Mi corazón es tuyo; m.yg + ll.m + km.b

O4:OO a.m

La habitación completamente oscura solo era lumbrada por la cortina que no cubría del todo la ventana y dejaba que la luz de la luna se introduciera y su brillo iluminara lo más mínimo del lugar.

El día transcurrió como cualquier otro, veía a las mismas personas llegar e irse con la mismo propósito, imullarme una y otra vez.
Me abalancé sobre la cómoda cama que se encontraba a centímetros de mi, con movimiento de mis pies hice que mis zapatos se desprendieran de mi. Cogí la manta y la coloqué encima mio haciendo que me cubriera de pies hasta abajo de la cabeza, él simple tacto de la frazada hizo que mi cuerpo se estremeciera por su suavidad.

Luego de moverme un buen rato encontré mi lado más cómodo, mis ojos completamente cansados se cerraron lentamente notando que no podía aguantar más el sueño.

Escucho un sonido proveniente de un lado de la cama, era mi celular que se encontraba encima de la mesita de noche, el bibrar del aparato contra la madera hizo un ruido irritante que me hizo despertar con mal humor.

Froto mis ojos con el puño de mi mano izquierda y estiro mi brazo derecho tratando de alcanzar el celular, cuando por fin lo logro, la luz de la pantalla me deja ciego como si estuviese viendo directo al sol, encogí mis ojos y solo puede ver que decía: "Llamada entrante" y sobre ella un número desconocido, deslisé mi dedo contra la pantalla y contesté la llamada, acerqué él celular a mi oído.

—¿Quién? -pregunté con la voz ronca y cerré los ojos solo unos momentos.

—¡Yoongi!- respondió la otra persona detrás de la línea.

Mis ojos se abrieron rápidamente ante impresión de reconocer aquella voz, esa maldita voz, maldecí en mi mente, sentí como la rabia se apoderaba de mi, ¿qué me diría? como me quito toda mi felicidad, suspiré tratando de relajarme
Alejé él teléfono de mi intentando colgar, pero antes de que lo pudiese hacerlo Kunpimook agregó algo más.

—Yoongi... Lisa esta grave en él hospital, tienes que venir.

Me levanto al instante de la cama desprendiéndome de la suavidad de la sabana, la tensión subía por todo mi cuerpo y mi piel se me erizaba.