Oneshoot - Liam James Payne:

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-¡Haz lo que te digo, vete de mi vida y no vuelvas nunca más Liam Payne! –Vociferé. Mis gritos ahogados en lágrimas traspasaron todos los muros, creo que hasta aquellas personas que corrían por la entrada escuchaban nuestra discusión. Liam solo me miraba, dolorido. Incapaz de saber si había hecho algo malo o si me había herido de alguna manera. Me miró, con esa tristeza inundante en sus ojos. Sentí mis rodillas doblarse por un instante, luego las puse rígidas.

-Danielle, solo dime si te eh hecho algo ¿Porque tan de repente? -Susurró él con esa mirada triste. Si seguía así no podría por mucho más tiempo y correría a sus brazos. -No me hagas esa cara de perro abandonado, no te servirá esta vez. –Objeté mientras observaba al amor de mi vida [Admití con dolor] atravesar mi puerta.  

Con las lágrimas tapándome los ojos, nublando mi vista, mi juicio. Estaba hasta el borde, quería morir. Me senté en el suelo y tapé mi cara con mis piernas, gritando ahogadamente mientras suplicaba a Dios que esta tortura pasara rápido.  

Lo eché de mi vida… ¿Qué se esperaba que hiciera? Tenía las manos atadas, era abandonarlo o esperar que Liam hiciera sacrificios por mí; sacrificios que yo sabía bien, nos llevarían tarde o temprano al mismo resultado, la separación. Por un segundo mi cabeza dio vueltas, me sentía muy mareada. Esperaba a mi madre, sabía que a la mañana siguiente tendría que abandonar Wolverhampton. Era doloroso, pero no le pediría a Liam hacer cosas por mí; cosas que sé bien, no están a su alcance.  

Al día siguiente miré con pesar el último día que pasaría en Wolverhampton. Era un día nublado, pero el sol amenazaba con acercarse pronto. Mis rizos castaños caían lentamente sobre mi frente, intentando ocultar las lágrimas que se produjeron en mi rostro cuando me senté en el asiento correspondiente, en aquel gran avión de color blanco con líneas azules. “Wolverhampton Aerolines” decía a un costado con grandes letras azules y rojas. Miré por la ventanilla, esperaba ver el rostro sonriente de Liam diciéndome “Quédate tranquila, pronto estaremos juntos otra vez”, me reí. No podía ser más ingenua, y sin notarlo pequeñas pero notables lagrimas rodaron por mis mejillas. Cerré mis ojos, quería llorar todo el viaje a Londres.

>> -Luego pasaron los años, diez para ser exactos.- <<  

-Señorita Peazer, ¿está usted bien? –Masculló la secretaría mientras recordaba con tristeza y agonía uno de mis peores años. Ya habían pasado diez años ¡Santo Cielo! Como había pasado el tiempo. Ingresé a mi oficina mientras revolvía los cajones. En algún sitio la había guardado.

-Demonios. –Murmuré mientras mi desesperación crecía.

-¿En dónde dejé la maldita foto? –Ahora si estaba enojada. Al fin encontré esa foto tan anhelada. Liam Payne, aquel sensato muchacho de, en ese entonces, catorce años y yo. Castaña y con rizos, con los ojos brillando de amor. Lo único que permanecía en esa foto eran mis rulos que caían salvajemente por entre mi frente. Volví mi vista a los papeles de la gran boda. El Palacio Zart, era mi única vida. Lo único que me quedó, luego de intentar levantarme del suelo.  

Mis padres siempre habían estado orgullosos de mí, aunque yo realmente solo lo había hecho para complacerlos. Realmente anhelaba ser bailarina, siempre lo desee mucho. Sabía bien, que esa era otra realidad imposible; como el pensar que Liam atravesaría esa puerta para decirme que me amaba. Tocaron la puerta, y por un milésimo segundo llegué a pensar en que era Liam.  

-Danielle, ¿Estás ocupada? –Exclamó Rita, mi secretaria, mientras abría ligeramente la puerta. –Alguien desea verte.

-Claro que no, dile que pase.

-Es para una entrevista, pero a mi entender no hemos mandado a buscar ningún personal. –Informó la morena mientras intentaba apartar de la puerta a aquella persona que había venido.

