A penas entró cruzamos miradas que decían todo. Nadie habló y al parecer nadie lo haría. Nicholas prefirió esquivar el silencio y se puso en marcha a la cocina.
— Chicos, es mejor que los dejemos solos. Tienen mucho que hablar —Explicó mi mejor amigo.
Me dedicó una tibia sonrisa para reconfortarme con ánimos y luego me abrazó.
— Gracias —Susurré en su oído.
— No hay de qué. Megan, tienes buenos argumentos y no cometas errores antes de solucionar algo pasajero —Que buen consejo.
— Claro —Sonreí al alejarme de él.
Besó mi mejilla y se puso de pie para marcharse con el grupo. Joe me hizo señas despidiéndose al igual que Miley. Los imité.
Suspiré y me dirigí a nuestra habitación, desvestí y me metí en las sábanas. Dejé la televisión prendida para que por lo menos me acompañaran voces, ya me sentía sola.
Nick no volvía, solo escuchaba el ruido que emitían los platos, el juego de servicios y la mayoría de los implementos necesarios que ocuparía para prepararse una cena a gusto.
Había pasado sin el una tarde completa en una ciudad a donde conozco con suerte seis personas, sin contar mi novio.
Entre tanto pensamientos y la melodiosa voz de él al entonar una canción conocida mis ojos se fueron cerrando de a poco, hasta que finalmente creí estar dormida por completo.
No fue a sí, a los pocos minutos sentí como se incorporaban en la cama, como eran sus piernas las que primero ingresaban a ella, luego su cuerpo. Acomodó su rostro muy cerca de mi nuca, cubrió su cuerpo con las sábanas y terminó acomodándose para tener perfectos sueños.
— Buenas noches… —Susurró soltando su aliento sobre la piel de mi cuello.
No respondí, el quería probar si mi sueño era ligero.
— Megan… —Rodeó mi cintura con sus fuertes brazos y luego con fuerzas me volteó para mirarme. Aproveché de ensayar lo poco que había practicado teatro y cerrar mis ojos pareciendo estar dormida profundamente— Como lo siento… suelo ser muy impulsivo, lo sabes, no quise dañarte ni nada, sabes que te amo —Acarició mi mejilla delicadamente con el dorso de su mano— Espero que… no me odies, Megan sabes que te amo y que nunca te dejaría por nadie.
Fueron sus últimas palabras… ¿Cómo no lo disculparía con esas palabras? No lo odiaba, solo estaba molesta con su terca actitud.
Sentí su respiración sobre mis labios y a los segundos el exquisito jugo que sus labios brindaban a los míos. Ok, deberán entender que ya no estaba dormida y que le respondía los besos con mayor pasión.
Al darse cuenta de que le respondía se separó suavemente.
— Estás despierta… —Susurró sonriente y besó mi frente.
— Quería ver que era lo que hacías —Busqué sus ojos en la oscuridad.
— ¿Escuchaste todo lo que dije? —Me miró nervioso.
— Si… —Susurré calmada— …era exacto lo que necesitaba escuchar —Sonreí y besé sus labios.
— ¿Aún estarás enojada conmigo? —Me miró.
— No —Sonreí— Solo trata de no repetir el día de hoy, trataré de no se insoportable y saber que eres solo mío.
— Lo sé, lamento todo lo que dije en la cocina —Me miró apenado.
— Prefiero no recordarlo… ¿Cómo estuvo el día? —Me animé a preguntar, pero con dificultad, no quería que ella fuera nombrada.
— ¿Cómo crees que debe haber sido un día sin la persona a quien más amas sabiendo que están enfadados? —Me miró serio.
— Terrible —Sonreí.
— ¿Tu donde fuiste?
— A dar vueltas, terminé en un spa —Sonreí.
— Van solo mujeres ¿Verdad? —Me miró serio.
No pude evitar largar una carcajada antes su penetrante mirada, estaba preocupado si estuve frente a otro hombre casi desnuda.
— Como crees —Reí.
— Entonces bien —Sonrió.
Luego de un par de risas y juegos de mimos… nos quedamos en silencio mirándonos fijo a los ojos.
— Te amo —Suspiró.
— También yo —Acaricié su mejilla.
Se acercó lentamente hasta capturar sus labios con los míos de una forma especial. Lenta y sensualmente mordía mi labio superior para dejarme deleitar con su inferior.