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Leí por ahí un estudio que dice que el 80% de las personas ya han conocido a la persona con la que se casarán a los 16 años, en mi caso así fue, y algo en mí lo sabía, por lo que ahora, la noche antes de mi boda, voy a contarles mi búsqueda de quien resultó ser el indicado para mí.

A Mateo lo conocí en el primer día de escuela; entró por la puerta de la sala con voz tranquila y un timbre en ella tan perfecto que te hacía estremecer, de estatura promedio, moreno, con un jersey y un aspecto juvenil que nos desconcertó cuando se presentó como profesor de literatura.

En las primeras clases nos pidió escribir un relato sobre un esclavo del que habíamos leído, dándonos la libertad de alterar la historia original. Decidí realizar mi trabajo sobre cómo escapó con su amada a través de una noche que les dejaba los segundos contados, puesto que ninguno sobrevivió, sí, me encanta la tragedia.
Al recibir mi obra ya revisada pude ver una nota que decía: "Me encantó, buena estética, sigue así Edith." Y notas de ese estilo siguieron apareciendo en muchos otros de mis escritos, especialmente en los poemas.
En sus clases casi siempre salíamos al patio de la escuela a hacer actividades con el resto de compañeros, y cada vez se sentó a mi lado, a una distancia prudente, claro está.
El día de mi cumpleaños 16 llegué a la clase de literatura para descubrir que nacimos el mismo día (fue muy lamentable para mí haya sido en años distintos), y nos abrazamos mientras nos cantaban.

***
Desde siempre me había gustado Alex, desde el primer año en esa escuela, aquel niño de ojos miel y cabello rizado color castaño claro. Nos sentábamos juntos para hablar de todo, podríamos haber pasado días enteros así, claro que entre los temas de los que conversabamos no faltaban aquellas chicas que siempre estaban en la mente del extrovertido chico.
-El año ya está acabando- Me dijo calmado, con sus ojos inusualmente buscando los míos mientras caminábamos por el patio, camino a la salida.
-Y no nos veremos en unos meses, voy a extrañarte mucho.- Sentí cómo me ruborizaba al salir esas últimas palabras de mi boca.
-Pero... por qué dices que no vamos a vernos? No puedo estar sin ver a mi novia por tanto tiempo.-
Yo había escuchado mal? No podía encontrar oraciones coherentes que decir, así que sólo para asegurarme de no dejar que el tema se disolviera en la conversación dije un nervioso "Qué?"
-Que no puedo estar sin verte durante todo el verano- Aún con esa tranquilidad que me hacía ver aún más desesperada.
-Pero yo no soy tu novia- Hablé sin pensar, ahora sí había entrado en pánico, cielos.
-De qué hablas?- Cómo es posible que no me haya desmayado en ese instante? Escuché mal, seguro, sí, fue eso. -Ah, cierto, aún no te lo pido... quieres?- Su sonrisa de lado acabó por hacerme detener mi paso abruptamente.

Ahora, cuando estaba a punto de cumplir catorce , después de cinco años de ser mejores amigos, me estaba haciendo esta pregunta. Éramos muy pequeños, tontos e inmaduros para eso, y todo eso lo pensé después de un inesperadamente tranquilo "Sí."
***
-Y... recuerdan lo que hacían Alex y Edith después de clases?- Pude escuchar a un compañero hablando entre risas al lado de la mesa del maestro, y al recordar el tema las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos en silencio.
-Qué cosa?- Esa voz era inconfundible, y fue seguida por otra de un compañero. -Yo le voy a contar... ella se ve muy inocente, verdad? Pues, hace un año se quedaba después de clases con su novio en el salón, para... ya sabe.- Mis compañeros seguían hablando y riendo hasta que oportunamente sonó la campana, mientras que el profe Mateo alcanzó a sorprenderse y girar hacia mi dirección. Al notar mi llanto pidió que todos salieran, nos quedamos solos en la sala.
***
Después de unos meses él seguía igual que siempre, alegre, atento y carismático. Nuestra relación iba en serio, a pesar de nuestra edad, lo que a mi hermano, Dylan, no le agradaba para nada, no sabía qué pasaba por su mente en esa época, pero estaba extraño... tiempo después entendí lo que el alcohol hacía de él. Aún con estos importantes acontecimientos, mis padres no notaron nada de nuestras vidas, como siempre, así que se me hacía más fácil quedarme en algún parque después de las clases o juntarme con Alex y su familia, que siempre me recibió con amabilidad, él siempre me hacía los ambientes más llevaderos.
El tiempo siguió transcurriendo hasta ese día, había llevado una vida tranquila y alejada de problemas hasta que llegó ese maldito día en que mi mundo casi se destruye por completo.
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Edith: Amores De Una VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora