Final feliz

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El muerto vale más muerto
que vivo.
Y el humano
quizá tenga
como único don
el aprender a morir en vida.
Manejando infelices
en medio del tráfico,
O desfalleciendo en la rabia
de algún jefe desagradable.

Nuestro valor aumenta
cuando la carne
ya putrefacta
genera el sollozo de su entorno.

Cuando el ataúd
encerrando su genialidad
sea carcomido por los gusanos
y no se le pueda hablar
más que con rezos,
-Y una que otra Ouija-
Salúdenme pues,
al curita
que les da las bendiciones,
que mientras mi madre llora
reciten algunos de mis poemas
para que tengan presente mis momentos de gloria
-Ninguno más glorioso que la muerte misma-
Que no se desgarren la garganta
alabando mi vida,
que ninguno entre las cuatro paredes
lloró en mis penurias,
nadie merece ya el valor
que mi carne yaciente
ahora otorga.

- Mayra Gutierrez
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