— Maldición… —Susurró mirando hacia un lado molesto.
— Será mejor que salgamos pronto de aquí. —Articulé en un tono muy similar al de él y estiré una de mis manos hacia el exterior de la ducha para sacar mi toalla y envolver mi cuerpo en ella.
Salimos lo más pronto posible. Nick al estar presentable se encaminó hacia la puerta para atender a quien llamaba con tanta desesperación, en cambio, como toda chica preocupada por su cabello, me quedé en la habitación con mi cuerpo abrigado tan solo con una bata y comencé a secar mi cabello con el aire caliente que proporcionaba el secador.
Con muy poca intensidad escuché grandes saludos en el living y una que otra risa. Apagué el aparato secador y presté atención la conversación, era la voz de una chica y un chico, sin contar la de mi novio.
Caminé sigilosa por el pasillo de mi habitación hasta llegar al umbral que daba hacia la sala principal… Eran Joe y Miley.
— ¡Es una sorpresa tenerte por estos lados! Digo… mi suite. —Nick sonó emocionado… ¿Dijo mi suite? Es nuestra suite.
— Me encontré con Joseph en uno de los pasillos, pregunté por ti y me trajo hasta aquí —Sonrió simpática.
¿Qué diablos hacían aquí? Ella me agradaba, pero me incomodaba que estuviera cerca de Nick.
Seguí observando, hablaban animadamente y en un momento, en que Joe los notó distraídos, comenzó a tomar camino hacia donde me encontraba en este preciso momento. Me quedé firme, suspiré y me apegué a la pared.
— Ven aquí —Dije tomándolo de un brazo y parando su paso al tiempo que dobló en el umbral— ¿A dónde te propones ir?
— ¿Qué haces apegada a la pared? —Sonrió.
— ¿Qué planeas? ¿Por qué traes a Miley? —Farfullé.
— Quería venir a saludar… —Me examinó con la mirada.
Lo miré con asco y lo dejé en el pasillo para volver a mi secado de cabello.
Antes de volver a sentarme en el cómodo acolchado y admirar la gran vista que tenía en frente Joe me alcanzó tomando de mi brazo.
— Planeo probarte lo que te comenté anoche ¿Recuerdas? —Susurró muy cerca de mis labios.
Con fiereza, pero con igual cuidado me apegó a una pared.
— Aléjate. —Ordené sin nervios.
Precisa, pero inútil palabra. Sus labios capturaron los míos con pasión, mordiéndolo a gusto cuantas veces el quisiera, me quedé en silencio, sin mover ni un solo músculo, esta vez me había dejado sin aliento. Su labio superior quedó a mi merced y no estaba aprovechando… aunque pronto lo hice.
Que fácil se le hacía hacer que mis piernas temblaran, que fácil se le hacía hacer que mis extremidades se apropiaran de su cabello dándolo suaves masajes.
Sus manos reptaron por mis brazos hasta mis hombros y así pudieron encontrarse con los bordes de mi bata y con velocidad deslizarla hacia los lados, por suerte mis pechos impidieron el paso hacia más abajo.
Enseguida sus húmedos besos bajaron por mi cuello hasta mis hombros y mi clavícula. Mordí mi labio inferior y estiré mi cabeza hacia atrás, sería un gran error dejar escapar un gemido.
Mis respiración comenzaba a agitarse, la de él ya estaba lo suficiente agitada para escucharse.
La piel de la loma de mis pechos fue invadida por los numerosos besos de Joe que provocaban más que explosiones dentro de mí.
Sentí la presión que comenzaba a hacer en mi cuerpo… esto estaba tan mal, pero era imposible alejarlo de mi, ya me había vencido… una vez más.
Sentí unos tacos acompañados por el sonar de unas zapatillas vans, desesperada empujé a Joe hacia atrás logrando caer en la cama, mala idea, muy mala idea… subí mi bata en lo que me permitieron mis manos y seguí en mi posición, apegada y agitada en la pared.