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Chavela:

Definitivamente no creerán lo que sucedió anoche.

Madrugada del martes, luego del primer día de clases todo el mundo queda exhausto, y yo no soy la excepción, así que a eso de las tres de la mañana me encontraba en un profundo sueño–aunque duermas 5 minutos tienes sueño profundo-cuando un ruido ensordecedor me arrancó de mi cama y envió directo al suelo, atontada -¿Qué demonios fue eso?-.

Mamá apareció por mi puerta, gritando como una desquiciada, y preguntándome si me encontraba bien, inmediatamente le respondí que sí, no quería perder a mi madre por culpa de un paro cardíaco.

-¿Entonces de dónde salió el ruido?-preguntó, casi leyendo mi mente.

Como su hubiese sido magia, las sirenas de lo que arecían ser bomberos, se acercaban a lo largo de la cuadra, hasta parar al lado de nuestra casa: el hogar de Heath. Oh Dios.

Rápidamente, mi madre y yo tomamos nuestras batas –sí, tengo diecisiete  años, no noventa- y corrimos hacia la residencia del dueño de mis suspiros –no es momento para cursilerías ahora Chavela-. La señora Reachel y H se encontraban en la puerta, mirando su morada con incertidumbre y pesar –sé que no es lugar, pero ¿Cómo puede ser alguien tan lindo-.

-Lamentamos decirle que la casa se encontrará inhabilitada hasta la semana que viene como mínimo, señora Ledg. Las termitas han tomado todo el techo, y tardará unos cuantos días en reconstruirse-informó un bombero moreno-mientras tanto le recomiendo recoger ropa y útiles higiénicos y necesarios, e ir llamando a un hotel para hospedarse. Lo lamento.

-Muchas gracias, oficial-contestó la madre de Heath.

La escena parecía de película, el inmueble rodeado con cinta amarilla, una familia desolada en la puerta y bomberos. Hollywood estaría orgulloso

Mamá se acercó despacio y rodeó sus hombros con un brazo.

-Oh Reach, cuanto lo siento, sabes que mi casa siempre tendrá las puertas abiertas para ti y tu familia-le dijo.

-Gracias Meredith, en serio apreciaría si Heath y yo nos pudiésemos quedar este tiempo en tu casa, para no alterar tanto las cosas, prometo que no notaran nuestra presencia-suplicó la pelinegra.

-¡No es molestia mujer!-exclamó-busquen sus cosas, al menos para pasar esta noche, mientras Chavela y yo habilitamos el cuarto de Karl y el de huéspedes.

-¡Gracias amiga!-dijo y abrazó a mi madre tan fuerte que parecía que sus ojos se saldrían de las órbitas- En veinte minutos aproximadamente estaremos en la puerta, en serio muchas gracias-agregó, mientras se adentraba a la magullada casa.

-Olviden al Velociráptor, el maldito Parque Jurásico se había cagado en mi-.

(...)

La siguiente mañana estaba lista a las 7:15, algo que nunca pasaba, la respuesta a este suceso histórico tiene nombre y apellido: Heath Ledg. El bendito Dios de la perfección que dormía frente a mi habitación, al que había tenido que ver mientras enseñaba mi casa como a una guía turística.

Apenas crucé las puertas del Instituto corrí hacia las taquillas, buscando a V y G para contarles la –no tan- buena noticia.

-No creerán lo que sucedió en la madrugada-dije hablando rápido para tomar una gran bocanada de aire.

-¿Podrías modular, chica?-preguntó Venus- creo que ni los marcianos habrían de entender lo que acabas de decir.

-Como a eso de las 3 de la madrugada, la casa de ya saben quién, se vino abajo culpa de una invasión de termitas, y como mamá es amiga de Reachel, la madre de él, le ofrecimos hogar por una semana mínimo-solté.

Y una vez sucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora