Sálvame | Capítulo 34

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No podía despegar la vista de ella. De su cuerpo inmóvil allí sobre la cama. Débil.

Acaricié su rostro con las yemas de mis dedos dando un suspiro. Kyle se había ido. Estaba solo con ella ahora.

Ví sus párpados moverse de un lado a otro antes de verla abrir sus ojos. Sus pupilas estaban muy dilatadas. Tanto que parecía que no tenía iris. Ella miró por un largo momento el techo de la habitación antes de que volteara a verme. Pestañeó débilmente y suspiró, inhalando una gran bocanada de aire.

—¿Ja... Jack? —murmuró, apenas audible. Continué acariciando su rostro.

—Cariño, soy yo. Venimos a sacarte de aquí.

—¿D-dónde están... ellos? ¿D-dónde e-están? —preguntó, mientras intentaba observar cada lugar que tenía en frente sin éxito.

—Están muertos, cariño.

Unos golpes en la puerta me sacaron de aquél sentimiento de alivio. Allí estaba Michael, mirándonos fijamente.

—La ambulancia viene en camino para llevarla a un hospital...

Estaba sentado en la sala de espera junto a los demás. No dejaba de golpear el suelo con la suela de mi zapato por los nervios. Estábamos allí hace una hora más o menos. Ya había amanecido por completo y mis padres acababan de llegar, intentando calmarme. Los presenté con los chicos esperando a que se lo tomaran bien. Estrecharon manos y se sonrieron. Suspiré.

Los minutos seguían avanzando en el reloj de la sala y nadie nos decía nada acerca de Elsa. Cuando salía una enfermera o el doctor, les preguntaba por ella y sólo me negaban con la cabeza, diciendo que no dirían nada.

El Dr. Lewis apareció por el pasillo con su expresión seria y sosteniendo papeles. Me levanté y, cuando corrí hacia él, sólo me detuvo con la mano y señaló a los que me acompañaban. Fue con ellos obligándome a seguirlo.

—Bueno. ¿Son sus padres? —les preguntó a mis padres.

Ellos negaron con la cabeza.

—No tiene. Nosotros la cuidamos —murmuró mamá.

—Bueno. Como sabrán los chicos, ella está muy débil y agotada. Abusaron de ella sexualmente en varias ocasiones en un periodo muy corto de tiempo. También la drogaron hasta que su cuerpo no pudo resistir la cantidad de drogas. Tiene una conmoción cerebral y varias costillas rotas a causa de varios golpes que le dieron. Tiene algunos cortes que, por suerte, no son peligrosos, pero tiene una muñeca completamente rota. Además, sus pulmones comenzaron a fallar hace poco y su corazón aproximadamente luego de su última dosis de droga —miró a todos antes de mirarme fijamente a mí—. Lo siento, chico. Su cuerpo no sería capaz de aguantar un tratamiento, sobre todo el tratamiento que necesita. Se está yendo de esta vida de apoco, es una chica fuerte y valiente —señaló y suspiró—. No le queda mucho. Tal vez unos minutos antes de que se vaya. Será mejor que entren a despedirse. Lo siento mucho —dicho esto, se alejó hacia otra sala.

Mi respiración no salía y mi corazón saltaba rápidamente en su lugar. Las lágrimas se juntaron en mis ojos antes de caer por mis mejillas. Nadie habló por unos segundos antes de que el sollozo de mi madre saliera al aire. La miré; estaba abrazada a mi padre, llorando desconsoladamente. Los chicos tenían la mirada perdida, estaba completamente aturdido de este mundo. Me lamí los labios antes de ir corriendo hacia el lugar donde tenían a Elsa. Abrí rápidamente la puerta y entré, viendo su cuerpo tendido sobre la cama, inmóvil, despierta apenas. Ella me miró y me sonrió lo mejor que pudo. Se la devolví y sequé mis lágrimas.

—Hola, cariño —murmuré, mientras me acercaba a ella y me sentaba a su lado en la cama.

—Hola —murmuró ahogada. Suspiró entrecortadamente, dando a conocer su dificultad por respirar—. ¿Ya lo sabes?

Desvié la mirada, sintiendo nuevamente las lágrimas pinchar tras mis ojos.

—No quiero que te vayas... —susurré.

Ella levantó su mano nuevamente para agarrar la mía. Su mano era esquelética, pálida y muy fría.

—No quiero irme, Jack...

—¡No puedes dejarme! —dije exaltado—. No puedes... —susurré por lo bajo.

—Jack...

—¿No ves que te amo? ¡Te amo tanto que duele! No lo resisto. No quiero perderte otra vez.

Se quedó callada, mirándome con sus ojos con pupilas cubriendo por completo su iris. Besó mi mano con cariño.

—¿Qué es amar? —preguntó.

—No sé explicarlo bien... Sientes que no puedes estar sin esa persona...

Me miró, pensativa.

—Entonces, puede que yo también te ame... No quiero irme Jack...

—Ey, no tengas miedo. Yo me quedaré aquí contigo —murmuré, aferrándome a su mano.

Kyle entró y nos miró. Suspiró, desviando la mirada.

—Hola Elsa.

—Hola Kyle —murmuró débilmente.

—Debo hacer esto rápido. Los demás no quieren entrar, pero me dicen que te quieren demasiado —murmuró—. Descubrí que eras adoptada... Saqué conclusiones y creo que... Bueno, eres mi hermana... —se acercó a ella y arrastró una silla con él para sentarse cerca de su rostro.

Ella le miró, perpleja.

—¿De verdad?

—Me llamo Kyle Wells —le sonrió con cariño—. Hola de nuevo, hermanita.

Ella le dedicó una pequeña sonrisa...

Mis padres entraron y hablaron unos pocos minutos con ella. Yo no soltaba su mano y no pensaba hacerlo ahora. Luego de unos segundos de que nos dejaran solos, comenzó a toser de una forma agresiva y cuando terminó, sangre cubría sus labios y las blancas sábanas. Tragué, mirando la forma en la que veía la sangre con horror.

—No temas. Es... normal —murmuré. Besé su frente.

—Jack... Tengo sueño... —me susurró, acurrucándose, haciendo caso omiso a la sangre.

Acaricié el dorso de su mano con los pulgares, lágrimas recorriendo mis mejillas.

—Duerme. Yo estaré aquí cuando despiertes —susurré junto a ella.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo. 

Sálvame (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora