Prince ➳ TaeKook.

Capítulo 6: Efímero.

¿Desde cuando las cosas más bonitas son para siempre? No hay nada bonito que dure para siempre, porque cuando algo bonito comienza a florecer, por mucho que se cuide, acabará marchitándose. Siempre hay un final para todo, aunque nadie quiera oírlo, aunque todos hagamos oídos sordos a la realidad que más nos duele. Nada bonito es para siempre. Pero, ¿las cosas horribles, el dolor? Eso puede durar una vida, y otra, y otra.

Sin embargo, hay cosas preciosas que viven siglos y siglos. No son eternas, pero son perfectas, y existen. La magia puede hacer que las cosas bonitas duren más de lo que deberían, pero todo truco tiene su parte negativa. Las ninfas son una de esas cosas que la magia cuida y, al mismo tiempo, deja a un lado. Son las dríades, aquellas que cuidan del bosque, las mismas que se aparecen a los viajeros solitarios para asustarlos. Y, que, como todo lo bello, tienen un lado oscuro.

Las dríades viven solas en el bosque, y están destinadas a vagar por él durante el resto de sus largas vidas, pues es extremadamente raro encontrar cualquier otro ser mitológico en el bosque. Quizás, el hecho de que estén solas no sea tan malo porque, al fin y al cabo, se tienen entre ellas. El problema es que, en aquel bosque, solo vive una única ninfa.

Taehyung se dirige con serenidad hacia su escondite cuando se lo encuentra por primera vez. Se cruzan de frente, la ninfa apareciendo de la nada, y Taehyung no hace más que pararse en seco para mirarle a los ojos. Seguidamente, haciendo como si no hubiera visto nada, sigue avanzando. La ninfa vuelve a interponerse en su camino, de nuevo, y el príncipe le ignora hasta que se cansa. Cuando por fin se para, cabreado, con ambos brazos cruzados frente a su pecho, la ninfa habla.

—Es inútil que me ignores, lo sabes —le recuerda Jimin, una sonrisa sincera y melancólica surcando su rostro. Taehyung le mira durante unos segundos más antes de soltar un inmenso suspiro. Descruza los brazos, y habla.

—Me gustaría que no lo fuera, honestamente —suelta, con una mirada impasible. Pero no quiere tener esa conversación ahora mismo. De hecho, no quiere tener ninguna conversación en absoluto con Jimin—. ¿Qué quieres? Sé breve, tengo cosas que hacer.

—Siento mucho interrumpir las tareas de Su Majestad —expresa, dando un paso hacia atrás para hacer una leve reverencia—. Pero me temo que esto le importa. O, al menos, debería importarle.

—Creo que la última vez que hablamos dejé bastante claro que no quería tener nada que ver con la magia, ni el reino —recapitula el príncipe, tratando de sonar amable. Es una pena que sus palabras sólo salgan con brusquedad de su boca—. Ni contigo, Jimin.

La ninfa parece sopesar aquellas palabras en su cabeza una y otra vez, sin descanso. Se mantiene en silencio, como si hubieran miles de cosas que quiere decirle al príncipe, pero que no puede. Baja su mirada, y Taehyung piensa que ese es el momento idóneo para marcharse. Viendo cómo está Jimin ahora mismo, probablemente no tenga fuerzas para detenerle. Pero hay algo que hace que Taehyung no se mueva de donde está parado. ¿Será curiosidad? ¿Un mal presentimiento? Por alguna razón, comienza a darle pánico que su amigo permanezca callado.

—Sé que no quieres oírlo, aunque ya hemos intentado tener esta conversación mil y una veces en vano. Pero —el príncipe, que le había estado sosteniendo la mirada hasta ese entonces, la desvía. Sabe lo que va a decir, y no está preparado para ello— lo siento. Hice lo que hice en aquel entonces porque te quiero. Y luego creé aquel lugar sólo para ti, porque me lo pediste. Porque lo necesitabas. Y entonces me dijiste que te dejara, que no querías volver a verme, y te hice caso porque pensé que necesitarías tiempo, pero no fue así, y...

—Te estás yendo del tema, Jimin —le dice, con cuidado, cuando lo que tendría que haber dicho es: "Me estás asustando. Por favor, detente. No quiero escuchar más. No puedo escuchar más".