavela?-pregunta algo tímido.

-¿Mh?

-Cuéntame algo, tampoco puedo dormirme.

-No soy muy interesante-me encojo de hombros, o eso intento.

-No pienso lo mismo.

Los colores se adueñan de mis mejillas –Chavela, no es momento de ponerte cursi-. Bajo mis pestañas, veo como sus ojos me observan con intensidad, casi retándome a que hable, así que accedo a seguirle el juego –vamos, no todas las noches me encuentro durmiendo al lado de Heath Ledg, y pide que le hable de mi-.

-Bien, tu ganas. Pero debes preguntarme porque a mi no se me ocurre nada, no soy muy buena para estos juegos.

-¿Por qué sigues soltera?-pregunta al instante y sin tapujo alguno.

-Veo que vas directo a la yugular. Creo que nadie me encuentra lo suficientemente fascinante como para intentar salir conmigo.

-Mientes.

-Hablo en serio.

-No puede ser cierto, cualquiera que tenga al menos dos neuronas no dudaría en hacerlo.

-Basta-hablo sonrojada.

-Sólo digo la verdad-se levanta un poco, apoyándose sobre su brazo izquierdo-Entonces...¿No has llegado muy lejos?

-¿Lejos?-no entiendo.

-Ya tu sabes, mano por aquí, mano por allá...

-Ahhhhh, a nada.

-¡¿NADA?!-casi se cae de la cama cuando grita.

-Lo juro, nada más allá de besos, uno que otro ha querido tocarme el culo o las tetas, pero se ligaron un manotazo.

-Quien diría que Chavela Montegi sería tan puritana.

-Casi que llevo un cartel de Virgen en la frente, ¿tan imbécil es para no darse cuenta?-.

-Hay tantas cosas que no sabes de mi-finjo ser cautivante-me parece que es tu turno de hablar, ¿Quieres que te pregunte algo?

-No, ya sé lo que voy a decir, nena.

Y una vez sucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora