Capítulo 3

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"¡IDIOTA! ¡ESTÚPIDO! ¡IMBÉCIL! ¡HIJO DE P...!"

-- CÁLMATE ¡¿QUIERES?! -- gritó Markus harto de ver a la chica pateándo árboles y dirigiéndole una y mil señas cuyo significado dudaba que fuera un agradecimiento precisamente.

Lea lo miró con el seño fruncido antes de ignorarlo y sentarse a los pies de un árbol cercano.

Luego de haber estado corriendo por unos diez minutos, los chicos habían disminuido la velocidad pero mantuvieron la marcha hasta pasadas unas tres horas. Habían decidido... O bueno, Markus había decidido que la mejor opción sería quedarse quietos en un lugar y esperar... ¿Qué cosa? Eso solo él lo sabía y se había negado completamente a responder la más mínima pregunta hasta que la cosa esperada sucediera.
Así fue como llegaron a ese pequeño claro rodeado de pinos. Había algunas formaciones rocosas en un costado y allí Alessia se encontraba en ese momento, sumida en sus pensamientos.

Fue entonces cuando se comenzaron a oír pisadas a lo lejos. El chico se paró de un salto y las llevó a ambas  detrás de las rocas, indicándoles con una seña que hicieran silencio a lo que Lea lo miró en gesto de burla.

"Porque seguramente yo puedo gritar y todo" pensó sarcástica.

El ambiente se tornó completamente silencioso mientras los tres chicos esperaban espectantes, el crujir de las hojas por el viento era lo único que podía llegar a escucharse además de las agitadas respiraciones de Alessia y Lea.
Tres manos salieron de la oscuridad y taparon sus bocas mientras que unas misteriosas figuras inmovilizaban a los chicos.
Lea y Alessia se removían con desesperación intentando librarse, sin embargo, Markus simplemente atinó a librar una mano y trazar un dibujo con ella en el brazo de su atacante logrando que éste lo soltara inmediatamente y a continuación a ambas adolescentes.

-- Veo que viniste acompañado, Markus -- dijo el agresor que lo había soltado.
Algunas luces se encendieron de repente cegando a Lea.
Cuando logró acostumbrarse entrevió siete siluetas, dos correspondientes a Alessia y Markus y las otras cinco a tres chicas y dos chicos desconocidos.
Quien había hablado en primer lugar era un chico de cabello teñido azul eléctrico que resaltaba con sus ojos negros los cuales parecían mezclarse con su pupila. Portaba una sonrisa socarrona y se mantenía cruzado de brazos, dejando entrever lo que parecía un pequeño tatuaje de unas flechas en su mano. De hecho, todos los desconocidos lo tenían.

-- Me alegro de ver que no estés ciego aún, Eigil -- respondió Markus frotándose el cuello -- ¿era necesario emplear esa cantidad de fuerza?--

Eigil se limitó a encogerse de hombros

-- Ellas son Alessia -- dijo Markus señalando a la que estaba más cerca de él -- y ella es nuestra famosa señorita, Lea Frei --

¿Famosa? Preguntó Lea en una seña aunque no esperaba ser comprendida

-- Sí, famosa -- respondió una chica de cabello rojo como el fuego y ojos azules como el cielo nocturno -- Ya llamé a Artemisa, vendrán a buscarnos en cinco minutos-- dijo ahora dirigiéndose hacia Eigil quien parecía ser el líder del grupo.

-- Gracias, Chiara -- respondió -- ¿Y a tí qué te pasa?-- preguntó confundido a Lea quien se había quedado pasmada al ver que la habían comprendido -- Aquí todos sabemos lenguaje de señas, incluso él, aunque casi lo reprueba -- rió señalando a Markus.

Tanto Lea como Alessia lo miraron atónitas, siendo la primera la que se sintió más idiota al recordar la cantidad de veces que lo había insultado pensando que no la comprendía.

Como si le leyera la mente, la chica que había hablado primera, Chiara, se acercó y le susurró en el oído.

-- Descuida, no nos enseñaron las señas para maldecir. Excepto, claro,  las de uso cotidiano, así que dudo que haya comprendido lo que le has dicho recién --

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