Abro los ojos lentamente debido a la luz que me aturde, parpadeo tratando de acostumbrarme a las luz. Miro a mi alrededor y estoy en una habitación completamente diferente a la mía.
De seguro me quede en la casa de Marilyn -pienso
Me levanto de la cama y siento un horrible dolor de cabeza que hace que vuelva a sentarme, tomo mi cabeza entre mis manos y vuelvo a mirar a mi alrededor y noto que esta tampoco es la habitación de Marilyn. La habitación de ella es totalmente rosa, esta está decorada en tonos azules y negro. Me levanto alarmada y miro el piso, hay mucha ropa esparcida, incluyendo la mía. Miro mi cuerpo y estoy totalmente desnuda.
¿Cómo no me di cuenta antes?
¿Qué demonios paso anoche?
Tomo mi ropa y me la pongo rápidamente. Cuando ya estoy vestida la puerta es abierta por Ricardo Ramirez.
¿QUÉ?
Él me mira y sonríe. Estoy totalmente en shock, lo miro nuevamente y noto que tiene una toalla alrededor de su cintura.
De seguro acaba de salir de la ducha.
Observo como se acerca a mi lentamente para luego sentarse en la orilla de la cama.
—Veo que ya te despertastes bonita –me dice mientras me regala una sonrisa que derrite a cualquiera.
Yo lo sigo mirando como una tonta y cuando al fin reaccionó hago lo que nunca pensé que podría hacer, lo golpeo. Se toca la nariz y me mira sin poder creerlo.
—¡¿Estas loca?! –pregunta exaltado, le esta saliendo mucha sangre.
Aún sin poder créelo y no conforme con el golpe, le doy una cachetada.
—¡Eres un imbécil! -le grito mientras lo sigo golpeando. Hasta que toma mis brazo para calmarme —¿Qué demonios paso? -pregunto temerosa de su respuesta.
—¿No es obvio? Pasamos la noche juntos.
"Pasamos la noche juntos". Palabras que hacen eco en mi cabeza sin poder creerlo. Eso significa que perdí lo más valioso de una mujer, no puedo creerlo. ¡No puede ser verdad!
—¿Tu-tuvimos sexo? –pregunto, con lágrimas en los ojos.
—Si –dice muy confundido.
Empiezo a llorar muy fuerte.
No puedo creer que haya perdido mi virginidad con él, justamente con él. Lloro con mucha impotencia, las lágrimas que salen de mis ojos no son de tristeza, son de furia.
Él intenta abrazarme y es cuando caigo en cuenta de todo lo que se viene ahora con mis padres. Me enojo aún más así que me suelto de su agarre y lo vuelvo a golear en la nariz. Salgo de la habitación mientras tomo todo lo que esta a mi alcance para lanzárselo.
Portarretratos.
Trofeos.
Jarrones.
Todo lo que puedo.
—¡Eres un hijo de puta! –le grito y tomo mi bolso el cual se encuentra en el sofá. Salgo hecha furia del apartamento, mientras el se queda confundido.