Oneshoot - Louis William Tomlinson:

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¿Cuánto ha pasado ya? Ah sí, tres años. Tres años; a mi parecer, fueron más. Tu amor lo lograba, duplicar o incluso triplicar el tiempo. Siempre pensamos que, cuando uno está entretenido o enamorado, el tiempo pasa lento. Pues es todo lo contrario. Yo tendría unos 19 años, recuerdo que fue verano. El clásico amor de verano, pues este siguió durando. Yo aún tenía

 22, y nos seguíamos viendo. Entonces, ¿Cuándo fue que se acabó todo? ¿Cuándo me dejaste? O… ¡Ah ya se! Cuando me viste partir. Aquel veinte de febrero, yo me iba de la playa. Me iba para siempre, para no volver.   Habías prometido tantas cosas en aquel entonces. Cartas, llamadas, mensajes, canciones. Ninguna de las promesas llegó a mi puerta en estos tres años, y no creo que sea precisamente por falta de comunicación…

-Entonces, Señorita Johnson, nos agradaría mucho que empezara a trabajar en nuestros complejos como administrativa. Hemos visto sus trabajos de organización, realmente asombrosos. –Exclamó el dueño de un pequeño complejo en unas Islas Vírgenes ¿Mi nombre? Pues me llamo Natalie Johnson. Tengo unos 22 años, y pues, soy Administradora de Eventos en algunos conocidos complejos turísticos al sur de los Estados Unidos. Si tengo que describirme físicamente, pues diría que soy alta, de tez blanca y unos grandes ojos marrones; Mi cabello es de un color negro ceniza. Muchas veces suelo ir a Islas Vírgenes para organizar eventos en complejos turísticos más pequeños, pero el trabajo suele ser el mismo.  

Diablos, han pasado tres míseros años y aún no puedo sacármelo de la cabeza. A él, a Louis William Tomlinson. Un castaño de ojos azules que conquistó mi corazón apenas lo vi. Desde entonces no logro sacarlo de mi cabeza, no logro ahuyentarlo. Siempre vuelven sus recuerdos, latentes y persistentes. Nunca me abandonan, siempre están ahí.

-Adelante. –Exclamé firmemente mientras la figura de una esbelta mujer aparecía detrás de la puerta. Me había sacado de mis pensamientos unos instantes, y eso era bueno.

-Disculpe Señorita. El director me dijo que podía tomarse el día para ir a conocer las instalaciones. Por cierto, mi nombre es Sophie, su secretaria. –Murmuró tímidamente mientras le sonreía. Asentí para luego dejar las cosas en su lugar.

A decir verdad, el Blue Sea Pacific es un lugar realmente bello. El mar azul y calmado parecía sacado de la misma Grecia. En el cielo ni una sola nube se hacía presente, y los meseros tenían ese aire “Fresco” que dejaría a cualquiera con ganas de quedarse más tiempo allí. Me acerqué a la barra y pedí un trago; un té helado. En una esquina se podían ver a los residentes. Todos, gente rica o adinerada; digamos que, en estas épocas, un fin de semana de lujo no se lo podía dar cualquiera.

¿Alguna vez sintieron que sus memorias vuelven? Son casi como flashbacks en el aire, y lo peor de todo es que, vuelven sin que tú lo quieras. Es decir, debes aceptar a vivir con ellas, por más dolorosas que sean. Son como cicatrices de lo que sufriste, de lo que lloraste. Ahí estaba yo, terminándome mi té helado, y ahí estaba él. Louis Tomlinson, observándome, pálido como un fantasma.

-¿Natalie? –Murmuró con un hilo de voz apenas legible.

-¿Louis Tomlinson? –Miré con dolor su figura. Estaba más alto, más bronceado. Más musculoso y mucho –casi cien veces- más apuesto.

-… ¿Amor? –La voz de una universitaria, tal vez de mi misma edad, se pudo notar detrás de él. Esas cuatro letras que pronunció, simplemente atravesaron mi corazón. Él me miraba, no decía nada. Volví a reaccionar, él ya no me quería; quizá nunca lo hizo.  

-Hola, soy Natalie Johnson, administradora de Eventos del Blue Sea ¿Usted señorita es?–Pregunté evitando soltar un sollozo entre cada palabra que intentaba decir.

-Mi nombre es Eleonor. Espero no le tire los perros, él es mío. –Afirmó en tono burlón mientras sonreía. –Chiste. Hablando enserio… ¿Eres tú Natalie? Dios mío, jamás imagine que tendría el gusto de hablar con la organizadora de mi boda… ¿Asombroso no amor? –Exclamó la muchacha mientras se reía. Mis ojos se abrieron como dos platos y lo único que pude lograr es sonreír, asentir y largarme de allí.  

Ahora lo entendía todo. Las cartas, las llamadas; todo no había aparecido, porque el amor que supuse yo Louis me tenía no existía más. Fui una estúpida, dejarme acabar por esas cosas. Una mano firme sujetó la mía, mis lágrimas no tardaron en salir.  

-¡¿Porqué no me mandaste una carta Louis?! –Grité mientras no oía a nadie más, solo a mi cabeza aturdiéndome. –Yo esperé Louis, esperé tres años tu llamada. –Susurré mientras me caía en la arena, estaba ardiendo de la rabia. Mis pensamientos habían sido callados por tres años, ahora simplemente querían salir.

-¡¿Pero qué diablos dices?! ¡Te escribí 365 cartas, pero tú no respondiste ni una! –Exclamó mientras corría hacía mí. –Pensé en llamarte, te juro por Dios que lo pensé. Así como también pensé, “Si no respondió ninguna, simplemente dejó de amarte”. –Vociferó mientras me abrazaba.

-Yo te amaba Louis, de verdad que te amaba. Todavía te amo, y siempre te amaré. Pero no podré tenerte jamás, no ahora que Eleonor está en tu vida…

*Un mes después*

-Y ahora los declaro, Marido y Mujer. –El fotógrafo se apresuró a tomar la foto de los novios besándose. Eleonor se veía realmente bella, y su novio Kyle también.

-Sabes, tu prima se ve realmente hermosa. –Murmuré mientras Louis me abrazaba por detrás. –Quien diría que yo estaría celosa de tu prima. –Reí levemente mientras besaba a mi novio.

-Pues, tú serías celosa de hasta nuestra propia hija. –Murmuró mientras me devolvía el beso.

-¿Quién dijo que tendría hijos contigo? –Reí mientras miraba los bellos ojos azules de Louis. –Tus ojos me recuerdan al primer día en el que nos conocimos. En el mar, ¿te acuerdas? –Louis asintió mientras sonreía.

Todos se acercaron a saludar a los novios, incluyéndonos. Eleonor nos miró y luego sonrió. Kyle, su novio, imitó su acción. A decir verdad, él era muy divertido.

-¡Felicidades Prima! –Gritamos al unísono. Era feliz estando con él.

-Gracias. Por cierto Natalie, nos has organizado una estupenda boda. Te lo agradecemos muchísimo. –Susurró la novia. Vestía un muy elegante vestido blanco, sin zapatos. Realmente se veía hermosa.

-Las gracias te las debo yo a ti Eleonor. –Respondí con una sonrisa mientras todos se preparaban para cortar el pastel. Louis me tomó de la cintura.

-¿Volverás a escaparte? –Susurró a mi oído mientras apoyaba sus labios contra mi cuello. Miré por un instante la gema en mi dedo y luego me gire para abrazarlo.

-Nunca más Lou.

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