Capítulo 3

27 0 0
                                    

Me encuentro sentada en una de las mesas del café, estoy aquí desde hace veinte minutos y Ricardo no se digna en aparecer. Tengo muchas ganas de irme, pero la curiosidad por saber que paso esa noche es más grande, así que espero.

Le pido al camarero una dona y un café y luego de diez minutos vuelve con mi pedido, le agradezco al camarero con una sonrisa, luego se retira y bebo mi café lentamente.

Quince minutos después suena la puerta y levantó la mirada para encontrarme con los ojos de Ricardo. Aunque tenga la nariz morada, sigue siendo lindo, pero no puedo olvidar lo que paso.

De solo recordarlo me dan ganas de volver a golpearlo.

Se acerca hasta donde estoy y se sienta. Nadie dice nada, solos nos quedamos mirando en medio de un silencio incomodo. Lo miro alzando una ceja para darle a entender que quiero que diga algo, sin embargo no lo hace hasta que pasan cinco minutos. Decido hablar yo.

—¿Puedes contarme lo que pasó esa noche? –pregunto desesperada.

—Hola a ti también –me dice con sarcasmo y rodando los ojos–. ¿Qué quieres saber?

Suspiro.

—Quiero saberlo todo. Es decir, en primer lugar ¿por qué me sacaste de la fiesta?

—Habías bebido mucho y ya estabas irreconocible. Además, tu amiga estaba casi o peor que tú –me mira serio–. Y por si no fuera poco estabas bailando con Gabriel –me mira molesto.

—¿Qué tiene que ver que haya bailado con él? Posiblemente baile con muchas personas –lo miro molesta.

—No lo conoces. ¿Acaso no recuerdas que te toco por todos lados? –me mira incrédulo y molesto.

La verdad no recuerdo mucho de esa noche. Me siento avergonzada.

—No era para que te pelearás así, además, si Marilyn estaba incluso peor que yo ¿por qué no te la llevaste con nosotros?

Rueda los ojos.

—Porque Roberto le iba a llevar a su casa, además él la estaba cuidando, a ti nadie te cuido.

Pensé en eso y tiene razón. Marilyn no estaba en estado para cuidarme.

—¿Por qué decidiste cuidarme? –pregunto ya más calmada.

—Porque sé lo que Gabriel hace con las chicas que llegan a los niveles que llegaste tú anoche, estabas irreconocible y no quería que él te hiciera daño.

—Pero, ¿por qué? –no entiendo porque lo hizo, ni siquiera hablamos–. Ni siquiera somos amigos, solo te veo algunas veces por el pasillo y te evito.

—Porque soy un caballero –dice desviando la mirada.

Me burlo.

—Tan caballero que te acostaste conmigo estando ebria –digo sin pensarlo.

Me mira sin poder creerlo.

—Eres increíble –dice molesto y se levanta para irse.

Creo que esta vez si me pase.

—¡Espera! –lo tomo del brazo–. Oye –llamo su atención, pero no me mira–. Perdón.

Suelta un suspiro y se voltea para sentarse nuevamente.

—Es solo que estoy nerviosa –le confieso–. Yo nunca había salido y quería ser libre por una noche. Solo... –suspiro–. Gracias por sacarme de ahí y no dejarme con Gabriel.

Like a VirginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora