Fachada

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Se me acabaron los poemas
y el piano sigue sonando
¿Que se hace cuando la soledad tenía un porqué y ahora ni el vacío lo sustenta?
Aprendí a tomar el ruido de la ciudad
-y el de los pasos-
Con la melancolía de un chelo de Bach,
el ladrillo que amuralla mis sollozos
está sellado
con el cemento de mil sonrisas
que entre antojos
de ebriedad
van en busca de caricias sinceras
Estrellándose
contra el asfalto de la hipocresía.
El violín está llorando.
Se ha asustado con el alarido de mi
rabia,
espumosa,
repentina,
Intentando manchar
su pulcritud.
Se ha quebrado, y no hay vuelta atrás
no me quedan más poemas,
ni espacios en soledad.
Es tanto el ruido de esta ciudad,
que ninguna esquina se ha salvado.
Y esa grieta,
La de las mil sonrisas...
Díganle a quien comanda mi muralla,
Que he llegado.
Que seré yo quien rompa
su bulla, en silencio.
Que no me deja pensar,
Que exijo oscuridad,
Y necesito a Bach.
Que se arranque esa sonrisa,
Ella y yo sabemos la verdad.
Que la muralla no resiste,
Que tenemos que hacer algo,
para no morir juntas.

- Mayra Gutierrez
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