Siete Días | WooGyu

Día 5.

La luz le molestó en la cara y eso hizo que Sung Kyu se levantara de pronto. Observó a su alrededor, curioso, y se dio cuenta de que estaba sobre su cama, envuelto entre sus cobijas y con la misma ropa de la tarde anterior. Se maldijo internamente y se dejó caer sobre la almohada otra vez, pues, fue tan tonto como para quedarse dormido y desperdiciar la noche con Woo Hyun, aunque, al pensar en él, sintió sus mejillas arder porque sabía que Nam lo había cargado hasta su cama para no despertarlo, y le provocó una gran sonrisa de satisfacción.

Cuando sus clases terminaron caminó por el campus dispuesto a matar el tiempo hasta que se llegara la hora en que Woo Hyun se presentara en su dormitorio. Miró un frondoso árbol y decidió tumbarse bajo la sombra para seguir leyendo su libro. Y enseguida, una figura le obstruyó la luz natural.

—Hola. ¿Eres Sung Kyu? —le preguntó un chico de cabellos negros como la noche e increíblemente guapo. Kim parpadeó y asintió—. Soy Myung Soo, amigo de Sung Jong —aclaró el azabache antes de dejarse caer a su lado.

—Ah, sí. Jjongie me dijo que vendrías a buscarme —mencionó, cerrando su libro y metiéndolo de nuevo a su mochila.

—Entonces, ya sabes para qué te busco.

—Así es. —Sung Kyu suspiró—. Pero me temo que tendré que decepcionarte, Myung Soo. No podré hacer nada de eso hasta... la próxima semana.

—Oh. Estas ocupado. —El de ojos pequeños asintió y Myung Soo sonrió de lado—. Bueno, tendrá que ser en otra ocasión, aunque, no me puedes dejar con las ganas de besarte.

Sung Kyu abrió más los ojos, e inesperadamente Myung Soo lo tomó del cuello para juntar sus labios con los suyos. El pelirrojo se quiso resistir, pero el moreno no fue nada brusco y lo dejó hacer a su antojo.

Myung Soo se separó y Sung Kyu no pudo evitar sonrojarse.

—Nos vemos —dijo, levantándose del suelo para seguir su camino. Sung Kyu lo miró alejarse y sonrió para sí mismo.

Y estaba aún más nervioso que la tarde anterior, de nuevo se bañó y perfumó para estar presentable para cuando llegara Woo Hyun, no pudiendo evitar que su rostro resplandeciera de emoción cuando escuchó un par de golpes en la puerta.

En esta ocasión, sí se apresuró a abrir, pues quería aprovechar cada minuto con Nam, sin embargo, cuando lo dejó pasar, notó un semblante molesto en el rostro de su esclavo.

—Tengo que hablar contigo —dijo Woo Hyun con seriedad mientras se giraba para darle la espalda. Sung Kyu frunció el ceño y cerró la puerta.

—¿Qué sucede?

El pelirrojo caminó hasta quedar enfrente del otro muchacho y la mirada fría de éste lo estremeció.

—Quiero deshacer nuestro trato.

—¿Qué?

—Este es el último día que te veré. Olvida lo que te pedí y lo que hice por ti, simplemente... haz como si nada hubiera pasado.

Suspirando, Woo Hyun se dio la vuelta y se dirigió a la salida, pero Sung Kyu caminó más rápido que él, obstruyéndole el paso.

—Pero, ¿por qué? —inquirió, incrédulo. Woo Hyun desvió la mirada.

—¡Porque fue una estupidez lo que te pedí! Así que olvida todo y sigue con tu vida, ¿ok?

Woo Hyun tomó el pomo de la puerta entre sus dedos y la abrió, pero Sung Kyu se recargó en ella, cerrándola otra vez.

—Yo no puedo dejar esto así. Ahora soy yo el que te deberá esos favores y...

—¡Eso no me importa!

—Woo Hyun, si lo que no quieres es esperar, podemos hacerlo ahora mismo. No tienes que ser mi esclavo los siete días. Yo... puedo hacer una excepción contigo.

Sung Kyu se mordió los labios con sugerencia y Woo Hyun, aunque después de eso agachó la mirada.

—No es por la espera. Sólo... pensé mejor las cosas y creo que, cuando me sienta preparado de verdad... ya buscaré a alguien más para hacerlo.

Nam volvió a abrir la puerta y el otro lo tomó del brazo, molesto por su declaración, aunque trató de disimularlo con una sonrisa.

—Woo Hyun, no es necesario que hagas eso. Si no estás listo aún, yo lo entiendo, pero, no tienes porque... buscar a alguien más.

Sung Kyu lo tomó por los hombros con suavidad y se le acercó más. Sus brazos rodearon la espalda de Woo Hyun y acercó sus labios al oído del chico.

—¿Acaso no soy lo suficientemente bueno como para que pierdas tu virginidad conmigo?

Woo Hyun frunció el ceño y lo sujetó por los hombros, deshaciéndose de su agarre. Lo miró a los ojos y suspiró profundo.

—Es porque lo eres que ya no quiero seguir con esto. Me gustas. Me gustas mucho y no quiero ser otro más en tu cama. Adiós, Sung Kyu.

Kim se sorprendió en demasía y sintió su corazón estrujarse con sus palabras. Sin pensarlo siquiera y, antes de que Woo Hyun pudiera darse la vuelta, Sung Kyu lo sujetó con fuerza de la camisa y lo atrajo hacia él, juntando sus labios en un candente beso.

Nam sintió el suave contacto y, por un momento, se quedó pasmado, pero cuando notó el fresco aliento del pelirrojo sobre su boca, no dudó ni un segundo más y rodeó la cintura de Sung Kyu en un apretado abrazo.

El de ojos pequeños entreabrió los labios y la tibia lengua de Woo Hyun invadió su cavidad. Dejó ir su camisa para aferrarse a su cuello y, mientras enredaba los dedos en las negras hebras del muchacho, éste lo besó cada vez más demandante.

Woo Hyun empezó a marearse por toda la excitación que sentía, y de un momento a otro no le parecieron suficientes sus propios labios sobre la boca del pelirrojo, así que, sin descaro alguno, comenzó a marcar su cuello con pequeños mordiscos mientras Sung Kyu trataba de acallar sus gemidos. Kim enterró sus uñas en los hombros del otro y, cuando Woo Hyun estaba por deshacerse de su playera, se separó bruscamente y, decepcionado, lo miró a los ojos

—No. No puedo. No quiero ser otro juguete para ti —advirtió, dejando a Sung Kyu con las palabras en la boca porque, cuando menos lo esperó, Woo Hyun salió del dormitorio y no tuvo el suficiente valor para detenerlo.