PRÓLOGO DE MANUELA CASTILLO

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El tiempo transcurre inexorablemente y ajenos, tal vez, a su acción irremediable en nosotros, pasa por el lado, sin apenas hacerse notar. Este tiempo, amigo de devolvernos a las tinieblas en épocas de paz, nos arranca de nuestros ensueños en las contiendas y transforma el amor, que un día fue, en pesadumbre, angustia, añoranza incluso y, sobre todo, en vivencias; las que vivimos y las que no pudimos vivir.

El poemario que nuestra bella autora nos presenta surge de lo más íntimo. Nos traslada a través del tiempo por distintas fases del amor. Nos habla de un amor tan placentero como cruel, tan ilusionante como implacable. Es amor dañino pero añorado. Es el amor. Y, al fin y al cabo, todos hemos sentido sus filos clavarse en nuestra piel y hacernos sangrar y destilar sufrimiento. Pero ¡cuán maravilloso es!

Podemos ver que la voz poética va lamiéndose las heridas, pero que no ceja en su empeño de seguir amando. El amor lo es todo, y ella misma es fruta madura del árbol del amor. Donde ardió una llama quedaron rescoldos de lo vivido, de lo soñado y de lo ansiado. Verso a verso se desgrana toda una flor de emociones; la madurez se revela como un instrumento de conocimiento de sí misma. Y esa seguridad que se adhiere a la piel a la fuerza de vida le sirve a nuestra autora para transmitir todo un torrente de temores e inquietudes que nacen en lo más profundo de su alma y se muestran en tropel arrasando cuanto encuentran.

Me doy por arrasada cuando digo que estos poemas me han cautivado por su ternura y fragancia natural. Nada hay en ellos que pueda oscurecer sentimiento tan puro como el amor. Y que su creadora, otrora mi alumna, se ha convertido en maestra: la avecilla que trinaba alzó el vuelo, el tiempo jugó de su parte y la convirtió en voz y canto, en sentimiento y dolor, en ilusión y confianza... Floreció y se hizo poeta.

MANUELA CASTILLO,

profesora y eterna admiradora.

· Floreceré y te pareceré poesía ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora