Capítulo 5

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- ¿Y A MÍ POR QUÉ NO ME CUENTAS ESTO ANTES? O SEA, QUE SOY TU AMIGA, AMAIA.

- ¿Puedes bajar la voz, Aitana? No me apetece que el de la primera mesa se entere. Graciaaaas.

Entendía a Aitana. Si a mí mi amiga no me contase su salseo y se lo estuviese cayando hubiera reaccionado exactamente igual. Pero la protagonista esta vez era yo y, claro, no me hacía ni pizca gracia ser el centro de atención de toda la plazoleta.

- Jo, Amaia. Es que es increíble. Parece el comienzo de una peli o un libro lo que te está pasando. O sea, no estoy diciendo que esto sea fantasía o que no pueda pasar en la realidad ni mucho menos. Pero es que es tan guay... - Lo decía todo tan rápido, que si no la conociese no me hubiese enterado de nada. Muy característico de ella cuando se emocionaba.- Y encima como me lo describes es un chico del que te enamorarías cruzando dos palabras más. ¿Y sabes si él también está atontado contigo?

- Tia, ¿pero qué me estás contando? ¿Enamorarse? Si vas por ahí, a los tres días la boda y a la semana embarazo del primer hijo, no te digo. Y no, no sé nada de él o te he contado para que llegues a esa conclusión.

- No seas borde ni te pongas a la defensiva, Amaia. ¿Y si es esta la nueva oportunidad que hablaste el otro día?

- Pero yo no me refería a una relación amorosa.

- Ya sé que no - El brillo de sus ojos parecía haber subido de intensidad con cada palabra o idea que se cruzaba por su cabeza-. Pero muchas veces, por no decir casi siempre, lo personal afecta a lo profesional y viceversa. Fíjate en mí. Estoy bien en el trabajo y funciono bien porque es mi familia, pero en realidad llevo días que no soy tan productiva como siempre por lo de... Ya sabes, Llorenç. Si estuviera en otro sitio, ya hubiera recibido varias faltas y a lo mejor estaría a punto de ser despedida.

- Qué exagerada eres, Aitana.

- Para nada. Últimamente como están las empresas, sean pequeñas, medianas o grandes, te puedes encontrar superiores de todo: aquellos que te ayudan con lo que sea, aquellos que te ayudan puteándote y aquellos que directamente te putean. Y a lo mejor si no estuviera trabajando «en casa» me hubiera tocado unos jefes de estos últimos y todo a la mierda. Bueno, que me estoy yendo por las ramas. No estoy diciendo que tu relación con Fran afecte a malas tu trabajo. Pero quieras o no, eso se va a ir contigo. Y a lo mejor no, pero un día no vas a poder controlar que te sobrepase y hagas y deshagas en función a ello y afecte a tu manera de trabajar. O de relacionarte con los compañeros. Incluso del chico este: lo verás como el que pudo ser, pero no lo es.

- Pero yo se supone que quiero a Fran. ¿Otra vez con lo de liarme con el guap... ehhh... tio ese...? De todas maneras, la empresa se supone que tiene prohibida las relaciones personales entre trabajadores.

- Tú lo has dicho, se supone. Y ya te dijo el otro compañero que haberlas, las hay pero se cubren las espaldas unos a los otros. Que vaya norma más anticuada, por favor.

- Bueno, ¿has terminado tu cerveza? - Tenía que contarle esto a Aitana, pero no me apetecía realmente que se ilusionase de esa manera cuando las cosas sabía que no era como ella las veía. Además, que también estaba cansada de verdad- Yo me tengo que ir a casa, que mañana me espera un día largo.

Aitana apuró su cerveza y nos dirigimos cada una a su casa. Mi sorpresa fue ver allí a Fran con una cena preparada para los dos. Y estuvo muy atento conmigo disculpándose por el fin de semana y preocupado por mi primer día. Estaba siendo tan encantador... que en cierto modo me molestaba y mosqueaba. Nunca había sido así. Pero supuse que era que quería enmendar sus errores y que por eso se estaba comportando de esa manera. Y en cierto modo necesitaba su afecto. Cuando terminamos la cena, me dirigí con él a la habitación, y mientras nos estábamos calentando y nos encaminábamos a hacerlo, se me venían trozos de la conversación que tuve con Aitana. Vaya, qué oportuno. Intenté dejar de darle vueltas y centrarme en Fran y lo que estábamos a punto de hacer, pero mi subconsciente me traicionaba. Cada beso, cada caricia, cada poro de piel levantado a causa de la excitación no era más que un reflejo del tiempo pasado y de que una vez le quise de verdad. Pero a su vez era una sensación nueva: si no fueran esos brazos a los que me sujetaba con cada embestida, si no fuera ese pecho lleno de pecas que rozaba al mío, si no fueran esos ojos verdes que me miraban. Si todo fuera sustituido por unos ojos oscuros que brillan cada vez que me miranacompañado a un cuerpo moreno. Y ahí me fui. Fran no tardó tampoco mucho en irse. Una vez recuperamos algo de aliento y nos calmamos, dijo mirando al techo:

- Hace tiempo que no lo hacíamos así. Hoy ha habido algo más de cariño. Joder, estoy sonando como un cabrón. Perdóname por haberme portado tan secamente últimamente. Sé que tenemos muchas cosas que trabajar, pero creo que saldremos adelante.

Me besó, se levantó y se fue hacia la ducha. Y yo mientras tumbada entre las sábanas con la cabeza pensando en mil cosas. ¿Acostarse con tu novio y tener el mejor orgasmo que hayas tenido en muchísimo tiempo pensando en otro a quién ni siquiera has llegado a conocer es poner los cuernos? Porque si lo es, Fran acaba de sumarse a la lista de personas a los que se les ha sido infiel. Y encima me siento mucho peor tras lo que me ha dicho de trabajar por lo nuestro. Tenía que hablar con él lo más pronto posible y aclararlo todo; ya no por mí, sino por él. No se merecía estar con alguien que dejó de sentir hace tiempo. No podía no dejarle permitir que empezara su vida solo porque yo estaba asustada de lo que me podía suceder. No podía permitir que mi miedo le paralizase y encasillase.

Pero claro, ahora no era momento ni lugar soltarle todo. Me levanté para empezar a quitar las sábanas y con la sábana bajera hecha un lío en la mano entró él, me la quito de la mano y se ofreció él a cambiarlas mientras yo me duchaba. Sin duda, necesitaba aclarar esto cuanto antes.

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