Gemelos de Luna Llena

Parte 3

Esa misma noche, Ángel no pudo dormir por un pensamiento que le rondaba en la cabeza: ¿Qué habrá sido eso que los atacó en el bosque? ¿Será cierto que era un hombre lobo, y que eso conllevaría a que ellos se convertirían en eso también? Era muy descabellado para ser verdad, tanto que cuando por fin había logrado quitarse el pensamiento de la cabeza, ya estaba amaneciendo, y Ángel lograba oír la alarma, pero al acercarse a su reloj para poder apagarla se dio cuenta de algo: su reloj no tenía batería, pero oía el timbre como si lo tuviera a la par.

Entonces decidió levantarse de la cama e ir a investigar de dónde provenía esa alarma, pero cuando se puso de pie se dio cuenta de algo que sin duda lo dejo boquiabierto: ya no sentía dolor en el costado.

Era algo que no se lo podía creer, así que corrió al baño de la casa, cerro con llave y se colocó frente al espejo para poder verse el torso y darse cuenta de algo increíble, que ya no tenía esa gran mordida que le dejo la bestia ayer, así que decidió salir del baño e ir a su cuarto a cambiarse la ropa e ir a la casa de Diana para hablar de lo ocurrido.

-¿A dónde crees que vas, hijo?- era su madre, Catalina que lo vio saliendo de su cuarto muy callado.

-Al colegio Ma, hoy se hacen pruebas para el equipo de futbol y quiero ser de los primeros.

A pesar de que lo que decía Ángel era muy cierto, su madre sentía que algo andaba mal.

-¿No vas a contarme como te fue anoche?

-¿A-anoche?- dijo Ángel algo nervioso.

-si anoche, ¿Cómo te fue con Diana en su cumpleaños? ¿Te le declaraste como tanto lo planeaste?- le dijo de modo algo burlón.

-No, ya no pu... espera, ¿Cómo supiste de lo que tenía pensado hacer?- Ángel quiso sonar serio, pero en realidad no aguantaba la risa.

-Querido, hablas dormido, y muy fuerte por cierto- dijo su madre mientras se iba a la cocina.
Y luego solo añadió "ve con cuidado hijo, me saludas a Diana porfis, es un encanto de mujer."

-Jaja está bien Ma, adiós te quiero- dijo eso y se fue corriendo a la casa de Diana.

Mientras iba camino se dio cuenta de muchas cosas, primero era que su tobillo ya no estaba tan adolorido como la noche anterior, lo otro era que siempre que pasaba cerca de un grupo de personas que estaban hablando algo bajo, lo escuchaba tan claro como si estuviera a la par de ellas, aunque él no quería creer lo que le estaba ocurriendo, sabía que no se estaba equivocando.

Pero igual necesitaba el veredicto final: ver cómo le fue a Diana esa noche.

Justo cuando llego a su casa, antes de tocar la puerta logro escuchar a lo lejos un llanto: era Diana, y provenía de su jardín, entonces decidió brincarse la valla de madera y empezó a buscar a Diana por todas partes, pero por más que la buscaba de forma cautelosa no lograba hallarla, hasta que se dijo a sí mismo:
"okay Ángel, concéntrate y escucha bien, parece tienes un súper oído, úsalo bien" así que se quedó callado y se concentró... y la encontró.

Entonces se fue corriendo a donde se encontraba, ya que no estaba dentro de su casa ni en el jardín: se encontraba en el colegio.

Llego al colegio y empezó a buscarla por todos lados: por los salones, el patio, hasta la buscó en los baños, donde se llevó una gran cachetada por entrar allí. Así que decidió ir a buscar a un lugar que no se le había venido a la mente: su escondite secreto justo atrás del salón de teatro.

Y justamente allí estaba ella, recostada contra la pared en posición fetal, llorando y temblando, y justo cuando Ángel se comenzó a acercar a ella Diana le dijo:

-Ángel, ¿eres tú?- dijo la chica con una voz temblorosa, como si estuviera asustada.

-Si Diana, soy yo, ¿Qué sucede? ¿Por qué estas llorando? ¿Alguien te hizo daño?- y hubiera seguido preguntando, pero se quedó en shock cuando ella lo volteo a ver: tenía los ojos brillosos, color dorado como en su serie, seguido de eso ella le dijo:

-Ángel, tus ojos, tus ojos están brillando, brillando color dorado como un Beta de Teen Wolf- en ese momento el la tristeza de Diana se había desvanecido y reemplazado por una cara de asombro.

-Los, los tuyos igual brillan Diana, y déjame decirte que te miras mucho más hermosa de lo que ya eres- aunque sabía muy bien que ese no era el momento adecuado, no pudo evitar decirlo.

-gracias, tu igual te miras guapo con ellos; pero volviendo al tema...

-oh si claro, ¿Qué sucedió contigo? Se suponía que te iría a traer a tu casa en la mañana- le dijo al mismo momento que se le acercaba.

-¡no te me acerques, por favor!- le dijo al mismo tiempo que escondía las manos.

-¿Qué sucede? ¿Qué tienes Diana?

-Creo que lo que nos atacó anoche... si era un hombre lobo- y en ese momento levanto sus manos, y en ellas habían garras.

Fue entonces cuando los dos supieron que su vida jamas volvería a ser la misma.