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El Mi de mi Chaeng (FINAL 2/2)

NARRA CHAEYOUNG.

Pero los segundos eternos pasaban y Mina no despertaba.
¿Enserio era aquello real?
¿La había perdido para siempre?
No podía creerlo.
Mis lágrimas cada vez más amargas seguían cayendo sin descanso por mis frías mejillas.
Solo me abracé al cuerpo posiblemente inerte de mi unnie, deseando con todas mis fuerzas estar viviendo un sueño.
O mejor dicho, la peor de las pesadillas.

Pero de repente, un pequeño y vivo rayo de esperanza cayó sobre nosotras.

- Japón... - escuché milagrosamente, entre un suspiro.

Enseguida levanté mi cabeza, sin poder creerlo. Mina había abierto los ojos.

- Tenemos...mucho que hacer... - dijo de manera apagada, mientras alargaba débilmente su brazo para acariciar mi cabello.

- Eso es, y tenemos mucho tiempo por delante. - asentí sonriendo débilmente, y coloqué mi mano encima de la suya, para acariciarla desesperadamente.

- T-tengo que... vivir... - esbozó una sonrisa con algo de esfuerzo, pero con el mismo brillo mágico de siempre.

Inmediatamente, un mar de lágrimas comenzó a caer en cascada de sus pequeños ojos. Sus palabras positivas iluminaban débilmente aquel angustioso momento.

- Y vas a hacerlo, vas a vivir muchísimo tiempo más. A mi lado, Mina. - sollozaba sin cesar.

- Chaeyoung... - musitó mi nombre, con los ojos entrecerrados.

- Dime, Unnie. ¿Q-qué necesitas? - respondí esbozando una débil sonrisa, mientras acariciaba su mejilla.

- Lamento... lamento no haberme percatado antes... de q-qué tipo de personas ha-había en mi vida... - hablaba con todos sus esfuerzos, luchando por encontrar una bocanada de oxígeno entre palabra y palabra.
- Lamento n-no haberme dado cuenta antes... de que tú eres la única persona q-que quiero en mi vida... y... y de que e-estoy completamente... completamente e-enamorada de ti... - sonrió enseguida, moviendo por completo mi corazón.

- No tienes que lamentar nada, también yo estoy enamorada de ti, Mina. No puedo estar más enamorada de ti. - reí, aún entre lágrimas.

Enseguida volvió a sonreír, y en un dulce acto, limpié algunas de las frecuentes lágrimas que rodaban por sus mejillas.

- No llores... ahora siempre estaré contigo. - musité.
¿Recordáis esta significativa frase fijada en nuestra historia? Aquella fue sin duda la ocasión en la que más sentido tuvo para mi el hecho de decirla.

En aquel momento, recordé fugazmente por qué era aquella.
"No llores... ahora siempre estaré contigo."
Siempre que Mina lloraba, siempre que había algo que estaba atormentándola, yo tenía la necesidad de hacerle saber que siempre estaría a su lado, preparada para luchar con todas esas molestas y entristecedoras cosas que la hacían llorar.
Porque Mina solo merece cosas bonitas, casi tan bellas como ella.
Porque Mina da sentido a mi vida, y porque necesitaba ver su hermosa sonrisa en su rostro.
Y pensar que ella misma fue quien me la dijo por primera (y última) vez, marcándome.
Ahora daría lo que fuera por volver a escucharla saliendo de su boca.

De pronto, el sonido del timbre irrumpió entre los sollozos.
La ambulancia había llegado.
Gracias al cielo.