Prince ➳ TaeKook.

Capítulo 4: Coronas.

Aún hay muchas cosas que Jeongguk desconoce de Taehyung. Pensándolo bien, no cree saber nada de él, porque la persona frente a sus ojos no es el Taehyung que él conoce. Frente a él sólo ve a un niño pequeño y asustado que quiere huir del presente. ¿Dónde está el Taehyung que él tanto quiere? El que es fuerte, sincero; el que sonríe aún en los días lluviosos, el que le hace sonreír a él mismo en los días en los que no puede más.

Hay muchas cosas que Jeongguk no sabe de Taehyung. No sabe nada de él, ni el día de su cumpleaños, ni su libro favorito, lo que más le gusta hacer. Ni siquiera sabe cuál es su color favorito. De repente, es como si todo lo que alguna vez hubiera sabido de su querido amigo hubiera desaparecido para siempre. Pero todavía hay un recuerdo merodeando en lo más profundo de su memoria. Un recuerdo inútil de hace algunos años que Jeongguk no entiende por qué no ha olvidado todavía.

—¡Tae, Tae! ¿Cuál es tu color favorito? —se ve a sí mismo, en su memoria, más joven, saltando alrededor de su amigo. Acababa de llegar a su escondite y estaba feliz, por alguna razón que no consigue recordar. Taehyung le miraba con ojos brillantes, sin saber qué decir.

—Adivínalo —le pide, tras un rato de silencio. Jeongguk parece pensativo hasta que grita un color al azar.

—¡Morado! Es el morado, ¿verdad? —exclama, entusiasmado. Los ojos de Taehyung se agrandan de sorpresa ante tanta emoción por parte del pequeño— Es el último color del arco iris.

Vuelve a la realidad porque una pequeña gota de agua se resbala por su mejilla tras parpadear. Observa las orbes esmeralda frente a sí, y tiene claro que no sabe quién es Taehyung. Y aquello le está produciendo un temor increíble, porque, ¿y si sólo es parte de su imaginación? ¿Y si acababa de soñar todo aquello, todos esos años de amistad infantil, pura? ¿Y si todo lo que siente es una mentira, porque Taehyung no es real?

Quizás es verdad que Taehyung no es más que un poco de polvo estelar mágico. 

—Estoy maldito —repite, sacando a Jeongguk de sus pensamientos. La voz aún le tiembla—. Deja de tocarme y te lo explicaré, por favor. Aún hay muchas cosas que no te he dicho.

Jeongguk obedece casi al instante, sintiendo un alivio absoluto al apartar sus manos de él. Se levanta para dar unos pasos atrás, aún aturdido. Y habla, lleno de una rabia que ni él mismo comprende:

—¿Alguna vez me has dicho algo que no sea una mentira?

—Puedo explicártelo, de verdad —repite el moreno. Deja la corona de flores que está haciendo en un lado, y se levanta. Da un paso hacia Jeongguk, pero éste se aleja—. Simplemente... No me hagas esto más difícil de lo que ya es. Sabes que no quiero hacerte daño.

—No, no lo sé, Taehyung —le dice con sinceridad, soltando todo el aire de sus pulmones que ni siquiera sabía que había estado reteniendo—. Ahora mismo no sé quién es la persona que tengo frente a mis ojos. No pareces tú.

—Para tu suerte o tu desgracia, sigo siendo yo mismo. Aunque sea tu verdad y tu mentira; tu amor y tu odio —hace una corta pausa; aún parece indeciso respecto a algo— Sé que nunca hemos hablado de ello, pensé que algún día me lo acabarías diciendo, pero...

Decide que las palabras no van a solucionar nada en esa situación, por lo que prefiere actuar. Lleva su mano derecha hacia el filo de su manga contraria, y desabrocha el pequeño botón de su chaqueta. Seguidamente, empuja la manga tanto ésta como de su camisa hacia un lado, y le enseña la muñeca a Jeongguk. Sobre ella yace su nombre, escrito en cursiva, una tinta tan negra como la sangre.

—Tú también tienes mi nombre escrito en la tuya, puedo sentirlo —ríe, pero su risa está llena de melancolía. Jeongguk llora, y no sabe si de alegría o furia.