Salí y bajé las escaleras de la entrada de la escuela. No había encontrado a Elsa dentro, por lo que pensé que sería posible que ella estuviera aquí afuera, esperándome. Cuando llegué junto a mi auto, me sorprendí al no verla allí. Abrí el auto y metí mi mochila dentro, cerrando nuevamente la puerta.
Los minutos pasaban y ella no aparecía. Comencé a preocuparme, a extrañarme de no verla ahora.
Vi salir a Aster con un amigo de allí. Comencé a sospechar que quizás él había sido la causa y, sin dudarlo, fuí con él. Cuando estuve lo suficientemente cerca de él como para tocarlo, lo agarré de la parte del cuello de su chaqueta y lo empujé a la pared con fuerza. Lo miré amenazándolo con la mirada, con frialdad.
—¿Dónde está? -gruñí.
_¿Quién? —me devolvió, sonriéndome petulantemente.
—«Quién» —lo imité burlonamente—. Elsa, imbécil.
—¿Esa puta? No la he visto desde el almuerzo. Ahora, ¡suéltame! —me empujó, provocando así que soltara su chaqueta. Él se la ordenó sin quitar la mirada de mí.
El que lo acompañaba se había ido.
—No es una puta. Mira... —suspiré frustrado—, espero que no me estés mintiendo. Tú no me conoces —amenacé.
Lo miré tragar, nervioso. Tooth llegó en ese momento, quedándose junto a Aster.
—¿Qué sucede?
—¿Haz visto a Elsa?
—La última vez que la ví fue hace unos... ¿Cinco, diez minutos? —respondió, dudosa-. Iba caminando por el estacionamiento hacia la chica nueva. Luego me fuí —se encogió de hombros—. ¿Por qué? ¿Se te perdió la perra?
Sin decir nada más e ignorando el último comentario, fuí a mi auto. Saqué mi celular y comencé a escribir un mensaje para enviárselos a todos:
«Hay problemas. Punto de siempre.»
Encendí el motor y me puse en marcha hacia el lugar de reunión de los chicos a una velocidad algo rápida...
Allí dentro solo estaba Kyle sentado en el sofá haciendo algo con su celular. En cuanto llegué él se levantó y se me acercó. Verlo solo me hizo recordar a Elsa y mis sospechas de que quizás él es su hermano. Suspiré y desordené mi cabello frustrado.
—¿Qué sucede?
—Es Elsa. No la he podido encontrar y creo que se la llevaron a otro lugar.
Él sólo me miró y, como si no le importara, pasó junto a mí y sacó una lata de cerveza de la nevera que teníamos. La abrió para poder beber y se sentó en una silla. Me le quedé mirando.
—¿Tu madre se llamaba Christina?
Él tragó con fuerza y comenzó a toser agitadamente. Se cubrió la boca con una mano hecha puño y cuando terminó, la bajó para mirarme fijamente. Asintió con la cabeza mientras desviaba la mirada.
—Sí. ¿Cómo lo sabes?
Me encogí de hombros.
—Y tu padre Patrick.
Lo vi encogerse en su lugar, sin mirarme nuevamente. Sabía que hacerle recordar su infancia le haría daño, pero debía descifrar la incógnita.
—¿Encontraron el cuerpo de tu hermana?
—No —respondió luego de unos minutos—. Sólo el de mi madre... Papá creía que se había desintegrado... —suspiró—. ¿Quién te contó?
—Eso no importa... Ahora escucha atentamente lo que te voy a decir.
Me senté junto a él, en el asiento de al lado y comencé a contarle sobre los papeles de la adopción de Elsa. Le conté también acerca de los informes médicos y cartas del médico que la había atendido. Acerca de que los nombres de sus padres biológicos eran iguales a los nombres de sus padres y que tenían el mismo apellido. También sobre que su madre adoptiva había muerto antes de que le entregaran a Elsa, pero que había alcanzado a firmar. Al final, le hablé sobre que tenía un hermano con su mismo nombre y apellido. Todo encajaba.
—¿Tú crees que es cierto? —preguntó, aturdido, con los ojos abiertos. Logré notar que sus ojos estaban húmedos, al igual que sus mejillas, y que tenía las pupilas dilatadas.
—Sí.
—Yo también... —murmuró junto antes de sentir las voces de los demás. Justo a tiempo.
Michael, Jared, Jason y Marcus entraron. Michael me miró fijamente y esperó para que hablara.
—No encontré a Elsa. Sospecho que la raptaron. Me dijeron que la habían visto con una chica nueva, Honey Lemon...
_¿Lemon? —soltó él.
—Sí.
Me miró de soslayo y suspiró.
—¿La has llamado?
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Sálvame (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•
Tajemnica / ThrillerElsa Arrendelle sólo desea escapar del mundo en el que vive: de la escuela en donde es víctima de crueles burlas y de su casa, que es cuando Agnarr, su padre, descarga su rabia y frustración en ella. No tiene el valor para irse, por lo que cada día...