XII

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Decidí que iría a dar un paseo el día de San Valentín, no quería nada de citas románticas. Busqué un parque que estuviera cerca para salir a caminar y llegué a un bosque inmenso que me atrajo casi por instinto.
Después de una media hora de caminata tranquila encontré un lugar cómodo para sentarme a leer. Había tomado un libro cualquiera de el estante de mi cuarto, al sacarlo de mi bolso pude distinguir el libro de poemas que Teo me había regalado y por primera vez en meses sentí que me hacía falta. Me sorprendía lo mucho que había pasado sin pensar en él, pero me sorprendió aún más que otra persona apareciera en mi mente para quitarme la paz: Alessandro.
Millones de dudas saltaron a mi encuentro, al igual que muchos recuerdos. Nosotros nunca fuimos grandes amigos, pero el destino siempre nos empujaba cerca uno del otro, por ejemplo, puedo recordar que cada año nos sentaron juntos en la escuela, me quedé un par de veces en su casa porque había tenido algún problema en la mía, su madre me tenía mucho cariño... su madre estaba bien? Y qué hay de su hermana pequeña? De niños siempre tuvimos que hacer trabajos juntos y nos peleábamos por la cosa más pequeña, pero siempre fuimos un gran equipo. Para halloween salíamos juntos, ya que vivíamos a unas calles de distancia, hasta nos vestían con disfraces a juego.
Gran melancolía llegó a mí y provocó que lentamente fuera cerrando los ojos y recordando tiempos pasados que nunca iban a volver, su reacción frente a mi relación con Mateo fue muy extraña, pero sólo hasta años después comprendí el porqué.
Me quedé así por unos minutos hasta que me fui quedando dormida. Me desperté por un gran ruido que me sobresaltó, estaba en medio de una noche fría, con mucho viento. Me levanté para buscar el camino por donde había venido, pero... el entorno había cambiado; el sonido que había sentido era el de un árbol cayendo, el cual bloqueó lo que yo creía que era el sendero que había tomado antes, no podía estar segura, puesto que estaba muy oscuro.
Después de unos instantes pensando en lo que tenía que hacer, comencé a caminar entre los matorrales que se alejaban del camino, lo que pareció una buena idea hasta que me encontré rodeada de árboles y arbustos sin saber para dónde ir.
Mi teléfono! Esa era la solución. Tenía muchas llamadas perdidas de Cassy, de Violet, de tía Aida, cuánto tiempo había pasado ahí? Al ver la hora en el móvil me entró una gran angustia, eran las dos y media de la madrugada.
Aún así intenté llamar a mi tía, teléfono apagado, llamé a Violet, apagado, cuando estaba al borde de la desesperación recibí una llamada de Cassy.
-Voy a matarte, no sabes lo preocupada que me tenías. Dónde estás? Iremos por ti.- Dijo Cassy, y todo estuvo bien hasta ese momento en que me di cuenta de que ni yo sabía dónde me encontraba, cómo iban a llegar a mí?
-Estoy en el bosque que queda cerca de casa, no sé cómo se llama...-
-Ya vamos en camino, pero necesitamos más información, ese lugar es enorme.- No alcancé a responder cuando llegó un mensaje al teléfono: batería baja.
Entré en pánico.
-Escucha Edith, ya estamos aquí. Calmate, deja de llorar, tal vez tardemos un poco, quizá un par de horas, pero nada más.- Podía ser muy madura cuando se lo proponía. Me tranquilicé.
Mientras caminaba en dirección a ellas, llegó a mi mente un recuerdo, yo ya había estado en esa situación antes.

*
En un paseo de la escuela cuando tenía unos 12 años, recuerdo estar platicando con Alessandro.
-Te parece si nos salimos del camino un segundo? Tengo que decirte algo importante.-
-No, yo me quiero quedar.- Me encantaba llevarle la contraria.
-Bien, pues quédate sola!- Él era muy fácil de hacer enojar.
-Tú tampoco eres gran compañía, por si querías saber.- Aún así lo seguí.
Después de unos minutos caminando me dijo:
-Yo... quería decirte que...- No le estaba prestando mucha atención, estaba ocupada pensando en que no sabía dónde estaba.
-Espera, sabes cómo volver con el resto del grupo?- Todo habría sido más fácil si lo hubiera dejado hablar, pero tenía razón, pasamos más de una hora tratando de regresar con los demás.
*
Al fin logré llegar con mi familia, a quienes tuve que explicar toda la situación.
Cunado llegué a casa mandé un mensaje que nunca fue recibido.
Me gradué de la carrera de medicina y comencé a trabajar, fue en esta época en que un mensaje llegó a mi teléfono y me hizo temblar, Thiago me había escrito.
Hablamos por días enteros y con el tiempo se fue produciendo algo entre nosotros. No era amor, tal vez algo de cariño, pero lo que más reinaba en nuestras conversaciones era el fuego... si saben a lo que me refiero, ninguno de los dos buscaba algo más.
Cuando supe que se llevaría a cabo una reunión de ex alumnos, supe que debía presentarme. Era momento de volver.







Edith: Amores De Una VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora