Ya han pasado tres horas desde que le dije a Ricardo que estoy embarazada, también pasaron tres horas desde que lloramos mientras nos estábamos abrazando. De verdad fue muy incomodo después de que nos separamos, nunca nos hemos tocado tanto, bueno, al menos que yo recuerde.
Ahora estamos en su departamento y ya que no estoy ebria si puedo verlo a detalle. Es muy cómodo, tiene una sala de estar muy linda y una cocina preciosa. Estoy sentada en el sofá mientras veo un documental de asesinos en serie, Ricardo esta cocinando. Volteo a verlo y lo detalló bien, es muy guapo.
Es alto, de cabello castaño, sus ojos son marrones pero un marrón que provoca verlos todo el día, sus labios carnudos y una nariz muy bonita. Su cuerpo es algo definido y siempre anda bien vestido.
—¿Te gusta la vista? –pregunta de manera burlona.
No me había dado cuenta que dure tanto tiempo viéndolo, me sonrojo sin poder evitarlo.
—Simplemente estoy viendo como serán las facciones del bebé –le digo.
—O sea, eso significa que los estás pensando –se acerca a mi con una sopa que de verdad se ve deliciosa–. No te emociones mucho, es sopa precalentada. No soy buena en la cocina.
Típico millonario.
—Me lo imagine, pero en fin, no es que no lo quiera tener, son las circunstancias y como lo pueda tener. Es decir, apenas estoy iniciando en la universidad, tengo dieciocho años y nunca he trabajado.
—El dinero no es problema, no le faltará nada, pero si de verdad quieres trabajar yo te ayudo con eso, en el hotel de mi papá puedes trabajar y más aún sabiendo que eres la mamá de su primer nieto –se dirige de nuevo a la cocina a buscar unas frituras.
¿Cómo es posible que se lo tome tan a la ligera?
—¿Y no le faltara nada por qué tu papá le dará todo? –pregunto curiosa.
—No le faltara porque yo trabajo con mi papá y aunque trabaje con el, soy independiente –se sienta a mi lado.
Empiezo a tomar mi sopa, la verdad esta buena.
—La sopa la hizo mi mamá cuando vino a visitarme, de verdad soy malisimo en la cocina –dice riendo.
Me río junto con él.
—Yo si soy buena en la cocina, mi papa me enseñó desde que soy muy pequeña, él es chef –digo orgullosa recordando a mi padre.
—Bueno, por lo menos te sabes defender sola, es que yo creo que ni viendo un tutorial de YouTube aprendo –nos reímos juntos.
—Te puedo enseñar, ¿qué te gustaría aprender a cocinar?
—Con saber hacer sándwiches soy feliz.
—No puedo creer que no sepas hacerlos, son super fáciles y son más fáciles aun porque no tienes que preparar nada, ya todo está hecho.
—Si, lo se, no me juzgues –levanta las manos y nos reímos juntos.
Es agradable tener con quien reír, normalmente en casa no hago esto.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, pero no es un silencio incomodo, de hecho es agradable. Sigo comiendo mi sopa.
—Melany... –Ricardo me mira–. ¿De verdad no recuerdas nada de esa noche?
Pongo la sopa en la mesita de estar y lo miro.
—Llevo semanas intentando, pero por más que quiero no puedo...
Se queda en silencio.
—¿Podrías contarme más detalles de esa noche? –pregunto.