-Pues necesito una entrevista. Soy muy bueno con los cálculos y se qu-… -Miré atentamente como una gruesa mano se apoyaba en el marco de la puerta, y con la otra intentaba impulsarse para entrar. Una figura masculina entró, su aroma inundó toda mi oficina. Era un sujeto castaño, algo fornido. Sus ojos miel resaltaban y hasta llegaban a transmitirme un sentimiento conocido. Por unos instantes dudé de que fuera él.  

-¿L-Liam? –Tartamudee mientras los papeles caían resbaladizos de mis manos. Aquello sin lugar a duda era una trampa del destino. Un juego sucio que me hacía para que me quiebre completamente. Sentí mi visión nublada y un nudo atragantado.

-¿Danielle? ¿Eres tú? –El hombre corrió a toda velocidad y no tardó minuto alguno en abrazarme. Me sentí adolescente de nuevo. Aquella boba mirada, y las mariposas molestas que advertían y susurraban un “Estás enamorada” Me sentía molesta.  

El castaño tomo mis mejillas con sus dos manos, Rita ya no estaba ahí. Simplemente cerró la puerta y nos había dejado solos. “Traidora” –Pensé por un instante. Aquellos ojos miel me atraparon, era imposible no pensar en otra cosa que no sea: -Santo cielo este hombre me está matando.   -Sabes, diez años te estuve buscando. Jamás amé a otra, jamás perdí las esperanzas. Nunca supe a dónde te habías mudado, pero de una cosa estaba seguro, jamás dejaría de buscarte. Te amo. –Susurró mientras atrapaba mis labios y suave y tiernamente chocaban contra los suyos en un anhelado beso. Un beso que se estaba esperando desde hace diez largos años…

-Ahora si hija, vete a dormir.

-Anda mamá, cuéntamela de nuevo. –Replicó la niña que ya con sus piyamas de Barbie se hallaba plácidamente acunada en su cama. Reí por un instante ante la mirada sería y el pequeño puchero que amenazaba en aparecer.

-Anda Jana, tienes que dormirte ¿O quieres que llame a tu padre para que <<El señor Cosquillas>> te haga una visita? –Insinué mientras la pequeña cerraba sus ojos y negaba con la cabeza. Una leve carcajada salió de mis labios y besé tiernamente la frente de mi hija. Aquella niña con pequeños rizos castaños y dulces ojos miel, ella era mi vida.  

-¿Ya se durmió? –Preguntó su padre, Liam Payne, mientras besaba a su –¿Pueden creerlo?- esposa. – ¿La misma historia de siempre? –Murmuró en mi oído mientras mi piel se erizaba.

-Si. Al parecer es su favorita. –Asentí mientras rodeaba el cuello de mi marido.

-Y tu eres una niña mala. Mira que si me haz hecho mal en el pasado. –Reclamó Liam mientras besaba sus brazos. –Al menos ahora te tengo solo para mí. Pero, ¿Me darás atención, o te irás como la primera vez? –Suspiró mientras me agarraba por la cintura, como si no estuviera seguro de lo que diría a continuación.

-Yo, Danielle Peazer, acepto a Liam Payne como mi marido para amarlo y respetarlo hasta que la muerte nos separe. Prometo jamás abandonarlo y serte fiel, además de ser tu amiga y compañera por los próximos años que nos queden. –Mascullé en su oído mientras lo besaba.  

Y pensar que ahora tenía 28 años, y hace solo cuatro que Liam está en mi vida. Luego de esa furiosa visita en mi oficina, Liam había empezado a trabajar en el Zart. Habíamos vuelto a esa relación hermosa que había abandonado tiempo atras, a los dos meses nos casamos. Tiempo después, tuvimos a Jana. Ella fue como una gota inmensa de alegría, no lo podíamos creer. Ahora estoy trabajando, además, en un centro de baile como profesora; realmente amo mis trabajos.  

Cuando me fui de Wolverhampton, jamás me imaginé cruzármelo de nuevo, pero aquí estaba; con 28 pesados años, un marido y una hermosa niña. La vida dio un giro realmente repentino, y no me arrepiento de nada. Amo a Liam Payne, y a mi hija Jana. No pude haber pedido un mejor final para la situación, y agradecía cada día por lo que tenía. Después de todo, la vida da grandes recompensas por el sufrimiento.

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