Capítulo 2

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Me fui a casa en cuanto se marchó aquel chico después de una hora. Por alguna extraña razón sentía curiosidad sobre aquel individuo, quería saber más sobre él. Tuve la sensación de que sería una gran distracción en mis largas horas nocturnas.

Empecé a montarme historias en mi cabeza hasta que me di cuenta de que lo más seguro, es que al día siguiente no estuviera en ese mismo lugar. No quería creerme eso, necesitaba algo con lo que distraerme y esa era mi oportunidad. Me aferré a la idea de que mañana estaría sentado en el mismo sitio o por lo menos en el mismo parque.

A la mañana hice todos mis quehaceres teniendo en mente una cosa: que llegara la noche. Anduve todo el día más distraída de lo normal y la primera persona que se dio cuenta fue mi madre.

- ¡Mi Soo, cuidado con las flores! - dijo con las manos sobre la cabeza.

- ¡Ay! Lo siento omma, estaba distraída... - dije cabizbaja.

- No se que te pasa hoy pero estás diferente a otros días. ¿Ya duermes algo? - me preguntó con la cabeza ladeada - Sabes que estoy preocupada por ti.

- Bueno, más o menos pero no te preocupes...

- No se... igual es mejor que vengas a casa otra vez, aunque sea en el verano. Para cambiar de aires y eso. Puede que te sienta bien y todo.

- No hace falta omma, ya soy bastante mayorcita y puedo arreglarlo sola.

- Mmm... bueno como tú digas, pero creo que igual el problema es ese, que estás mucho tiempo sola y ya eres "bastante mayorcita." - me dice mientras hace un gesto de comillas con los dedos - ¿no crees que deberías buscar una pareja? Así te entretienes un poco. - me dice mientras me da golpecitos con el codo en un costado.

- ¡Omma! Pero que cosas dices, a mi no me hace falta nada de eso, soy una mujer fuerte e independiente que aspira a llegar a lo más alto en su trabajo - digo con un gesto triunfante.

- Ya, claro, un trabajo. ¿Qué trabajo si no tienes? Como no sea que quieres ser una florista profesional que abra su propia cadena de floristerías con tu nombre, no sé a dónde quieres llegar. Pero bueno Mi Soo, yo te dejo con tu vida y haz lo que veas más conveniente.

- Ains, que "aguasueños" eres de verdad. Bueno me voy ya a casa que ya he terminado. Hasta mañana omma. - dije despidiéndome con la mano.

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Llegó la noche y me acordé de la conversación que tuve con mi madre. Por alguna razón cuando mencionó lo de una pareja, por un momento pensé en el chico del banco, pero al instante deshice ese pensamiento. Solo veía a esa persona como una distracción para mi insomnio, ¿o no?. Dejé de pensar sobre aquello y me puse a cenar una pechuga con ensalada. Al terminar vi unos cuantos capítulos de mi serie favorita, escribí en mi diario y me dispuse a dormir o por lo menos intentarlo.

Tras unas horas con varios intentos fallidos, me di por vencida y decidí salir de casa. En verdad creo que no pude dormir por las ganas que tenía de que no pudiera dormir y así salir fuera de casa para ir al tan ansiado parque.

Cerré la puerta con llave y suspiré intentando autoconvencerme de que él estaría allí. Por un momento pensé de que podría volverse una obsesión, pero no creía que fuera capaz de llegar a tal extremo.

Por fin estaba allí, en el gran parque lleno de árboles y deshabitado. Seguía sin creerme que ese mismo parque fuera el mismo de las mañanas y tardes, con un ambiente completamente diferente, lleno de personas con niños correteando e incluso algún animalillo como las ardillas, lleno de sonidos y de vida. Por la noche lucía frío, sin vida pero perfecto para mí, así podría escuchar la melodiosa voz de aquel chico y observarlo sin ser acusada de acosadora.

Legué al mismo banco de ayer y no me lo pude creer (bueno en verdad sí porque eso es lo que me había autoconvencido), allí estaba él, sentado en el mismo banco, en la misma postura. Al fin algo salía como yo quería, con lo gafe que era con todo, esto era un milagro para mi.

Pude notar que estaba cantando al igual que la noche anterior, me pregunté de las posibles razones que pudiera tener aquel chico para ponerse a cantar a las 3 de la mañana en un parque solitario.

Localicé un árbol más cercano y me dirigí hacia él intentando hacer el menor ruido posible. Conseguí acercarme sin ningún problema y pude verle más detalladamente.

Tenía un rostro muy dulce con una mirada muy profunda. Parecía muy delicado y tenía un tono claro de piel. Me quedé absorta apreciando ese rostro esculpido por los dioses.

No se cuantos minutos pasaron, estaba en otro mundo hasta que de repente mi móvil empezó a sonar y rápidamente intenté apagarlo para que no se diera cuenta, pero por culpa de los nervios se me cayó al suelo y cuando fui a levantarme después de haberlo recogido, me quedé inmóvil al tener al chico del banco enfrente de mí y con una ceja enarcada.

Singing under the moon // TAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora