XIV

12 2 0
                                    

Lo que pasó una semana después fue totalmente mi culpa. Se organizó una segunda reunión de ex alumnos, esta fue más bien una fiesta, en donde volví a ver a Thiago. Cerca de la una de la mañana cuando sus ojos me llamaban desde el otro lado del bar cometí un error que me costó muy caro. Llegué a su lado y no pude resistir ni un minuto más, nos fuimos a mi auto donde los vidrios comenzaron a empañarse y sólo nos detuvimos cuando se acercó al auto la ya familiar silueta de un hombre de piel canela.
Para explicar lo que pasó después, tengo que remontarme a antes de decir que estaba sintiendo algo por otra persona, días en los cuales me volví muy cercana a Alessandro. Sí, llámenme como quieran llamarme, pero me enamoré de él mientras mi cuerpo se hacía de Thiago cada vez que nos veíamos. Por eso decidí terminar lo que mantenía con él, porque no podía seguir así.
Volviendo al tema de la fiesta, cometí ese error, él nos vio allí y no se enojó conmigo, sólo se dio la vuelta y desapareció de mi vida.
"Escucha, entiendo el porqué de esta situación y no sabes cómo lamento lo de esa noche. Eres lo único que quiero, no sé porqué lo hice. Si quieres hablar, por favor llámame..."
Ese fue el mensaje que escribí muchas veces y jamás envié. Tal vez si lo hubiera hecho él me habría llamado, pero no lo hice, sólo me quedé esperando y cometiendo aún más errores.
-Escucha, uno de mis hermanos va a casarse y quería pedirte que seas mi acompañante para la boda... sólo si quieres.- Segunda decisión que pudo cambiar el curso de la historia: acepté ir con Thiago al matrimonio.
Durante el evento se acercó a mí de una forma distinta a todas las que conocía en él.
-Su alteza, me permitiría una pieza de baile con usted?- Entre risas acepté su petición.
Bailamos toda esa noche y me obligué a creer que podía ser feliz a su lado, pero nunca pude amarlo como quería hacerlo, claro que con el tiempo comencé a sentir por el un tipo de amor extraño, no era de pareja, o al menos no de un tipo sano. No podía quitarme de la cabeza la idea de que yo siempre esperaba de él algo que no podía darme. Otro error, forzar mis sentimientos y dejar que esto nos transformara en una relación sumamente tóxica. El sentimiento de insatisfacción que tenía me llevó a ser demasiado exigente, él tenía que hacer todo perfecto para hacerme feliz y ninguna persona puede vivir así, todos cometemos errores pero en este noviazgo hubo demasiados.
-Por qué llegaste tan tarde?- Eran las cinco de la mañana y Thiago recién llegaba a casa.
-No sabía que debía pedirte permiso para salir.- Me había hecho enojar.
-Bien! No soy tu madre para andarte cuidando y esta no es tu casa, fuera!- En esto nos habíamos convertido, en una guerra constante y sin sentido, pero nos necesitábamos para sentirnos completos, por eso siempre volvíamos, era nuestro círculo vicioso.
Las noches en que nos quedábamos en la cama hasta el amanecer contrastaban con los gritos de odio que venían después del más mínimo detalle.
Estaba también el hecho de que siempre volvía lleno de olor a perfume de otras mujeres, podía ver desde la ventana del departamento cómo se despedía de las chicas que llevaba a dar un paseo en su motocicleta, los besos en su cuerpo que no eran míos, todo lo podía sentir perfectamente y creí que eso me daba derecho a hacer lo mismo.
Lo más extraño era que aún así lo amaba, lo deseaba a mi lado y me dolía pensar en perderlo, como si necesitara el viento en mi rostro al andar abrazada con él en su motocicleta, la adrenalina de ir a toda velocidad sin casco aunque no pudiera respirar, por él me volví adicta al dolor y las adicciones te dejan sólo dos caminos: rehabilitación o muerte.

Edith: Amores De Una VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora