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El mar, qe lo admiró cuando me arropaba del frío,

se escucha evocándonos insistente; audaz y decidido.


Lo evoca en la bóveda de mi ser celeste,

abrigándome de arriba abajo y bailando

como verso en folio blanco.


Lo evoca siendo incendio sin consumirse nunca,

con una lengua de romance

y una preciosa licencia métrica vistiendo sus ojos.


Evoca temblando a mis ruinas al verlo tan lejano

del agua de aquel mar qe nos debe tanto;

encontrándolo fluido y derramado,

náufrago en salivas qe no lo saben tanto.


Me evoca llorándole ríos;

ríos qe jamás se unirán para hacernos unísonos.

Nos evoca siendo escombros;

desechos de la construcción de una paradoja qe daña tanto.

Siendo una piedra de mármol qe jamás tocará el cincel,

desastres abandonados...


Y aquel mar, qe lo admiró cuando me arropaba del frío,

se escucha abandonándonos insistente; audaz y decidido.

· Floreceré y te pareceré poesía ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora