Cuando yo amaba, era realmente la sensanción más calidad de mi vida.
Empezaba apasionada y llena de adrenalina, se sentía como un sol que quemaba en mi pecho y me hacia sentir extrañamente feliz, acompañado.
Después era cotidiano amar, seguía ardiendo, bullendo en mi interior como un volcán.
Sin embargo, al final,siempre era doloroso, demasiado doloroso.
Sentía que el calor de la lava se convertía en piedra sólida, que me ahogaba, que me dañaba.
Las tibia lágrimas siempre solían recorrer mis mejillas, y al ser tan cálidas me hacían pensar que eran el amor que yo sentía saliendo de mi cuerpo.
En la inconsciencia empecé a cerrarme, empezó a dejarme de importar muchas cosas que antes llenaban mi vida, me aleje del mundo que conocía, pensando que así menguaria el dolor.
Con el tiempo funcionó, no puedo decir que no lo hizo.
Pero ahora, ahora, mi soledad se convierte de amiga a enemiga.
Tengo piedras en el corazón, y estas en vez de protegerme, están tan afiladas que duelen demasiado.
Cuando yo amaba, el mundo era más hermoso, rodeado de una cálida sensación.
Rodeado de esos colores, que lo hacían más brillante, más hermoso, más...
Todo.
-A. I. Maradiaga.
