Prince ➳ TaeKook.

Capítulo 3: Melifluo.

Dos años pasan volando, incluso en palacio. En serio, un día es un pestañeo, un paso es una semana, y cuando te vas a la cama ya es septiembre. Y septiembre significa su cumpleaños, y en un abrir y cerrar de ojos es la Noche de los Muertos. Y cuando acaba, ya es diciembre, y diciembre significa poner decoraciones preciosas y miles de luces de colores por todo el palacio, y Año Nuevo parece llegar de imprevisto, aunque ya lo veías venir desde hace semanas. Y enero es nieve, febrero son ventiscas; y en abril la nieve ya se ha derretido. Y marzo y mayo no parecen existir, porque el verano viene y se va en silencio. De repente, vuelve a ser su cumpleaños. Y el ciclo se repite.

Dos años no son nada. Y no lo son, pero no por el hecho de que hayan pasado volando, sino porque Jeongguk los ha pasado con Taehyung. No ha habido ni un mísero día en el que Jeongguk no haya ido al escondite, no desde la vez en la que durmieron juntos, sólo para verle. Quiere engañarse y decirse a sí mismo que ha ido todos los días, religiosamente, porque sino, el dolor en su muñeca empeoraría. Cada segundo que pasa sin verle es una tortura, y ni siquiera sabe por qué, pero vive con ello como puede.

Quizás es verdad eso que dicen, que cuando pasas el tiempo con las personas a las que quieres, éste pasa volando. Jeongguk se acuerda de una tarde en concreto en la que estuvieron juntos. Como de costumbre, al llegar, Taehyung ya le estaba esperando, y tras hacerse las típicas preguntas banales de "qué tal, qué has hecho hoy", a Taehyung se le ocurrió una idea.

—¿Y si creamos una historia? —Jeongguk recuerda haber fruncido las cejas, curioso. Era verdad que solían leer libros juntos, en su lugar secreto, pero nunca se le habría ocurrido hacer una historia él mismo— No dejamos de leerlas, ¿por qué no hacemos una nosotros mismos? Una con un final feliz.

—Suena bien —comenta, pensativo. De repente, tiene una idea—. ¡Oh, ya sé! Podemos ser los protagonistas, nosotros. Y tus amigos. Una vez me hablaste de ellos. De hecho, cada vez que los mencionas, suenas tan... Triste, taciturno. Como si te hubieran hecho daño.

Taehyung le mira a los ojos, pero parece que está viendo algo más que eso.

—Entonces... ¿Por qué serían ellos los protagonistas?

—Porque aún los llamas amigos, ¿no? —dice, rompiendo en una sonrisa. Sus ojos brillan, y Taehyung siente algo— Los amigos a veces se hacen daño, pero aún así siguen siendo amigos. Tal y como la familia se pelea y, quizás, ni siquiera se soporten. Pero aún así son familia. Y tú hablas de ellos como si los echaras de menos, aunque te hayan hecho daño.

—Eso es... Profundo, Gguk. En serio, es estúpidamente profundo —observa con un tono agridulce, casi reticente a hablar—. Y estúpido, muy estúpido.

—¿Por qué? —le inquiere, abultando los labios— Si hacemos que aparezcan en nuestra historia, podréis tener un final feliz. Es lo que quieres, ¿verdad? Yo también quiero que tengas un final feliz, con tus amigos.

—Tú también eres mi amigo —le recuerda, de repente, con una total sinceridad reflejada en su rostro—, y nunca me has hecho daño. Que tus amigos te hagan daño... Si te quisieran, no lo harían.

—Hay veces en las que es inevitable —se limita a decir Gguk, encogiéndose de hombros—. Dime, ¿qué te hicieron? Háblame de ellos, si no, no podremos hacer nuestra propia historia.

Taehyung se le queda mirando por largos minutos, sopesando la idea. Pestañea con tranquilidad, y Jeongguk se limita a observar el movimiento de sus pestañas como si de las alas de una mariposa se tratase. Tras un rato, el pequeño se aclara la garganta.

—Bien, bien —se rinde Taehyung, echándose hacia atrás en el banco y llevando ambas rodillas a su pecho—, pero no te daré muchos detalles, ¿hm? Te diré nombres, si quieres, pero no pongas esa cara —le pide, con cierto afecto en la voz, cuando le ve poner una mueca triste—. Primero... Hay un rey. No hagas preguntas, pero uno de mis amigos resultaba ser el rey, por lo que era casi como una figura paterna para mí. Él es... Amable, extremadamente amable, de hecho. Pero bajo presión deja de actuar acorde a sus ideales.