IX

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Las noches pasaban lentas, los días rápidos, pero el seguía hundido en su miseria, finjiendo su sonrisa que, apesar de ser muy amplia, podías notar la tristeza en la misma y en su mirada vacía.

Su ser y físico se notaban debiles, parecía que con solo un empujon podría desvoronarse como arena.

¿Pero acaso a alguien le importaba?

A nadie...

Es lo que el menor pensaba.

Un ruido hizo que se despertara de las sabanas, tenía un aspecto horrible, demasiado horrible.
Volvió a escuchar ese ruido, era la puerta.

Se levantó de su "comodidad" bajando a la puerta para antender.
Al abrir la puerta se encontró a un hombre trajeado, con un maletin y con un aspecto demasiado serio.

--¿Quién... quién es usted?-- El menor seguía viendo el aspecto de este, tenía un mal presentimiento.

--Soy el abogado del Señor Lee... vengo a que firme unos papeles del divorcio.--

Y ahí fue cuando el corazoncito del menor se hizo polvo.

Y no solo por eso, cuando el hombre se retiró, fue a buscar a su pequeña para darle una ducha y darle de comer... Pero no estaba.

Busco por todas partes y no estaba ni ella, ni la mayoría parte de las cosas.

Desgraciado.

Estaba solo y nadie eschucharia sus lamentos, porque ya nadie le amaba.

La vida esta lleno de desgracias, pero su maldita existencia se volvió la desgracia de la vida.

El dolor se volvió su amigo y la soledad su nuevo amor.

¿Pero qué piensan? ¿Qué se quedaría resignándose toda la vida?
Duele, sí, pero no le puede impedir volver a empezar su vida, era libre.

Perdió lo que amaba, pero la vida algún día debía recompesarlo.

Por fin... Era libre

Nadie debe estar privado a su libertad y felicidad.








Es muy corto, pero esto tiene que acabar pronto.

《Relatos de un amor disfuncional.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora