Epílogo

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Harry sujeta bien las piernas de la pequeña pelirroja antes de enderezarse y fingir el relinchar del corcel que su nieta ha rescatado de los piratas. Técnicamente no debería estar haciendo esto; el médico ya le ha dicho que es malo para su espalda, pero su pequeña está divirtiéndose, asique puede lidiar con los dolores luego.

El patio trasero de su casa está lleno de risas infantiles, pero todo se descontrola un poco cuando una de las voces anuncia al recién llegado. Adelaine se remueve en su espalda para que la baje, y cuando lo hace puede ver el momento exacto en el que sus tres nietos corren a abrazar a su esposo. Es una imagen encantadora, y Harry no puede evitar sonreír ante la escena.

"¡Abuelo Lou!" escucha a Milo exclamar mientras se acerca. "¿Puedes hacer un truco nuevo? ¿Siiiii?"

Es algo a lo que le han tomado costumbre, pedirle trucos, desde que Amanda les dijo que su padre solía ser un mago de renombre. No es que a Louis le moleste; en realidad, lo adora, y ahora tiene un nuevo público al cual encantar, al igual que disfrutó hacerlo con sus hijos.

"Está bien, cariño," accede el ojiazul, riendo suavemente ante el manojo de sonrisas ansiosas. "No lo he hecho en un tiempo, pero es uno de los más especiales" su mirada se cruza con la de Harry, sonriéndole con complicidad. "Y mi favorito."

El rizado ya sabe que esperar incluso antes de que suceda, pero aun así se prepara para verlo. Ha presenciado este truco exactamente tres veces; cuando conoció a Louis, el día de su boda, y cuando se lo mostró a sus hijos. Sigue siendo igual de mágico, por más que ya sepa el secreto, quizás porque le recuerda a la primera vez que ese eléctrico azul encendió algo dentro suyo.

El procedimiento es el mismo; las manos están más arrugadas, y el pulso más tembloroso, pero cuando sus palmas se separan una rosa está allí, frente a las miradas incrédulas de los infantes.

"¡Wow!" exclama Freddie, sus primos boquiabiertos. "¡Eso es increíble!"

Louis ríe, murmurando algo sobre "mi caja de trucos" y "enseñarles un par" que los tiene a todos corriendo dentro de la casa. Ríe para sí, Harry acercándosele y rodeando su cintura con su brazo.

"Tu truco favorito, ¿eh?" lo molesta con una sonrisa conocedora. Louis se alza de hombros.

"Me hizo conocer la mejor de las magias," responde, tomando su mano y besando su dorso.

"Oh, cállate, tú, galán" ríe él, pero la suavidad en su voz es inevitable.

Se quedan abrazados un instante, solo disfrutando de la presencia del otro y el distante carcajeo desde la cocina de su hogar, hasta que algo detiene los pensamientos de Harry en seco.

"Espera," dice, alejándose un poco, con el ceño algo fruncido en confusión. "Ya no tienes un pulgar falso, lo perdiste hace años," argumenta, revisando sus recuerdos, reviviendo las mudanzas.

Louis lo mira con diversión, como si supiera algo que él no.

"Oh, ¿pero existió alguna vez?" pregunta. Harry parpadea, en blanco, arrancándole una risa a su esposo. "Un mago nunca revela sus secretos, Harold," dice, palmeando su mejilla con ternura.

Harry lo mira un segundo antes de dejar escapar una risa incrédula, negando.

Talvez nunca sepa el secreto de ese truco, pero por el resto de su vida, puede que no le moleste en absoluto.

Heart On My Sleeve || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora